Pelucas solidarias
La ONG Pelucas de Esperanza, que nació en Gualeguaychú, las confecciona para mujeres que se están sometiendo a quimioterapia con pelo que dona la gente.
“Hay gente que no te enterás que está en tratamiento, pero cuando el pelo se cae, no hay posibilidad de ocultar la enfermedad. El pelo es la cuestión más visible”, reconoce a PERFIL la psicooncóloga Luciana Pach. “El pelo está en la cabeza y cuando uno mira a alguien lo hace a la cara y verse pelada cuesta”.
Con el sentido de acompañar este transitar desde la ONG Pelucas de Esperanza confeccionan pelucas con pelo que la gente dona para luego prestarlas, de manera gratuita, a niñas y mujeres con cáncer que están en su etapa de quimioterapia. Actualmente, esta organización con su casa central en Gualeguaychú, Entre Ríos, cuenta con 17 filiales en todo el país y una en Uruguay.
Orígenes. “Un día cae a la peluquería una famosa reina del carnaval de Gualeguaychú con una cajita de zapatos. Ella se iba a rapar el cabello porque comenzaba quimio y lo quería guardar. Entre su tristeza por la noticia de su enfermedad para ella lo peor era la pérdida de su cabello y que su hijita la viera peladita”, inicia el relato Evangelina García Blanco, maquilladora, cosmiatra y esteticista, creadora y directora de Pelucas de Esperanza.
“Su hermano le había comprado una peluca de kanekalon (similar al natural, pero de plástico), nada que ver con su larga cabellera. Armé un grupo de Facebook público pidiendo pelucas en desuso y al otro día me llené de mensajes. Así formé un banco de pelucas” sintetiza.
“Después en 2011 se enfermó una empleada y ahí junto con su hermana sacamos cortinas que teníamos y mirando en YouTube hicimos la primera peluca de pelo natural con breteles del corpiño y elásticos de bombachas”.
Así esta ONG creció y según los números de García Blanco, hasta diciembre de 2021 hicieron unas 30 mil pelucas y están presentes en diferentes provincias argentinas y en Uruguay. Sus filiales en Entre Ríos son en Paraná, Crespo, Concepción del Uruguay, Rosario del Tala, Cerrito, Feliciano, Federación, Concordia, Villaguay y Gualeguay. En Santa Fe están en Villa Mugueta, en Córdoba en Embalse, Arroyito y Freyre y en Buenos Aires en Las Heras y Ramallo.
Cómo funciona. Loly Gassmann, representante de la filial de Crespo explica a PERFIL: “somos
Hasta diciembre de 2021 hicieron 30 mil pelucas. Tienen sedes en Buenos Aires, Santa Fe, entre ríos, Córdoba y Uruguay
un centro de recepción de donación de pelo o insumos (champú, crema de enjuague, casquete para hacer las pelucas). Estas recepciones son llevadas al taller en Gualeguaychú donde voluntarias las cosen y confeccionan”. Agrega que “se prestan a pacientes oncológicas por el tiempo que las necesiten y luego se devuelven, se las acondiciona y se las presta de nuevo a otra persona”.
Gassmann detalla que cuando una paciente quiere tener una peluca, se debe comunicar con la filial más cercana y allí le solicitan una foto en la que tenga pelo. Esta imagen se deriva al taller de Gualeguaychú donde se ve si tienen una peluca disponible y que sea lo más similar al pelo y color que tenía la paciente. Si hay, desde la sede central la mandan a la filial que la solicitó y en el caso contrario, queda en lista de espera hasta que otra persona devuelva alguna o se pueda hacer.
Este procedimiento también va acompañado de otros papeles como la fotocopia de DNI, una constancia que acredite que es paciente oncológico y alguien que se va a hacer responsable.
Los pedidos de pelucas son más para las jóvenes y adultas. Para niñas “no hay casi pedidos porque suele pasar que están internadas con otras nenas peladitas, pero también se hacen”, explica Gassmann. “Para estos casos las costureras utilizan el pelo virgen que no está dañado o teñido”.
En cuanto al momento de recibir la peluca las personas tienen diferentes actitudes. “Algunas presentan cierta resistencia. Les cuesta adaptarse o encariñarse con algo extraño al cuerpo porque no siempre se consigue el mismo tono o largo. Otras se calzan la peluca y salen”, dice la representante de filial Crespo.
Por qué el pelo. La licenciada Pach profundiza en el tema. “El paciente cuando necesita la peluca es porque ya tiene un diagnóstico o ya está con quimio”, sostiene. En un principio, “se corta el pelo más corto, porque se le empieza a caer. Después ya le queda en la almohada, en la cama, en la toalla, se queda con el mechón de pelos en la mano y empieza a sentir intolerancia a eso. Después muchas deciden raparse”, detalla.
La psicóloga considera que el pelo es una cuestión más social. “Normalmente, a la peluca en su casa no la usan y al principio evitan los espejos y no quieren
verse”, dice y amplia. “Lo mismo pasa con la mastectomía. Después se empiezan a mirar y ven que no son feas peladas y que les queda lindo el pelo corto, cuando ya les empieza a crecer. Así reconocen que lo más valioso es la vida, no el pelo”.
Pach reflexiona “en este transitar de algo tan delicado se enfrentan a la vulnerabilidad, la fragilidad y a la idea de muerte, por eso es fundamental el acompañamiento familiar, afectivo, porque “muchas veces es familiar, pero no afectivo”.
Por eso, desde la filial Crespo “no solo ayudamos a encontrar la peluca, sino que trabajamos desde un área social más vinculada a una articulación con profesionales que trabajen los aspectos más integrales de ese paciente. La persona no es únicamente un cuerpo”, dice.
Sin distinción. Según el registro con el que cuenta Pelucas de Esperanza filial Crespo desde fines 2016 a la actualidad, han recibido unas 7 mil donaciones de pelo, a lo que aclara la psicooncóloga de filial Crespo que para “hacer una peluca se necesitan entre cinco y siete donaciones, no es que con una hacés una peluca”.
Las voluntarias de esta filial reconocen que han tenido una buena recepción y empatía frente a esta causa. Gassman ejemplifica que “hay hombres que hicieron alguna promesa y se dejaron crecer el pelo para luego donarlo o por la difusión, antes el pelo de un corte se tiraba; ahora, muchas peluqueras lo guardan y nos lo entregan”.
Para donar el cabello no hay edad, sexo o tipo o color. Gassmann admite que no importan que el pelo haya sufrido algún tratamiento como teñido o alisado, o que el pelo tenga canas. Como requisito para donar el cabello tiene que tener 20 cm o más de largo, estar separado y atado con gomitas y “en caso de que se mande por correspondencia el pelo tiene que estar seco”, dice.
Pach de la filial Crespo, concluye con un consejo vinculado al cáncer: “el autoexamen es importante una vez al mes y una vez al año desde los 40 años hasta que la paciente fallece de forma natural hay que hacer la mamografía. Ningún estudio supera la mamografía. También hay que cuidarse en lo que uno come y cuidar nuestras emociones, porque nuestro cuerpo es nuestra casa”.