Clubes de caballeros
Causó sorpresa y estupor el respaldo de la Cámara Civil a la decisión de la Inspección General de Justicia que instó al Jockey Club a integrar con socias mujeres la comisión directiva de esa institución.
El desconcierto ante una resolución semejante acaso se debe a que desde 1882, cuando se fundó el tradicional club, su meta era asociar solo a los caballeros interesados en el turf y en adoptar reglas adecuadas para las carreras de caballos, y progresivamente su sede sirvió para actividades sociales para su selecto grupo de socios.
Es oportuno recordar que los clubes de caballeros tuvieron su origen en Londres en el siglo XVIII y su propósito era ofrecer un ámbito lujoso y tranquilo a los hombres destacados de la aristocracia, que incluía sala de lectura, biblioteca, comedor, salas de billar, salones de fiesta, salas de juego y a veces gimnasios y dormitorios. En la sala de lectura el silencio era absoluto y en los salones para socializar los tópicos de las conversaciones incluían la política, los movimientos de las acciones en la bolsa, los viajes, los resultados de las carreras o la marcha de los negocios, todos temas que entonces no interesaban a las damas. Las solicitudes de membresía debían ser avaladas por dos socios y eran analizadas por un comité que determinaba si el postulante era rechazado con la “bolilla negra” o si era aceptado como miembro.
Uno de esos selectos y más antiguos clubes de Londres es
The
Reform
Club, en el lado sur de Pall
Mall, inaugurado en
1841, cuya sede fue diseñada por el arquitecto Sir Charles Barry. Los que ni siquiera lo han contemplado desde afuera durante un viaje a Londres han podido verlo en detalle en dos escenas del film La vuelta al mundo en 80 días, de Michael Anderson. Al comienzo de la película, que transcurre en 1872, el personaje de Phileas Fogg que compone David Niven, durante una conversación en un salón de ese club, apuesta a cuatro socios que podría hacer un viaje alrededor del mundo en solo 80 días. Al concluir la película ingresa al club y la princesa Aouda, a quien rescató en la India, lo sigue detrás. Fogg le dice: “Debes salir, querida, jamás una mujer puso un pie en este club”. Ella pregunta: “¿Por qué?”, y él le explica: “Porque eso podría provocar el fin del Imperio Británico”.
Esa escena tal vez ayudaría a la jueza que emitió el fallo a comprender por qué los clubes de caballeros no admitían mujeres. Algo similar ocurría en los clubes de damas, en los que en contrapartida las mujeres podían disfrutar de un entorno socializando entre ellas sin ser molestadas por los hombres.n