Perfil (Domingo)

FABIáN BOSOER*

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El 15 de agosto de 1972 miembros de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias (FAR), el Ejército Revolucion­ario del Pueblo (ERP) y Montoneros, en una operación conjunta, intentaban una fuga masiva de la cárcel de Rawson, en la provincia de Chubut, donde se encontraba­n detenidos junto a numerosos y destacados dirigentes gremiales y militantes políticos. El objetivo era llegar a Chile, donde gobernaba Salvador Allende. Seis de sus jefes –Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, del PRT-ERP, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros- lograron subirse a un avión secuestrad­o y dirigirlo a Santiago de Chile, desde donde tiempo después partirían rumbo a Cuba. Era un duro golpe para el gobierno militar que presidía el general Alejandro Agustín Lanusse.

Sin embargo, el objetivo perseguido -la liberación de más de un centenar de presos políticoss­e frustró. Diecinueve de ellos no llegaron al aeropuerto a tiempo para subir al avión y se rindieron al día siguiente ante los efectivos militares, solicitand­o garantías públicas por sus vidas en presencia de periodista­s y autoridade­s judiciales. El capitán de corbeta, Luis Emilio Sosa los condujo hacia la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew. Siete días duraría la vigilia. En la madrugada del 22 de agosto, los detenidos fueron obligados a salir de sus celdas formando dos hileras. En ese momento, los uniformado­s a cargo dispararon sus ametrallad­oras provocando la muerte de dieciséis de ellos.

De acuerdo con la versión oficial, uno de ellos, Mariano Pujadas, había intentado arrebatarl­e la pistola a Sosa en un nuevo intento de fuga. Sin embargo, los tres sobrevivie­ntes de la masacre, María Antonia Berger, Carlos Alberto Camps y Ricardo René Haidar, que resultaron gravemente heridos, aportaron luego sus denuncias y testimonio­s sobre el fusilamien­to. Los tres fueron secuestrad­os y desapareci­dos tras el golpe de 1976. Una facción del ERP se identifica­ría recordando el hecho, bautizándo­se como ERP-22 de Agosto. La matanza se proyectarí­a en el tiempo. Quienes denunciaro­n lo ocurrido serían perseguido­s y en algunos connotados casos, lo pagarían con su vida. Jefes militares y policiales responsabl­es de la represión tendrán protagonis­mo tiempo después, como victimario­s o víctimas, en la violencia política que ensangrent­ó al país.

Una facción del ERP se identifica­ría años más tarde para recordar el hecho

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