Elon Musk piensa que con su robot ayudará a la tasa de natalidad
Buenos Aires. Y a partir de 2010 empecé con presentaciones fuera de la Argentina como ganador de diversos concursos o como parte de Laboratorio T –incubadora de diseño en el Centro Metropolitano de Diseño Buenos Aires–, donde en 2013 presentamos la colección desarrollada durante la Fashion Week de Nueva York. Con el tiempo me fui especializando en el uso de materiales naturales, lo que me llevó a quedar seleccionado por Vogue Talents Italia para presentarme en Milán en la Fashion Week 2015. Al año siguiente, me invitaron a participar en un proyecto en Venecia, que me llevó a seguir el desarrollo de mi carrera aquí. Desde entonces vivo entre Italia y Francia.
—¿Hacer base en Italia activó el switch para que pases de la moda a la producción artística propiamente dicha?
—Con mi estudio exploró ideas más que estéticas convencionales, fluyendo entre esculturas e instalaciones. La moda en sí misma es una forma de arte, no existen barreras o límites para mí. Escribí hace poco un texto para la revista italiana ReWriters al respecto de la relación entre la moda y el arte. En el panorama actual, entre marcas que abusan de la palabra “lujo” y marcas de fast fashion que inculcan la cultura del descarte, la actitud más estimulante es la de comprar una prenda con aire de coleccionista. En otras palabras, es interesante notar que hay un nicho de personas, no necesariamente muy ricas, que eligen una chaqueta como si estuvieran eligiendo una fotografía de arte o una pequeña escultura. Es decir, estudiando los signos y significados de esa chaqueta, tratando de entender su génesis y función, apreciando su estética pero también la historia del diseñador que la creó. La moda debe ser única, como lo son las obras de arte.
Podría decirse que Elon Musk lo hizo de nuevo. Si bien su millonaria inversión en Twitter y su intención manifiesta de lograr ser el dueño total de esa red lo ubicó en primer plano, días antes también estuvo en escena como anfitrión de los fans de los autos eléctricos en la apertura de la Tesla Giga Texas, una planta que tiene el tamaño de cien canchas de fútbol, en Austin (Texas). Allí incluso exhibió a Optimus, una especie de robot. Igualmente fue días después, en una entrevista que dio en Canadá, ya vestido formal y sin los jeans y el sombrero texano, que Musk habló respecto de ese proyecto. “No quiero producir nada que pueda ser potencialmente dañino para la humanidad, pero es un hecho que los robots humanoides existen; de hecho, hay mejores creaciones cada año y el avance de la inteligencia artificial es veloz”, dijo Musk. “Optimus es una especie de androide trabajador multipropósito cuyo rol inicial debe ser en un trabajo que sea repetitivo, aburrido o peligroso. Básicamente, el trabajo que la gente no quiere hacer.” El multimillonario sudafricano reafirmó que para él este tipo de robots tendrán un papel en la vida cotidiana de los seres humanos. “Creo que tendremos algo bastante bueno a nivel de prototipo este año, y hacia fines de 2023 ya podremos tener una producción de volumen considerable para comercializarlo.” En el mencionado reportaje, Musk planteó que robots como Optimus serán “útiles para atender a la disminución de las tasas de crecimiento de la humanidad”. Según él, detalló, “la mayoría de las personas en el mundo operan bajo la falsa impresión de que tenemos demasiada gente. Y no es verdad. La tasa de natalidad ha estado decreciendo como loco.” Criticó las cifras que maneja la ONU y planteó que la ecuación para saber cuántas personas estarán vivas en el futuro hay que “ver cuántos niños nacieron y multiplicarlo por la esperanza de vida; y asó se verá si la tendencia de la tasa de natalidad es positiva o negativa”.