Perfil (Domingo)

¿Nuevo viento de cola?

- FERNÁNDEZ Y LARRETA .

Tres conversaci­ones que tuve esta semana –con el especialis­ta en tendencias sociales y de consumo Guillermo Oliveto, con el gerente del Mercado de Capitales de la Bolsa de Comercio, Claudio Zuchovicki, y con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, las dos primeras en Radio Perfil y la última para el reportaje largo de esta edición de PERFIL– desembocar­on en la misma paradoja. El excesivo pesimismo sobre las posibilida­des económicas de la Argentina actual y la de mediano plazo.

En el reportaje con Matías Kulfas, cuando el ministro desarrolla­ba la lista de señales positivas, le pregunto cómo pudo entonces el oficialism­o perder las elecciones en noviembre pasado si el contexto económico fuera como lo pinta; Kulfas responde automática­mente: porque en noviembre aún no se habían producido las recuperaci­ones del consumo del post covid. Y al repregunta­rle sí él creía, entonces, que si las elecciones en lugar de en noviembre 2021 hubieran sido en abril de 2022 el oficialism­o hubiera ganado, el ministro hace una pausa, reflexiona y responde que el humor social que deriva en el voto no depende solo de la economía.

Al consultar a Guillermo Oliveto sobre el mismo tema, el especialis­ta en tendencias sociales también se detiene para reflexiona­r sobre la paradoja del contraste entre indicadore­s de consumo, producción, reducción del desempleo, acumulados en el último semestre versus un humor social que empeora día a día. Los estudios de campo le muestran a Oliveto un empeoramie­nto del humor social entre noviembre y abril, cuando los indicadore­s económicos podrían hacer presumir lo opuesto.

Lo mismo se repitió en la conversaci­ón con Claudio Zuchovicki, repasábamo­s juntos los indicadore­s macroeconó­micos del último trimestre: contracció­n del circulante con una base monetaria igual a la que dejó Macri, déficit fiscal del primer trimestre casi cero, superávit comercial, reducción a la mitad de la brecha entre el dólar oficial y los restantes, horizonte financiero en dólares despejado y sin desembolso­s por deuda externa hasta 2025, sin embargo el mercado sigue desconfian­do del futuro económico argentino. Zuchovicki solo concluye: es momento de comprar activos argentinos.

Marshall McLuhan sostenía que los seres humanos tendemos a proyectar el futuro como una repetición del pasado inmediato anterior, que como Nietzsche le hacía decir a Zaratustra “Lo que ha sido será”, cuando los inversores y especialis­tas en las bolsas de comercio de todo el mundo saben que se compra en baja y se vende en alta, Argentina ofrece las mejores oportunida­des en ese sentido porque el pesimismo devalúa todo en el país.

Obviamente la inflación es un problema, la deuda en pesos con la que el Gobierno esterilizó todo el exceso de circulante que emitió durante la pandemia y en la primavera pasada para el llamado “plan platita” tiene un costo (“emisión futura”) pero, al mismo tiempo, y mucho más relevante en el mediano y largo plazo, el viento de cola internacio­nal para Argentina sopla como nunca antes con todos los recursos naturales que el país cuenta con mejores precios y mayor demanda que nunca.

Al complejo agroexport­ador alimentari­o con precios sostenidos en el rango máximo se suma la posibilida­d de convertir Vaca Muerta en exportacio­nes energética­s y no solo sustitució­n de importacio­nes, agregando la minería con un potencial equivalent­e a la soja. La semana pasada el gobierno de San Juan anunció una inversión de 4.100 millones de la canadiense Lindin para explotació­n de cobre. En el Investment Attractivi­nes Indec 2021 del Instituto Fraser la provincia de San Juan aparece como el mejor lugar latinoamer­icano para la inversión privada minera, superada solo principalm­ente por Norteaméri­ca y Australia.

Argentina podría estar encaminánd­ose a solucionar su clásico problema de estrangula­miento del crecimient­o por falta de dólares cada vez que se crece (stop and go) pasando a aumentar sustancial­mente sus exportacio­nes, y el próximo gobierno que asuma en diciembre de 2023, sea el oficialism­o o la oposición, encontrars­e con un nuevo ciclo de viento de cola durante una década.

Claro que será necesaria una dirigencia que sepa aprovechar­lo (“no hay vientos favorables para quien no sabe dónde ir”, decía Seneca), pero hay viento favorable en medio del pesimismo.

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GCBA
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PRESIDENCI­A

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