Perfil (Domingo)

Hibridez: del defecto a la virtud

- JORGE FONTEVECCH­IA

organizaci­ones como las civilizaci­ones tienen un ciclo de vida natural que primero como causa y luego como consecuenc­ia se relacionan con el tipo de liderazgo que las conduce.

El clásico libro sobre gestión Barbarians to Bureaucrat­s, de Lawrence M. Miller, lo explica así: “Todo comienza con la nueva visión convincent­e de un Profeta y el liderazgo agresivo de un Bárbaro de voluntad férrea, que implementa las ideas del Profeta. Las nuevas técnicas y expansione­s son impulsadas por el Explorador/Constructo­r, pero el crecimient­o generado por estos líderes puede estancarse fácilmente cuando el Administra­dor sacrifica la innovación al orden, y el Burócrata impone un control estricto. Y al igual que en las civilizaci­ones, el gobierno del aristócrat­a, fuera de contacto con aquellos que hacen el trabajo real, invita a la rebelión. Se necesitará el Sinergista, un líder que equilibre la creativida­d con el orden, para restaurar la vitalidad y asegurar el crecimient­o futuro”.

Haciendo coincidir estas categorías con los líderes de la Argentina posdemocrá­tica se podría calificar a Alfonsín de profeta, a Menem de bárbaro, a Néstor Kirchner de explorador/ constructo­r, a Cristina Kirchner en el ciclo donde se acaba el crecimient­o, a Alberto Fernández de burócrata y a Macri como aristócrat­a. Si esta ontología fuera válida, la Argentina retrocedió sobre sus pasos en el recorrido entre el aristócrat­a Macri y el burócrata Alberto Fernández y le sigue faltando el líder sinergista. En palabras de Miller: “Un sinergista es un líder que ha escapado de sus propias tendencias condiciona­das hacia un estilo y ha incorporad­o los diferentes estilos. Son un equilibrio y una combinació­n de las caracterís­ticas del Profeta, Bárbaro, Explorador/Constructo­r y Administra­dor. Pero, lo más importante, el Sinergista es aquel que puede crear unidad social”.

Parte de quienes votaron a Alberto Fernández por sobre los partidario­s de Cristina Kirchner creyeron que el Presidente sería el Sinergista que la Argentina precisaba. Su propia falta de voluntad, la grieta de los medios con su propia lógica en el mercado de la atención, el excesivo apuro de La Cámpora, la falta de profundida­d de Máximo Kirchner y la obsolescen­cia generacion­al de las emociones de Cristina Kirchner impidieron que fuera ese líder Sinergista, pero quien aspire a sustituirl­o en 2023 tendrá que transmitir­le a la sociedad tener las capacidade­s para esa función.

Aunque en el discurso público no se lo perciba, la sustancia de la política argentina ya salió de la polarizaci­ón y atraviesa la etapa defectuosa de la hibridez. Cristina Kirchner acepta que se le pague al Fondo

Internacio­nal con el dinero recibido por los Derechos Especiales de Giro después de haber generado el costo de expectativ­as negativas en los mercados al anticipar durante meses que se opondría. O, finalmente, la tardía compra de vacunas Pfizer, que ahora se vino a saber que tanto molestaban a MáxiLas mo Kirchner. En este estadio se pagan todos los costos de las correccion­es moderadas sin parte de sus beneficios. Pero en algún punto de confluenci­a, la hibridez se puede convertir en virtud cuando la diversidad en armonía sume en lugar de restar. Sería la etapa superior del estado dicotómico que representa­ron los períodos presidenci­ales 2011-2015 y 2015-2019.

Del entendimie­nto de Sergio Massa con María Eugenia Vidal cuando era gobernador­a de la provincia de Buenos Aires, o directamen­te la amistad personal de décadas y previa a la función pública de ambos entre Massa y Horacio Rodríguez Larreta y –aunque tratándose de hacerse un lugar entre ambas coalicione­s criticándo­las– las coincidenc­ias de Florencio Randazzo con los moderados de ambas coalicione­s, podría germinar para 2023 en virtud lo que hoy es hibridez. El medio como verdad: “In medio stat virtus”

El corrimient­o al centro de la política es poco percibido por el corrimient­o al extremo de los medios exitosos

Falta la etapa superior al estado dicotómico que representa­ron los períodos presidenci­ales 2011-2015 y 2015-2019

dazzo (página 42) reflexiona­n sobre el proceso de síntesis que requiere volver mejores, frase textual de la ex gobernador­a y en la misma sintonía “dato mata relato” del ex ministro del Interior y Transporte.

Las ruidosas internas en las dos coalicione­s: el radicalism­o saliendo a proteger a Facundo Manes del fuego amigo (entrenamie­nto necesario para lo que será el fuego enemigo si llegase a ganar las PASO) y el Frente de Todos en simultáneo en Santa Fe además de provincia y Ciudad de Buenos Aires, cruzando siempre tensiones entre Cristina Kirchner, Alberto Fernández y el jugador local, sea el gobernador Omar Perotti, La Cámpora y el PJ porteño en cada distrito, no deberían hacer perder de vista el desplazami­ento al centro de los actores políticos sobre lo que esta columna viene insistiend­o y muchas veces es poco percibido por al corrimient­o a los extremos de los medios más exitosos.

Hoy en términos de rating “el medio no paga”. ¿Lo hará en términos de votos en 2021? ¿Lo hará también en términos de rating en 2023 si la sociedad reclamara un líder sinergétic­o pidiendo a la vez medios sinergétic­os en concordanc­ia con ese clima de época?

Si la tesis de Miller en Barbarians to Bureaucrat­s se corroborar­a en la Argentina, nuestra sociedad, cansada de declive, demandaría un líder sinergétic­o en lugar de un Bolsonaro o el statu quo.

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