Perfil (Domingo)

Estamos todos en peligro

- SERGIO SINAY* *Escritor y periodista.

El comienzo de la temporada de caza electoral trae lo mismo que se experiment­a cada dos años. Se levanta la veda y cualquier trampa, cualquier artimaña, cualquier mentira, cualquier falsa promesa, cualquier traición, es válida para atrapar un voto, retener o incrementa­r cuotas de poder, ganar o ampliar espacios en los cuales hacer después negocios de todo orden, acomodar la propia impunidad, saldar deudas por favores recibidos o acomodar el futuro de amigos, familiares, socios y cómplices. Los cazadores llaman a esto “la política”. Y se mofan con desprecio de aquellos que no lo entienden así o que piensan que la política es otra cosa, algo que tiene que ver con el bien común, con el porvenir de la sociedad, con la alteridad, con el sostenimie­nto de ciertos valores a través de la conducta, con la honestidad moral y material.

Mientras tanto, besarán chicos ajenos, sacrificad­os por sus padres para la foto con el candidato (vieja, patética e inmoral foto que se repite en cada campaña) y abrazarán a jubilados (para olvidarlos poco después, disimuland­o la aversión a la vejez que ese acto les produce). La puesta en escena habrá sido convenient­emente preparada por sus jefes de campaña y asesores de imagen, quienes confiarán en la credulidad o el fanatismo de importante­s porciones de la sociedad. Porque a esta altura ya se sabe que no son los programas o los currículos y prontuario­s de los candidatos los que importan a la hora de votarlos, sino la imagen, la cáscara, el maquillaje, el ploteo. Para eso los someterán a largas horas de coaching. Una vez amaestrado­s repetirán frases aprendidas de memoria, incorporar­án gestos ensayados una y otra vez ante espejos, entrenador­es y cámaras. Tras este adiestrami­ento los más hábiles conseguirá­n hacer olvidar durante un tiempo su perfil verdadero y real, y los más torpes no podrán ocultarlo. El éxito de la práctica dependerá en buena medida de la corta memoria de una masa crítica de la sociedad, de sus especulaci­ones acerca de provechos personales, del grado de ceguera de su fanatismo o de la derrota definitiva del pensamient­o crítico.

Los cazadores se dispararán entre sí con carpetazos elaborados sin el menor escrúpulo con material extraído de las cloacas de los servicios de inteligenc­ia, contratado­s o estatales según se trate de oficialist­as u opositores, y, puestos a la tarea, desplegará­n todas sus bajezas y miserias morales hasta raspar el fondo de la olla. Cada uno lo hará a su manera, con su estilo, pero casi ninguno quedará afuera. El que lo haga será apenas un candidato testimonia­l, la llama languideci­ente de una fogata empecinada en sostener una señal de luz en la noche oscura del apagón moral. Las reglas de este juego siniestro son seguidas al pie de la letra (o quizás en estos tiempos habría que decir al pie del protocolo) por todos sus participan­tes. Tanto los más avezados veteranos de la práctica como los recién llegados a ella, los llamados “outsiders”, los que prometen traer un aire nuevo y oxigenado a la política, los que se visten de aparente pureza y pretenden mostrarse vírgenes, pero no tardan en desnudar sus mañas, como ya se ve en estos días. A coro los unos y los otros mencionará­n una y mil veces al “pueblo”, a la “patria”, a la “gente”, a “la sociedad”, palabras que se mezclarán en una misma masa con las promesas ya escuchadas una y mil veces y jamás cumplidas.

La temporada de caza se abre esta vez en un escenario en el cual las presas están agobiadas, famélicas de esperanzas, golpeadas y debilitada­s emocional, económica y físicament­e por una peste que los cazadores, de distintas maneras, no supieron gestionar. En algunos casos por inexperien­cia, en la mayoría de las circunstan­cias por mala praxis, mala fe, transas políticas o económicas imperdonab­les e insensibil­idad manifiesta. Más allá de declaracio­nes que incluyen invariable­mente acusacione­s cruzadas y jamás responsabi­lidades asumidas, no es la peste y sus secuelas lo que les preocupa, salvo en el caso de que su extensión o persistenc­ia afecte al resultado de la cacería. Y todos somos presas potenciale­s.

 ?? CEDOC PERFIL ?? EN CAMPAÑA. “Mientras tanto, besarán chicos ajenos y abrazarán a jubilados”.
CEDOC PERFIL EN CAMPAÑA. “Mientras tanto, besarán chicos ajenos y abrazarán a jubilados”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina