El evangelio según Cardenal
“Ésta la pintó el Vicente, ésta es de la Ramona, algunas firmadas y otras no, pero todas tan hermosas, una vez más la visión primera del mundo; la mirada limpia del que describe su entorno como un canto de alabanza: vaquitas enanas en prados de amapola, la choza de azúcar donde va saliendo la gente como hormigas; el caballo de ojos verdes contra un fondo de cañaverales, el bautismo en una iglesia que no cree en la perspectiva y se trepa o se cae sobre sí misma, el lago con botecitos como zapatos y en último plano un pez enorme que ríe con labios de color turquesa. Entonces vino Ernesto a explicarme que la venta de las pinturas ayudaba a tirar adelante; por la mañana me mostraría trabajos en madera y piedra de los campesinos y también sus propias esculturas”, escribió Julio Cortázar en “Apocalipsis en Solentiname”, un relato fechado en Cuba en 1976.
Ernesto es Cardenal, poeta y sacerdote, creador de ese movimiento político, artístico y espiritual en el sur de Nicaragua.
La comunidad de Solentiname se estableció en 1965 y existió hasta 1977, cuando fue destruida por el régimen de Somoza. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó la dictadura de Somoza dos años después en una revolución popular. Cuando se formó el nuevo gobierno, Cardenal fue nombrado ministro de Cultura, y la experiencia Solentiname se convirtió en un modelo a seguir para el programa cultural de la revolución.
La Ramona y el Vicente que se mencionan son los pintores de la isla que aprendieron el oficio de acuerdo con la línea artística, que tuvo este proyecto. En su libro Nostalgia del futuro: pintura y buena noticia en Solentiname de 1983, Cardenal se detiene y compara lo que ya había escrito en El Evangelio en Solentiname con la pintura: “La pintura de Solentiname, tan bella y tan abundante, para mí ha sido un milagro. Otro milagro han sido los comentarios dialogados del Evangelio que los campesinos han venido haciendo, en este rancho y en la iglesia”
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