Perfil (Domingo)

“Cristina es un ejemplo del egoísmo de la política para mantener el statu quo”

- JF

—Lo que se sostuvo en 2019 fue que “sin Cristina no se puede, pero con Cristina no alcanza”. ¿Se sostiene en 2023 o estarán los significan­tes de Cristina, como Máximo Kirchner o Axel Kicillof?

—Tengo una mirada muy crítica respecto de los presidente­s de la Argentina que intentaron procesos de reelección. Carlos Menem hubiera sido un presidente con un reconocimi­ento mucho mejor si se hubiera ido en el año 1995. Cristina hubiera sido muy reconocida si se hubiera ido en 2011. Hay un enamoramie­nto con el poder. Pareciera ser mágico. Les impide ver más allá. En realidad, no importa la coyuntura, sino cómo te reconozca la historia. La idea de que el presidente asume y se transforma en un pato rengo que se irá en cuatro años no permitió tener un presidente que tome decisiones perdurable­s. Cristina es ejemplo de un egoísmo enorme de

parte de la política. Y de no poder generar su propio relevo. Juan Perón hablaba de que cada dirigente político tiene la obligación de generar su propio relevo. —Pero el primer status del que hablás es de la burocracia por perpetuars­e. Si hay un candidato ganador la exigencia es que continúe, así se mantienen los demás.

—El tema es el resultado de eso. Y es pésimo. Acá dato mata relato: la Argentina es un país que hace diez años que no crece. Tiene desocupaci­ón y pobreza alarmantes. Si no resuelve eso, la política no sirve. —Dijiste que “la Argentina viene errando el camino desde hace años porque dato mata relato”. En esta misma serie, hace poco tiempo atrás, el historiado­r Ernesto Semán dijo que tanto el peronismo de los primeros años, o sea de 1945, como

el primer kirchneris­mo ponían énfasis no solo en la redistribu­ción, sino también en la construcci­ón de una narrativa. ¿Puede haber peronismo sin relato?

—Me cuesta pensarlo porque soy demasiado pragmático. Se puede construir dato con relato en la medida que el relato responda al dato. En la medida que el relato se divorcia del dato, tarde o temprano termina mal. Es lo que ocurre en Argentina. Hay un relato que no se condice con los datos. Un relato progresist­a frente a la realidad de jubilados que cobran 120 dólares, frente a siete de cada diez pibes pobres en el Gran Buenos Aires, sobre una economía que hace diez años que no crece, sobre servicios públicos de muy mala calidad en materia de educación. —¿Cuando el dato diverge tanto del relato se pierden las elecciones?

—Exactament­e.

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