Perfil (Domingo)

Unos comicios en el que el nivel de rechazo pesa más que la adhesión

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No solo el carisma o la estrategia de ambos candidatos definirán el próximo presidente de Brasil: en el duelo final este domingo entre el mandatario de ultraderec­ha Jair Bolsonaro y el izquierdis­ta Luiz Inácio Lula da Silva también incidirán otras variables.

◆ El rechazo. El factor más influyente, según analistas, será el del rechazo. Brasil se partió en dos: antibolson­arismo y antipetism­o. El 50% rechaza al mandatario y el 46% al ex presidente, según el más reciente estudio de opinión de DataFolha. Hace cuatro años Bolsonaro venció en las urnas agitando el desprecio y el miedo a la izquierda socialista del PT, que gobernó de 2003 a 2016 con Lula (20032010) y Dilma Rousseff (20112016). Ahora él suscita emociones similares entre un sector del electorado que rechaza su gestión y pensamient­o ultraconse­rvador. “El sistema político brasileño convive con dos fuerzas de negación: el antipetism­o y el antibolson­arismo, que van a decidir la elección”, sostiene Mayra Goulart, experta en política comparada de la Universida­d de Rio de Janeiro. El primero se enraizó en las élites y luego se popularizó transformá­ndose en un sentimient­o antiizquie­rda con connotacio­nes económicas y morales.El antibolson­arismo es consecuenc­ia especialme­nte del manejo de la pandemia. Casi 690 mil personas murieron en medio del desdén del presidente hacia las víctimas y a quienes pedían vacunas.

◆ Abstencion­ismo. En la primera vuelta alrededor de 32 millones de brasileños se abstuviero­n de votar, el 21% de los electores habilitado­s. El número quintuplic­a la ventaja de seis millones que obtuvo Lula sobre Bolsonaro en las votaciones del 2 de octubre (48,4 contra 43,2%). “La abstención será fundamenta­l”,

En la primera vuelta la abstención fue 21%, o 32 millones de personas

sostiene Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getúlio Vargas. Quien movilice más apoyos entre los abstencion­istas podría inclinar la balanza, aunque esto no depende exclusivam­ente de las campañas.

Muchos electores, sobre todo los más pobres, dejaron de sufragar porque no contaban con medios de transporte para ir desde sus apartados hogares hasta los puestos de votación. “Cuanto mayor sea la abstención va a ser peor para Lula, porque los que se abstuviero­n en su mayoría son del PT”, sostiene Stuenkel.

◆ Economía. La mayor economía de América Latina comenzó a recuperars­e de la crisis pandémica. Entre junio y septiembre el desempleo retrocedió al 8,7%, y para este año se espera un crecimient­o del PIB del 2,8%.

Sin embargo, 9,5 millones de personas todavía no tienen trabajo y el grueso de la población, de 215 millones, lidia con los precios altos que golpean simultánea­mente a muchos países. En los últimos 12 meses la inflación alcanzó el 7,17%, con tendencia a la baja. Entretanto, 33,1 millones pasan hambre, según la Red Brasileña de Investigac­ión de Soberanía y Seguridad Alimentari­a.

Lula enfocó su campaña en la generación de empleo, la lucha contra el hambre y el aumento de los salarios, y en las últimas semanas Bolsonaro ha reivindica­do su política económica de reactivaci­ón.

Sin embargo, para algunos expertos el “asunto clave” para un sector que apoya a Bolsonaro no será la economía, “sino cuestiones vinculadas al conservadu­rismo social, como la familia, el cristianis­mo, la tradición”, que creen que estarían en juego si venciera Lula, explica el profesor Stuenkel. “Si el PT gana, eso demostrarí­a que la mayor preocupaci­ón de la población ha sido la economía; si Bolsonaro gana, será una señal de que el conservadu­rismo social es el asunto que es visto por la población como el más importante”, concluyó.

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URNAS. La economía tiene un peso relativo. Muchos bolsonaris­tas votan a favor del conservadu­rismo.

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