Versión libre del más allá

Lucas es un niño que vive con su madre, su padre y su perro en un pueblo manso del interior. Hijo único y querido, en sus primeros años conoce la armonía familiar. Pero todo se va al demonio cuando llega La Gran Tormenta, un evento natural que azota la región, se lleva a su padre y pincha por completo su burbuja feliz. Este es el planteo inicial de A través del aire en el vacío, primera novela de Facundo Moreno, publicada por Azul Francia Editorial. Esto no es más que el principio, entonces difícil no espoilear, difícil dar cuenta de una novela que podría haber sido varias novelas, que en capítulos breves –asombrosamente– pasa de lo realista a lo fantástico desplegando una historia que es distintas historias.

Primero entramos en la de un Lucas ya crecido que abandona su pueblo natal, un poco para probar suerte en Buenos Aires y otro poco para huir de aquel pasado literalmente tormentoso. Pronto consigue trabajo y conoce a Justina, quien será su compañera. En ese devenir nos vamos encariñando con este pibe sencillo que todo lo traduce en música, está enamorado y sabe que tiene asuntos pendientes. Por eso, un día vuelve a la casa de su infancia. Y ahí encuentra un objeto olvidado que adquiere una importancia central a lo largo del relato.

Entonces aparece otra historia. La historia de una pareja, la de Lucas y Justina: del encanto a la pasión, de ahí a la camaradería, de ahí a lo que se elige callar, de ahí a los pañales y al silencio. Y luego a rearmar desde otro lado y hacer familia otra vez.

Sin embargo –de nuevo– esto es sólo el principio. Porque algo pasa, algo que es el fin pero que Moreno convierte en el verdadero inicio. El autor –fan de escritores como Stephen King, Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft– desarrolla el nudo en un tiempo y un lugar que no pertenecen a esta dimensión. Alguien se va del mundo muy temprano y en el más allá descubre, con amargura, todos los cabos sueltos que dejó en la vida, todo lo que quedó huérfano de su presencia. Y la impotencia de no poder remediarlo.

Con imágenes llenas de color y movimiento, Moreno pinta la muerte como un viaje cinético y sensorial en el que la huella de un cuerpo impresa en el recuerdo sobrevuela las cosas del mundo y del tiempo. Un alma que planea sobre campos, valles, lagos, montañas y desiertos junto a seres que le hablan y no son más que su propia conciencia preguntándose por qué, cómo volver, cómo permanecer cerca. Entonces, A través del aire en el vacío es, al fin, la historia de un alma que surca el más allá, aprende a regresar al más acá y ensaya un sentido de la libertad: “Sabemos, en el fondo, que no somos más que una soledad libre que vuela perdida en el viento. Da un poco de miedo ser libre, porque es estar solo”.

Organizada en tres partes –“La tranquera”, “El pájaro y la tortuga” y “En algún momento”–, A través del aire en el vacío es una obra escrita con la dulzura y la sensibilidad de la música en el corazón, las infinitas posibilidades de la luz y la voluntad invencible del viento.

El autor desarrolla el nudo en un tiempo y un lugar que no pertenecen a esta dimensión. Alguien se va del mundo y en el más allá descubre todos los cabos sueltos que dejó en la vida