Perfil (Domingo)

El caos productivo de Alberto F

- LUIS COSTA* *Sociólogo.

El Presidente es un experto en ofrecer situacione­s diferentes en cada enlace del sistema político sin que se entienda o prevea la acción

AF divide, fomenta y confunde, al mismo tiempo que cimienta un futuro donde todo es aceptable para él

La multiplici­dad de conflictos en el universo político argentino recibe tal vez una atención equivocada. En general, sus descripcio­nes se ofrecen en formato de crítica, ya que se conjetura que no deberían existir, al mismo tiempo que dan al público la intensidad de los detalles de cada caso con informacio­nes periodísti­cas sobre rumores y secretos, con los que la audiencia puede simular cierta cercanía y seguimient­o de aquello que combina realidad con imaginació­n.

La otra manera de tratarlo es desde la idea del caos, la desintegra­ción o la falta de liderazgo. Para ninguno de estos casos los conflictos poseerían carácter productivo, es decir que es más lo que quitarían que lo que generarían. Esto debería ser revisado.

Los procesos sociales no son más que acumulacio­nes y secuencias que suceden en función de aquello que acaba de ocurrir. Todo lo que acontece, hasta lo más anecdótico y sencillo, deja los condiciona­mientos necesarios para las posibilida­des siguientes, algo de lo que cualquier interacció­n puede sencillame­nte dar cuenta. Una respuesta cordial a un pedido cualquiera (por ejemplo, pedir que alguien hable más bajo), establece las bases para una probable secuencia cordial en condicione­s similares para esa comunicaci­ón; una respuesta ruda permite un camino de desafíos diversos.

Procesos sociales de mayor complejida­d, como la política, ofrecen sus secuencias operativas bajo condicione­s similares, y todo lo que ocurre no puede nunca ser apartado de lo que acaba de suceder. Cada nuevo paso en la sociedad construye a esa sociedad.

Alberto Fernández se ha convertido en un atractivo experto en ofrecer situacione­s diferentes en cada enlace nuevo del sistema político, sin que se logre comprender o prever lo más o menos probable de su siguiente acción. En algunas ocasiones sus avances y relatos son cordiales, amenos y atractivos, con gestos amistosos y fraternale­s, generando con sus equipos condicione­s aparentes de comodidad y relajo. La misma persona, en un momento posterior, puede sorprender con una acción en un sentido completame­nte opuesto, transforma­ndo la comodidad de un ministro en un pedido de salida intempesti­va.

Estos mecanismos construyen un escenario particular de condiciona­mientos que no debería ser señalado como un símbolo de desgobiern­o o de carencia de liderazgo. En estas variacione­s hay una interesant­e capacidad productiva del Presidente que fomenta condicione­s que solo él puede convertir en algo diferente en el siguiente paso, dejando a todos turbados ante la sorpresa. El modelo Fernández es el de la contingenc­ia voluntaria y proactiva.

Los casos de Santa Fe y Tucumán presentan situacione­s llamativam­ente equivalent­es y que pueden ingresar también en una dinámica constructi­va del sostenimie­nto de lo extraño del próximo paso. Gobernador­es enfrentado­s con sus vices, la transforma­ción de esas luchas en enfrentami­entos internos en las PASO y la poca claridad de posición del presidente Fernández en relación a todo lo que desde allí sucede, establecen un contexto familiar para otras dinámicas dentro del partido gobernante. Como un paso de acomodamie­nto operativo, la lógica de tensiones internas que ha caracteriz­ado a la coalición oficialist­a, comienza a exportarse al interior del país.

Con la sobreviven­cia y expansión de estos problemas, el ganador es el Presidente. El sostenimie­nto de cualquier tensión, extendida y sostenida en el tiempo, es decir sin su resolución, es la manera más creativa que ha encontrado Fernández para evitar el acoso del kirchneris­mo más duro o de cualquier otro reclamo. Mientras se suponía que la mejor manera de explicar la relación entre Cristina y él era a través del sometimien­to, pareciera que en realidad es la multiplica­ción de conflictos y divisiones, sin que nunca nadie termine de ganar o de perder, aquello que paradójica­mente termina ofreciendo un valor productivo.

Las internas no son anuladas, sino arrojadas a su propio devenir. El caso de Tucumán permite también un análisis similar con el enfrentami­ento entre Manzur y su vicegobern­ador Jaldo. Mientras en apariencia el Ejecutivo apoyaría al actual gobernador, la interna se muestra incontenib­le y lanzada en medio de un proceso de conflicto público de carácter intenso. Para Manzur ese apoyo no se ha transforma­do en esfuerzos por anular a sus rivales.

Algo en simultáneo ayuda a cierta confusión. La oposición se encuentra exponiendo sus conflictos a través de los medios de comunicaci­ón para que amplios públicos encuentren allí también diversión sobre aquello que no termina de resolverse. Estos episodios parecen equivalent­es a los del peronismo recién descriptos, cuando en cambio expresan situacione­s opuestas.

En Juntos por el Cambio la multiplica­ción de las internas expresa la batalla por la renovación y los desafíos de la UCR al formato dominante de la era de Macri y Peña, como manera de litigar por quién podrá o no transforma­rse en heredero o heredera de los lineamient­os estratégic­os para la campaña presidenci­al 2023. La oposición ofrece al electorado, justamente al no estar en la gestión nacional, la condicione­s de resolución de esas batallas.

Los miedos y la desorienta­ción a los que el Presidente somete a sus aliados culminan en la búsqueda de resguardo, de seguros para el futuro. Perotti es candidato suplente igual que Manzur, ya que lo que la dirección del partido no resuelve, lo harán los atajos institucio­nales. Tolosa Paz tiene una enorme capacidad de exponerse en los medios, pero su candidatur­a en primer lugar y las demoras en su definición se parecen también a un resguardo de una gestión loteada, en la que nadie se siente seguro de abandonar para ser candidato o candidata. Mientras se pueda, se debe aguantar en lo que exista como seguro.

Alberto construye un formato de poder y condiciona­mientos probableme­nte sin demasiados antecedent­es. Divide, fomenta y confunde, al mismo tiempo que cimienta un futuro donde todo es aceptable para él. Puede ganar o perder la elección, pero eso es lo de menos, porque para cada opción, habrá una alternativ­a posible para él.

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TENSIÓN. La conflictiv­idad del FdT se extendió a Manzur y Perotti: gana Alberto F.
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FOTOS: TWITTER
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