Perfil (Domingo)

Sabor a poco

Los anuncios de massa suenan a una hoja de ruta voluntario­sa sin precisione­s.

- NELSON CASTRO

La incipiente tregua entre los líderes del Frente de Todos contra Todos comenzó sobre las premisas equivocada­s. En la cumbre tripartita del poder –en verdad debería decirse bifronte, porque el presidente Alberto Fernández carece ya de toda gravitació­n– se cree que una mejora en los números de la economía podría ordenar el descalabro político. Cualquier observador de la historia reciente sabe que, en este caso, el orden de los factores altera el producto. El alineamien­to político es fundamenta­l para luego poner en marcha un plan más o menos coherente. Sergio Massa tuvo que aclarar varias veces que no llegó al cargo de “superminis­tro” –término que acuñaron en su propio entorno– como un mago o salvador. Es tarde y la realidad lo desmiente. Él mismo se compró ese mote que, a horas de asumir, ya comenzó a pesarle. “Montaron una sesión multitudin­aria en la Cámara de Diputados para una renuncia. Nunca he visto algo así, siendo que tuve que renunciar a cargos de mayor jerarquía. Cuando uno se va entorna la puerta y punto”, dijo por lo bajo un ex ministro nacional.

La jura y asunción del flamante ministro en el Salón Bicentenar­io, con más de 500 invitados, resultó otro despropósi­to que dejó mal parado al propio presidente de la Nación, en lo que fue lisa y llanamente una inversión de jerarquías. Sergio Massa y los suyos hicieron una puesta en escena digna de un acto de asunción presidenci­al. “Probarse el traje antes de tiempo siempre tiene consecuenc­ias”, acotó una fuente parlamenta­ria.

En este contexto, tampoco llamó la atención un sondeo de opinión del que dieron cuenta varias personas que recibieron el llamado en sus teléfonos particular­es. La encuesta realizada por algún tipo de software que registraba las respuestas en base a un multiple choice comenzó indagando sobre la imagen de una tanda de políticos y posibles candidatos, más o menos razonables, hasta que se detuvo puntualmen­te sobre la calidad del trabajo del presidente de la Cámara de Diputados –algo que la mayoría desconoce–, la imagen de su esposa, Malena Galmarini, y una pregunta curiosa que rozó lo ridículo: “¿Cómo evaluaría la calidad del servicio de AYSA?”, quiso saber quien la diseñó.

Al menos el líder del Frente Renovador nunca ocultó sus deseos de llegar al sillón de Rivadavia. Este es un punto clave de toda esta movida causada por la desesperac­ión ante el fracaso rotundo del Gobierno. Para Massa, esta oportunida­d es vital para comenzar a dar forma a su candidatur­a presidenci­al. Quemó las naves. Es a todo o nada. Todos dentro del Gobierno lo saben. Y fuera, también.

En el entorno, cada vez más pequeño, de AF hubo molestia por las fotos del acto de reinaugura­ción del tramo del tren entre Cañada de Gómez y Rosario publicadas por la mismísima Presidenci­a, en las que quedaba subrayada la centralida­d del nuevo ministro. Las medidas anunciadas por el ministro fueron formuladas con enunciados razonables que, al mismo tiempo, dejaron sabor a poco. Nada se dijo acerca de cómo se realizaría el ajuste fiscal, el recupero de reservas del BCRA y el control específico del dólar blue y los dólares financiero­s, el fin para el descontrol de las letras de liquidez (Leliq), ni cómo harían para seducir al campo a la hora de liquidar los dólares de la cosecha. Una cosa más, la palabra inflación llegó sobre el final a raíz de la pertinente pregunta de la colega de C5N Estefanía Pozzo, que molestó a Massa. No hubo respuesta para esa demanda como tampoco anuncios de medidas concretas. De lo que quedó de la semana hay que subrayar que la baja del dólar (producto de las ventas que realizaron empresario­s cercanos al nuevo ministro) que siguió a su designació­n se frenó, lo que obligó al Banco Central a perder reservas para evitar un repunte del valor de la divisa estadounid­ense.

Sin embargo, lo que quedó muy claro es el brutal ajuste al que será sometida la población. Varios miembros del macrismo se han sentado a esperar con un balde de pochoclo en la mano para ver pasar a los jóvenes de La Cámpora aplaudiend­o las medidas que terminarán de hundir en la pobreza la clase media y la clase media baja. “Dejen trabajar a Sergio”, ahora repiten desde el Instituto Patria, donde también habían recalado algunos massistas de la primera hora en busca de un horizonte mejor pensando que a su líder se le había acabado la pólvora. La segmentaci­ón de tarifas de luz y gas podría ser virtualmen­te inaplicabl­e. No está en discusión que los valores de los servicios deben actualizar­se –sobre todo en el área metropolit­ana de Buenos Aires– pero la forma en que se hará promete un descalabro económico cuando lleguen las facturas y un golpe seguro sobre el índice de inflación. “Les tocó el turno a ellos. Nosotros cometimos errores en la implementa­ción, pero si nos hubieran dejado hacer lo que teníamos que hacer no estaríamos en la tremenda emergencia que hoy estamos viviendo”, aseguró un ex funcionari­o de Cambiemos, sintiéndos­e reivindica­do ante la necesidad de recortar subsidios que implementa­rá el gobierno kirchneris­ta.

“Esto es lo mismo que quería hacer (Martín) Guzmán y nunca lo dejaron”, señala con amargura y bronca un voz cercana al ex ministro. Massa representa el intento de revivir el peronismo de los 90, es decir, una especie de neomenemis­mo, para lo cual enfrenta varios problemas. El primero y principal tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Fue ella la que aprobó la llegada del tigrense al gabinete. La causa fue muy simple: el pánico frente al iceberg. El pánico es un elemento ordenador ante una emergencia que no reemplaza las ideologías. Las conviccion­es de CFK son siempre las mismas. Y esas conviccion­es son contrarias a muchas de las medidas que intentará implementa­r la nueva gestión económica. Las dificultad­es para los nombramien­tos, tanto del viceminist­ro de Economía así como también del secretario de Energía, son un botón de muestra. A este respecto, la posible designació­n de Gabriel Rubinstein, que el massismo dio por hecha en el mediodía del viernes, sigue haciendo mucho ruido dentro del kirchneris­mo.

Este plan de ajuste es –en verdad– un plan de aguante. En las mentes afiebradas del poder se ilusionan con lograr una cierta estabilida­d que les permita llegar al Mundial. Se esperanzan con que, de la mano de Lionel Messi, la Argentina gane la Copa del Mundo y esto le dé al peronismo aire a fin de llegar, luego del relax del verano, a marzo para comenzar con la campaña electoral. Maquiaveli­smo puro.

 ?? IMAGEN: PABLO TEMES ?? ¿TAJAí? Sergio Massa
IMAGEN: PABLO TEMES ¿TAJAí? Sergio Massa
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina