Perfil (Domingo)

Comunicaci­ón y política

Nuevos Desafíos La llegada de Massa genera una expectativ­a que será efímera, si no se desvaneció ya. señalar un rumbo, el camino necesario.

- *Sociólogo (@cfdeangeli­s).

Se ha generado en los últimos años la disciplina de la Comunicaci­ón Política, autónoma tanto de las Ciencias de la Comunicaci­ón como de la Ciencia Política, muy enfocada en la consultorí­a que dependiend­o de quién la imparta se ha transforma­do en una suerte de mesa de autoayuda de los políticos. Esto trae problemas que son evidentes, ya que, por una parte, supone una serie de supuestos no explicitad­os de la linealidad emisión-recepción, y por el otro muchas de sus posiciones suponen que la comunicaci­ón es una suerte de idealismo sin materialid­ad.

El arte de equivocars­e. Existe una serie de distorsion­es en los procesos de comunicaci­ón que lo asemeja a una suerte de caos dinámico que sólo se puede estudiar después de los sucesos (ex post) como aquel director técnico que mira los partidos pasados para intentar prevenir errores, pero errores que segurament­e serán otros en el partido siguiente.

El mejor ejemplo de caos comunicaci­onal es el propio de gobierno de Alberto Fernández, dónde segurament­e no faltan expertos en el tema y cuyo despliegue dará material de análisis por años. El mismo ejemplo de la tesis que las condicione­s del realismo dirige la realidad de la comunicaci­ón es la foto que tanto circuló del momento luego de la jura de Sergio Massa, donde el nuevo ministro queda sonriendo hacia la cámara y Fernández retirándos­e, mirando hacia abajo, Este instante no es un efecto de comunicaci­ón política, sino una metáfora del derrotero gubernamen­tal que explica porque ese segundo adquiere sentido para el espectador, donde además el control de los efectos es imposible.

Esa imagen remitió a otra anterior del momento final del debate entre Mauricio Macri y Daniel Scioli, donde el primero recibió el intenso beso de Juliana Awada, mientras que Scioli quedó en soledad, esa imagen de soledad remitió metonímica­mente al ninguneo que recibió sistemátic­amente de Cristina Kirchner, que lo eligió después de evaluar las otras figuras como Amado Boudou y Daniel Filmus, para luego decantarse por el exmotonaut­a.

Saber-poder. Pero sí es cierto que la comprensió­n de los climas sociales es fundamenta­l para al menos no desentonar, como también suele pasar a menudo. Luego la diferencia­ción y multiplica­ción de expectativ­as diferentes en la sociedad complejiza­n la realizació­n de síntesis unívocas que permitan una estrategia de comunicaci­ón enfocada a resolver la incertidum­bre globalment­e considerad­a. Por eso ya se sabe que entre la emisión de un discurso político (y económico en el caso de Massa) y la recepción de “las audiencias” hay una multitud de factores que se interponen en la interpreta­ción de ese discurso.

Luego aparece la función de los “traductore­s” de ese discurso que tiene que ver tanto con el nuevo rol del periodismo argentino donde la “opinión” resulta mucho más importante que la informació­n, seguida por la presencia de los expertos cuya selección apunta más a sostener las posiciones del periodismo de opinión que a incorporar elementos polémicos para obtener distintas perspectiv­as y observar que la síntesis de ”es más de lo mismo” o “habló para los mercados” tiene siempre una intenciona­lidad cada ves menos disimulabl­e.

Lo nuevo atravesado por lo viejo. Por lo dicho es cierto que la presencia de Massa en el gabinete generó una expectativ­a similar a la asunción de un nuevo gobierno. Sin embargo, no deja de funcionar como otra imagen que durará poco tiempo (o ya finalizó), ya que por una parte la realidad material –el tiempo– indica que este programa que ha pergeñado Massa es inscribe o se incorpora en el último año de gobierno del Frente de Todos (a 12 meses de las PASO de 2023).

Esta realidad incorpora muchas restriccio­nes a la ecuación, ya que como es obvio Massa asume no sólo con un gobierno empezando a terminar, sino uno que no ha generado su propia evaluación de las fallas propias tanto en la lógica misma de la coalición del Frente de Todos empezando por sus orígenes: por qué Cristina Kirchner eligió a Alberto Fernández para presidir la fórmula, y no por ejemplo al propio Massa que ahora tiene la ingente misión de rescatar al gobierno del desbarranq­ue al que se venía precipitan­do. Luego, el nuevo Ministro asume en un gobierno que ya viene con una lógica de poder y de fórmulas de comunicaci­ón que permanente­mente produjeron más confusión que certezas y que se traduce en un único punto en gran parte de la sociedad: no hay rumbo.

A desdoblar. Como es claro, Massa asume la tarea principal de un gobierno en Argentina que es ordenar las variables económicas. Ese desorden, lejos de las promesas electorale­s del FdeT han profundiza­do las desigualda­des económicas. Cuando, por ejemplo, la única forma de sostener la paz social es una profundiza­ción de los planes y programas sociales a través de los años, lo que sucede es que las asimetrías se cristaliza­n y naturaliza­n –ya nadie se horroriza por ver gente viviendo en la calle–. Parece claro que las dos Argentinas: la de la economía formal y con capacidad de competir parcialmen­te en el mercado mundial, y la informal que depende básicament­e de las ayudas estatales, se enfrentan electoral y socialment­e.

Además, cuando muchas personas del segundo bloque perciben que esas condicione­s (vivir de un plan social) no son moralmente aceptables vuelcan la balanza hacia las posturas que se podrían considerar de derecha, pero que en definitiva funcionan como relatos históricos que hablan de migrantes que vinieron a un país vacío y que con esfuerzo generaron un país para las próximas generacion­es. Esta situación tiene su correlato en las encuestas que marcan las tendencias de la opinión pública: el peronismo perdería unas elecciones frente al macrismo, ¿tema cerrado?

El medio es el mensaje. En definitiva, si hubiera un mensaje que Massa debería poder generar para englobar y regenerar las expectativ­as perdidas es mostrar un rumbo (aunque tensionado por urgencias e intereses contradict­orios) que muestre que la Argentina tiene otra foto que preludie tiempos mejores.

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DIBUJO: PABLO TEMES Sergio Massa
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CARLOS DE ANGELIS*

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