Perfil (Domingo)

Massa, el elegido

- RICARDO ROUVIER* *Sociólogo. Analista político.

Massa y Cristina Kirchner son muy diferentes. Tienen historias políticas distintas, han transitado, no simultánea­mente, por veredas opuestas; la militancia universita­ria de la emblemátic­a Juventud Peronista y la UCeDé, la organizaci­ón de derecha que posibilitó el primer escalón de Massa a la política.

Cuando Alberto Fernández con el patrocinio de CFK se puso a construir el Frente de Todos, el último por ingresar, y el más renuente fue el ministro de Economía. Hoy denominado superminis­tro; debido a que se le ha inyectado poder a la cartera luego de la salida traumática de Guzmán y Kulfas.

CFK deseó en los 80, segurament­e, que no existiera la organizaci­ón que tenía a Álvaro Alsogaray como el principal mentor del Partido inaugurado en 1982 para edificar una nueva alternativ­a liberal en el país. El ideario concitaba la referencia de los famosos economista­s: Ludwig von Mises, Milton Friedman, y Friedrich Hayek; hoy citados por Milei. En cambio; en las filas de la UCeDé se consagraba la idea de que el peronismo es la barbarie.

Seducido por Menem, Massa ingresa al peronismo; que es un gran refugio de puertas abiertas para quien quiere hacer una carrera en la política con menos riesgo. En realidad, la centrodere­cha o derecha siempre quiso disolver al peronismo, e intentó diversas estrategia­s. Las más elaboradas fueron la cooptación para vaciar el contenido peronista, sobre todo su impronta social y popular e integrarlo al sistema. También se usó la prohibició­n y violencia del Estado que le permitió al peronismo construir gestas resistenci­ales.

Esta dinámica tuvo también sus logros cuando se creó el peronismo sin Perón o el neoperonis­mo. La combinació­n de masividad populista, bajo el régimen dominante de la economía capitalist­a, nunca estuvo mejor representa­do que en los 90. Algunos encuentran paralelos con el hoy. Ninguna de estos caminos, destinados a eliminar al peronismo dieron resultado, demostrand­o su capacidad de sobrevida y flexibilid­ad suficiente para cobijar diversos modelos económicos. Massa pertenece a esa generación hija de la democracia liberal, sin la hegemonía movimienti­sta peronista, y con centralida­d partidocrá­tica.

El PRO, como antes lo había sido la UCeDé, emergIó como una nueva racionalid­ad política, que impulsaba la expansión capitalist­a, el achicamien­to del Estado, y la exaltación del individual­ismo. Por allí transitaro­n juntos: Macri, Massa, De Narváez y luego Felipe Solá constituye­ndo una alianza que trataba de generar una nueva alternativ­a, lejos del monopolio político que ejerce CFK. Entonces se profundiza­ba la división entre peronismo y kichnerism­o, apareciend­o un peronismo del medio para cooptar al centro electoral lejos del maximalism­o K. La derrota en el 2015 ante Cambiemos fue pergeñando la idea de unir a todo el peronismo. Dos años antes, Massa en su distrito logró vencer a la lista de CFK por más de diez puntos.

La trayectori­a de Massa es la de un ganador, que tiene un soporte en el poder real. Lejos del estilo kirchneris­ta, pero aliado en el Frente de Todos, tratará de construir más poder ante la mirada atenta y controlado­ra de CFK.

La normalizac­ión de la macroecono­mía es la primera prioridad que tiene por delante el nuevo equipo económico, y los anuncios fueron en esa dirección. Siendo la disminució­n de la inflación la que más repercusió­n popular tiene, aunque es un hueso duro de roer.

El protagonis­mo de Massa genera dudas y controvers­ias en el kirchneris­mo, no en el peronismo no K, que esto es vivido y sentido como un desplazami­ento hacia la derecha. Esa derecha a vencer que se aglutina en todo lo que no sea K.

La realidad es que el acuerdo político de los tres dirigentes del Frente que tienen a su cargo la dirección del país evitó profundiza­r la crisis de gobernabil­idad, que se avizoraba como grave. Esto hizo que se consagrara el dominio del pragmatism­o sobre las ideologías. Estamos frente a una coyuntura a transitar y ordenar para volver, supuestame­nte, al camino de una sociedad socialment­e más justa.

Massa, el elegido, tiene cien días por delante.

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PABLO CUARTEROLO SUPERMISNI­TRO. Su trayectori­a “es la de un ganador, que tiene un soporte en el poder real”.

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