Una identidad única y colorida
El músico uruguayo y referente de la composición sentida rioplatense presenta su nuevo disco, Simple, hoy por streaming. Su vida en pandemia.
Cantautor con casi cuarenta años de carrera, Fernando Cabrera es una de las voces más prestigiosas de la música popular uruguaya. En todos estos años, este montevideano muchas veces tímido y siempre amable ha construido un cuerpo de obra notable, marcado tanto por el clasicismo y el respeto por la tradición de la que proviene como por la experimentación
que caracteriza a Simple, su nuevo disco, que presentará oficialmente con un concierto vía streaming desde el Sodre de Montevideo, este domingo 1º de agosto a las 21 (las entradas se consiguen en https://recitalesapp.com).
Dice Cabrera, de 64 años, que este nuevo álbum –donde profundiza en sus juegos con los silencios, las melodías quebradizas y un estilo de interpretación vocal poco convencional– no fue el resultado de un plan, sino la consecuencia natural de lo que él define como un momento de transición de su carrera. Analiza: “Podría ser el comienzo de una nueva etapa en cuanto a las maneras de encarar una grabación. En todos mis discos, desde los inicios con El
viento en la cara en adelante, hay una o dos canciones en las que hice guitarras, percusión y coros. Acá lo hice para todo el repertorio”.
En sintonía con el espíritu lúdico habitual en Cabrera, más allá de que muchas veces lo ha solapado con cierto laconismo en su carácter,
Simple es un disco cargado de zigzagueos, rupturas y complejidades que puede sorprender con un tema anómalo como Cartas de Cristo, cuya naturaleza explica él mismo: “La persona que relata en esa canción recibe varias cartas en las que Jesús le comenta que quiere cambiar algunas cosas en los Evangelios. Está disconforme con haber nombrado a Pedro primer jefe de la Iglesia y lo va a destituir. Quiere a Juan el Bautista para el cargo, pero Juan estaba muerto, lo había mandado matar la hija de Herodes, con el detalle sanguinario de pedir que le trajeran su cabeza en una bandeja. Cristo tenía facilidad para resucitar gente y revive a Juan para ponerlo en lugar de Pedro como primer papa. Esa es más o menos la historia... La religión tuvo un lugar en mi infancia, regalo de mi familia, pero hoy ya no ocupa ningún lugar en mi vida”.
La metodología de trabajo en Simple fue muy singular, quizás un ensayo que ha servido como guía para un futuro distinto: “En el pasado, todas las grabaciones que hice fueron comprimidas en una semana o dos, apretadas y con una exigencia en términos de horarios muy grande. Era agotador… esta vez quise cambiar de modo y fui yendo al estudio un día o dos, pocas horas... Y luego dejaba pasar dos meses hasta la siguiente sesión. Me dio un resultado muy bueno, sin estrés ninguno. Yo me doy cuenta de que una canción está terminada gracias al oficio, o también por una especie de renuncia que hacemos cuando sentimos que ya no hay más nada que hacer”.
Rara avis de la música rioplatense, Cabrera ya es, sin proponérselo de manera explícita, un artista de culto. Su estilo no responde a las expectativas más comunes, y hasta sus seguidores más fieles pueden quedar sorprendidos por sus permanentes fintas y desplazamientos. Remarca: “Yo siento que formo parte de la canción popular uruguaya. También de la rioplatense, ya que entre mis primeras influencias estuvieron el tango, el folclore y el rock argentinos. Mis canciones no podrían pertenecer a otro lugar, a otra herencia cultural. Aunque agregaría un poco de Brasil y también un poco de rock anglosajón, además de un poco de música europea clásica”. Una identidad colorida, queda claro, que se podría calificar de muchas maneras pero que, eso es seguro, es algo más que simple.
“La religión tuvo un lugar en mi vida pero hoy ya no ocupa ninguno.”