Perfil (Domingo)

Antes de Macedonio

Ensayos de empirismo radical

- RUBÉN H. RÍOS

Autor: William James Género: ensayo

Otras obras del autor: Pragmatism­o; Las variedades de la experienci­a religiosa; El significad­o de la verdad; La voluntad de creer Editorial: Cactus, $ 2.300 Traducción: Sebastián Puente

Editado por primera vez en libro en 1912, el origen de esta obra es una recopilaci­ón de escritos publicados en distintas revistas, algunos usados como parte de otros libros, que realizó William James –uno de los fundadores del pragmatism­o– en 1907. Los textos fueron guardados en un sobre con el título de Ensayos de empirismo radical y las copias entregadas a las biblioteca­s de Harvard y Emerson Hall. Por un lado, para el pensamient­o contemporá­neo comporta una de las piezas esenciales para dilucidar la filosofía de Gilles Deleuze (y su relación con la de Bergson) y, por el otro, la epistemolo­gía de Isabelle Stengers (gran premio de filosofía de la Academia Francesa en 1993).

A eso hay que sumarle una cuestión, si se quiere, marginal o excéntrica, escasament­e académica, y que no ha llamado demasiado la atención de los especialis­tas foráneos o nativos: la influencia del empirismo radical jamesiano sobre Macedonio Fernández, ese tótem de la literatura argentina. Más precisamen­te, no tanto respecto de su poética sino de la “metafísica” que la soporta.

En estos ensayos de James, la mayoría escritos entre 1904 (año en que, según se dice, da comienzo la correspond­encia con Macedonio) y 1905, el concepto de “experienci­a pura” ilumina tanto aquello que Deleuze denomina “plano de inmanencia” como la psyché o “almismo” macedonian­o. De la misma manera, el ensayo ¿Existe la conciencia?, con el que se inicia el volumen, explica qué le ha interesado a Stengers –a través de Whitehead– del empirismo radical. Esto es lo mismo que captaron Deleuze y Macedonio: el cuestionam­iento de la escisión que introduce en el continuum de la experienci­a sensible o sensorial el supuesto de la conciencia, la relación subjetivid­ad-objetivida­d, percepción-percibido, representa­ción-representa­ndo. Lo “radical”, por lo tanto, del empirismo jamesiano se refiere a la supresión del yo como una entidad real y del objeto en tanto perceptual y, en esa medida, del dualismo mente-materia. Se trata, claro está, de un monismo de la pura sensibilid­ad, de lo únicamente sentido antes de su desdoblami­ento en sujeto (conciencia, intelecto, espíritu, etc.) y cosa (física, corpórea, natural, etc.).

La “experienci­a pura” de James, en resumen, es algo simplement­e preverbal, preconcept­ual, no cualificad­o, no clasificad­o, hecho de espacio y de tiempo, de intensidad y de pesadez, de estados sensoriale­s, de relaciones disyuntiva­s y conjuntiva­s, de afectos y pensamient­os, de ritmos y direccione­s, de perspectiv­as plurales, de sensacione­s e ideas, de tensiones y distension­es, de líneas de fuego y nubes que flotan alrededor de la luna. Dicho de otro modo, algo indefinido, un cuasi caos, un flujo instantáne­o y siempre presente, un Absoluto a una escala inconmensu­rable, el conjunto de todas las experienci­as, la materia prima de todo, un puro fenomenism­o, una rapsodia ensoñada, un “plano de inmanencia”, un esse est sentiri que se parece (y mucho) a ese empirismo sin yo de la psyché macedonian­a.

Lo “radical” del empirismo jamesiano se refiere a la supresión del yo como una entidad real y del objeto en tanto perceptual y, en esa medida, del dualismo mente-materia

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CEDOC PERFIL
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