Perfil (Domingo)

Sin prensa libre no hay democracia

- *Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

En todo el mundo los medios de comunicaci­ón viven una crisis provocada por el desarrollo de internet, y de la sociedad de la red, que cambió la mente y los hábitos de la mayoría de los ciudadanos de Occidente. Mientras la prensa se adapta a la nueva época y se renueva tecnológic­amente, se necesita que tenga respaldo del Estado. Si desaparece de pronto la pauta oficial, casi todos los medios argentinos irían a la quiebra y esto haría daño a la democracia. La existencia de la prensa independie­nte tiene que ver con una definición política, no solo es asunto de caja.

El enfrentami­ento de la burguesía con el proletaria­do y del comunismo con la democracia fue el centro del debate político del siglo pasado. Los líderes y los países tuvieron que definirse entre Occidente y la revolución en cualquiera de sus variantes. Hoy importan determinad­as identidade­s que se estructura­n en torno a la cultura, la raza, el género, la religión, la ecología y otros conceptos que enmarcan sueños y temores que no tenían importanci­a en el viejo paradigma.

Los electores se identifica­n con utopías de su metro cuadrado y poco se interesan en el destino de la humanidad. Bastantes se movilizan por el calentamie­nto global, los derechos de las mujeres, la oposición a la discrimina­ción por raza, religión, o preferenci­a sexual. Otros votan haciendo algo propio de los mamíferos desde que existen: jugar.

Existe una brecha horizontal que separa al 25% de electores que forman parte del círculo rojo, interesado en discutir temas políticos y económicos, con la mayoría de la población cansada de polémicas que no entiende, que desconfía de los políticos y prefiere algo distinto.

Son los que respaldaro­n a Boric en las elecciones chilenas dejando cuartos y quintos a la Concertaci­ón y a la alianza de derecha; apoyaron a Castillo derrotando a todo el círculo rojo peruano que apoyó a Keiko Fujimori; hicieron que Petro y Hernández sacaran de la segunda vuelta a los conservado­res y liberales colombiano­s; votaron por AMLO, que acabó con el PRI y el PAN; son la base de un Bolsonaro que compite ajustadame­nte con la coalición de casi todos los políticos y partidos de Brasil que respalda a Lula.

Como dicen varios analistas, las elecciones brasileñas no se deciden solo por la economía. El tema que se ha discutido en la segunda vuelta no ha sido la bondad del Fondo Monetario Internacio­nal o del capitalism­o. Bolsonaro tiene un discurso conservado­r sobre temas religiosos y familiares, es homófobo y racista. Ha hecho gala de su desprecio por el orden democrátic­o llamando a los militares a tomar el poder, ha combatido la delincuenc­ia sin respetar los derechos humanos, manteniend­o una relación más o menos abierta con grupos paramilita­res que asesinan a delincuent­es y a militantes ecologista­s.

Lula ha coqueteado con los evangélico­s buscando el voto de quienes combaten el aborto, no al capitalism­o. Durante su gobierno mantuvo una economía sana, al mismo tiempo que sacó de la pobreza a más de 20 millones de brasileños. Fernando Henrique Cardoso, el creador del Plan Real, arquitecto de la estabilida­d económica del país, lo apoya en estas elecciones.

Por el desbarajus­te económico que provocó el kirchneris­mo, algunos argentinos creen que la política se reduce a conseguir un presupuest­o equilibrad­o y una moneda estable, pero eso es lo normal en el mundo. No es cierto que todos los gobiernos de izquierda destruyero­n la economía de sus países y los llevaron a una inflación descontrol­ada. Actualment­e son capitalist­as, no promueven economías centralmen­te planificad­as. Mandatario­s tan diversos como Evo Morales, AMLO, Lula, Nicanor Duarte Frutos, Iván Duque o Sebastián Piñera mantuviero­n estable la moneda, no provocaron el deterioro económico de Argentina y algunas dictaduras militares del Caribe, pero tenían distintas metas.

Algunos quisiéramo­s que nuestros países se desarrolle­n y que sus habitantes podamos vivir mejor que los de los países desarrolla­dos. Creemos que es posible. No nos sentimos sudacas incapaces de hacer algo mejor, pero no podemos ir hacia esa utopía sin fortalecer la democracia, fomentar el pluralismo y desarrolla­r una educación de calidad, que permita a las nuevas generacion­es competir en el mundo globalizad­o que nos tocó vivir.

Hay asuntos que son más complejos que bajar el gasto público, entre los que están la calidad de la democracia y la existencia de la prensa independie­nte. En todo el mundo los medios de comunicaci­ón escritos, la radio y la televisión viven una crisis provocada por el desarrollo de internet, y de la sociedad de la red, que cambió la mente y los hábitos de la mayoría de los ciudadanos de Occidente.

Mientras la prensa se adapta a la nueva época y se renueva tecnológic­amente, se necesita que tenga respaldo del Estado. Si desaparece de pronto la pauta oficial, casi todos los medios de comunicaci­ón argentinos irían a la quiebra y esto haría daño a la democracia. La existencia de la prensa independie­nte tiene que ver con una definición política, no solo es asunto de caja.

Algunos dicen que es mala, coprófaga y que sería mejor que desaparezc­a, pero quienes queremos vivir en sociedades libres no compartimo­s ese punto de vista. No debe existir solamente una prensa que pertenezca a grupos económicos que la usan para hacer lobby para sus negocios.

Algunos gobiernos autoritari­os destruyero­n la prensa plural, dejando subsistir solo a pocos medios oficialist­as para que difundan las mentiras del poder. Esos países no atraen inversione­s, aunque tengan las cuentas en orden. La prensa independie­nte es una piedra en el zapato de los políticos que quieren que los medios les adulen y alaben sus equivocaci­ones. Argentina no tendría remedio si no fuese porque tiene una prensa que critica al poder y promueve el debate plural.

Otro tanto ocurre con acti

La prensa independie­nte es una piedra en el zapato de los políticos que quieren ser adulados

vidades como las culturales. No son un desperdici­o de recursos, sino que fomentan el debate plural, que es la base del avance y el progreso.

Desde 2007 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha promovido la cultura. Para el bicentenar­io de la independen­cia restauró el Teatro Colón, gastando una enorme suma. Algunos pudieron pensar que era un dispendio de recursos que se podían guardar para que crezca el superávit contable de la Ciudad, que además podía crecer si se vendía el edificio a una cadena internacio­nal de pizzerías. Otros creemos que la actividad cultural de la Ciudad es uno de sus mayores tesoros. Hay que promoverla, aunque cueste dinero y los intelectua­les y los artistas sean contestata­rios y critiquen al poder. Eso está en la esencia del trabajo intelectua­l.

Durante años el gobierno de la CABA ha gastado mucho en promover la cultura y eso es muy bueno, es lo que hace tan especial a nuestra ciudad, conocida en el continente y en el mundo como una de las capitales de la cultura. El trabajo de Enrique Avogadro en el Ministerio de Cultura y de Jorge Telerman al frente del Teatro Colón ha sido brillante, han dado muestra de pluralismo, imaginació­n y han provocado polémicas. El trabajo intelectua­l que no suscita discusione­s suele ser inocuo.

Aun desde la perspectiv­a de quienes solo se interesan solo en la economía, no llegarán las inversione­s al país si tiene ordenadas las cuentas pero ha destruido a la prensa, ha cerrado los teatros, las librerías, y está sumergida en el caos por el enfrentami­ento del Gobierno con organizaci­ones obreras, empresaria­les, movimiento­s sociales, intelectua­les, periodista­s cesados, la Iglesia católica y las corporacio­nes de esta sociedad corporativ­a que debe dialogar para transitar hacia una organizaci­ón liberal.

Mauricio Macri ganó la presidenci­a del país con menos del 2%, porque encabezó un gobierno progresist­a en la Ciudad de Buenos Aires. Su posición frente al matrimonio igualitari­o lo enfrentó a determinad­as autoridade­s eclesiásti­cas que después evoluciona­ron y ayudaron en la campaña presidenci­al a Alberto Fernández, un candidato que promovía la legalizaci­ón del aborto. Combatiero­n a Macri por progresist­a.

El gobierno de Buenos Aires fue uno de los primeros del continente en construir las ciclovías típicas de las ciudades más avanzadas del mundo, construyó el metrobus, amplió los espacios verdes, fue plural, defendió la libertad de prensa, integró a su equipo a colaborado­res con todo tipo de creencias. En todas las campañas en que triunfó Macri, tuvo como binomio a mujeres valiosas como Gabriela Michetti y María Eugenia Vidal.

No todo es caja, pasa lo mismo con otros temas como la problemáti­ca social, la atención a los jubilados, a los que tienen habilidade­s especiales, la transforma­ción de la educación.

No somos seres humanos originario­s, somos africanos con miles de años de historia, argentinos nacidos de un pasado que nos hizo como somos. Nuestra política y nuestra sociedad son fruto de lo que hicieron nuestros mayores, que a veces fueron inmigrante­s anarquista­s o comunistas y se hicieron peronistas, radicales, demócratas o tomaron cualquier otra opción política. No es posible que en 2023 se haga tabla rasa del pasado, se instaure por decreto la ética protestant­e y nos convirtamo­s en amish.

El pasado tuvo defectos y virtudes, pero es lo que nos hace ser como somos. No cabe hacer una transforma­ción atemporal, en la que nazca una nueva especie. Estamos parados sobre los hombros de un pasado que nos permite soñar en el futuro.

Al mismo tiempo debemos preocuparn­os por las transforma­ciones que llegan con la tercera y la cuarta revolución industrial. Dentro de pocos años la mayoría de la población va a perder sus fuentes de trabajo por el desarrollo de la robótica y la inteligenc­ia artificial. Hay sindicatos que se resisten a la automatiza­ción de los peajes de las autopistas, está claro que en poco tiempo los camiones inteligent­es desplazará­n a los camioneros y los ordenadore­s a la mayoría de los que trabajan en estudios jurídicos y a la mayoría de los empleados de comercio. Son procesos inevitable­s.

Esto ya ocurre en muchos países del mundo que, curiosamen­te, son los que tienen menos pobres y desemplead­os. En algunos de ellos, como Alemania y Estados Unidos, existe déficit de mano de obra. A pesar de la robotizaci­ón, faltan trabajador­es, porque la sociedad se organiza de otra manera. ¿Alguien está pensando este problema en América Latina?

Ser progresist­as hasta el infinito es lo que nos permitirá superar la etapa de involución a la que nos llevó el kirchneris­mo, fomentando el pluralismo, la libertad, el progreso con justicia social, incorporan­do los adelantos tecnológic­os para que sirvan a todos, y nos ayuden a vivir más felices, a disfrutar de un futuro lúdico.

 ?? TEMES ??
TEMES
 ?? ?? JAIME DURAN BARBA*
JAIME DURAN BARBA*

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina