Se largó la campaña presidencial de Milei
La política argentina se asemeja por estos días a una regla de proporcionalidad inversa. A medida que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio ralentizan su crecimiento, la figura de Javier Milei se potencia. Mientras las alianzas mayoritarias discuten cómo llegarán a las PASO sin fagocitarse, Milei ya empezó su campaña presidencial con la instalación de una cuidada autobiografía y la confirmación de su crecimiento en las encuestas.
El mes pasado, el economista y diputado nacional presentó El camino de libertario. A diferencia de los trabajos anteriores, este texto constituye el inicio formal de la carrera presidencial de Milei. Se trata de una biografía que recorre la trayectoria personal y política de este outsider para mostrarlo menos outisder.
Entre los libros políticos, El camino del libertario se ubica en segundo lugar entre los más vendidos, solo superado por Diario de una temporada en el quinto piso. Lo que permite anunciar que será el bestseller político del año.
Algunos puntos centrales de la lectura tienen que ver con el aspecto personal del líder libertario, ya que destaca a su perro Conan y a su hermana Karina. “Los únicos que siempre estuvieron conmigo”, confiesa.
También se revela el secreto de su impacto mediático, gracias a un consejo que le dio el periodista Mauro Viale. “Tenés que pensar que esto es como un round de boxeo. Tenés tres minutos para contar la idea. ¡Ah! Eso sí, en el primer minuto tenés que meter una piña de KO”. La raíz pugilista del candidato mediático, resumida en pocas palabras.
La lectura se inicia cuando un joven Milei recuerda en 1982 a Lorenzo Sigaut advertir que “el que apuesta al dólar, pierde”, y esa frase le permite remarcar el problema endémico que Argentina tiene con el dólar. Lo preocupante es que no aparece ninguna mención al fallido plan económico de Martínez de Hoz o, lo que es más grave, no hay cuestionamiento al terrorismo de
Estado propiciado por la dictadura.
Luego llega el relato de lo que Milei recuerda sobre la hiperinflación de
1989. El gobierno de Raúl Alfonsín aparece como un paso fallido corregido por Carlos Menem. Pero la idolatría a los noventa no deja ver críticas a la corrupción o a la desarticulación del proceso productivo que generó los mayores índices de desempleo.
En el plano académico, que el autor se esmera en resaltar, aparece sus estudios de grado en la Universidad
Belgrano (UB) y sus maestrias en
Instituto de Desarrollo Económico y
Social (IDES), donde detestó al kynesianismo, y en la Universidad Torcuato
Di Tella (UTDT), donde cultivó relaciones “menos eclécticas”.
Aunque se aprecia el esfuerzo en destacar la pretendida erudición, con menciones a la excitación que le produjo descubrir a la Escuela Austríaca (Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard, quien lo convierte en anarcocapitalista), no parece ser esta trayectoria la de un verdadero académico con credenciales de peso.
Durante estos años estudiantiles, Milei también se refiere a su paso por el Club Chacarita, como arquero de fútbol, o a su breve banda de rock inspirada en los Rolling Stones. En cambio, no hay referencias a algún tipo de militancia, ni hay menciones al interés que puede haberle despertado alguna causa política. La lucha contra “la casta” tiene ficha limpia de antecedentes políticos en el expediente de Milei.
Y eso puede ser lo que le permite impulsarse en las encuestas. Esta semana, sin ir más lejos, dos estudios muestran un impresionante crecimiento del libertario, por primera vez, a nivel nacional. La encuesta de la Universidad de San Andrés (UdeSA) demuestra que tiene
a nivel país, siendo el tercer dirigente con mayor proyección, seguido por Horacio Rodríguez Larreta (40%) y por Patricia Bullrich (36%).
Mientras que el informe elaborado por D’Alessio IROL – Berensztein, concluyó que un tercio votaría a Milei como presidente, el 34% opina que es “un político que hace falta” y el 58% no lo considera un peligro para la democracia.