Larreta con acciones en baja y Bullrich sin límites
La frase se viene repitiendo en las conversaciones de dirigentes de Juntos por el Cambio y, sobre todo, del PRO. “Lo veo mal a Horacio”, dicen los más duros sobre las posibilidades de Rodríguez Larreta. Los más contemplativos titubean, pero reconocen que su campaña no avanza como lo esperaban. En paralelo, la figura de Patricia Bullrich se percibe cada vez más consolidada pero allí las dudas afloran por el lado opuesto: “¿Cuál es su límite?”, se preguntan luego de ver el viralizado video donde amenaza a Felipe Miguel con romperle la cara.
Con esa tensión manifiesta avanza la disputa entre los dos principales candidatos a presidente que tiene el PRO, que se volverán a ver cara a cara el próximo martes, en Olivos, en una reunión convocada por Mauricio Macri y de la que también participarán María Eugenia Vidal (otra presidenciable) y los jefes de bloque Cristian Ritondo y Humberto Schiavonni.
“No quiere ordenar”, aseguran cerca de Macri, luego de que se filtrara desde el entorno de Bullrich que ella planteaba que
“nadie la ordena”. “Quiere que se calmen las aguas”, agregan. Es que el clima que se vive en el PRO es de convulsión, sobre todo para un partido poco acostumbrado a las internas. La única vez, entre Larreta y Gabriela Michetti, tenía a gran parte del partido alineado con el primero, con Macri a la cabeza.
Cerca de la exministra de Seguridad hay quienes creen que no tiene sentido difundir ese tipo de posicionamientos, porque podrían generar una tensión donde hoy no la tienen: en la línea con Macri. Como también generó ruidos las críticas a sus propios diputados al votar una ley que prohíbe desalojos en barrios populares. Posturas que, al igual que el video con el jefe de Gabinete porteño, consolidan el voto propio pero dificultan el acceso a nuevos. Los límites que preocupan.
En tanto, los problemas para el jefe de Gobierno porteño hoy crecen al ver que cada vez más dirigentes de peso se animan a una foto con Bullrich. Jorge Macri dio el puntapié inicial en el ámbito porteño y Cristian Ritondo en el bonaerense. Se sumaron esta semana Néstor Grindetti y Diego Valenzuela, hombres que jugaron con el tándem Larreta-Santilli en 2021.
Desde Uspallata, como contrapartida, empezaron a acelerar los acuerdos con gran parte del radicalismo y la Coalición Cívica. Los une, más que nada, el rechazo a una candidatura de Macri y, en menor orden, de Bullrich. “Horacio tiene que ser un conquistador y jugar a ser disruptivo, desde la política y desde lo discursivo”, advierte uno de los operadores del larretismo. Por las dudas, y ante tantos acuerdos que buscará cerrar, en charlas informales Larreta ya le advirtió a dirigentes de su equipo: “Sepan que si llegamos no va a haber mucho lugar para los míos”.
Para los que empiezan a dudar de las chances de Larreta, además, el principal problema lo empiezan a ver en números. Aseguran que en escenarios de intención de voto tanto Bullrich como Macri están por encima suyo. Y si Macri no juega sus votos se trasladan 2 a 1 en favor de la titular del PRO. En cuanto a imagen, describen que le subió la negativa. Un encuestador, que conoce bien el paño macrista, pone en duda que Bullrich esté arriba pero ratifica la caída de Larreta: “Horacio puso en juego un montón de aprobación sin que eso le trajera votos”. Y a futuro enciende más interrogantes: “La sociedad va a querer candidatos nítidos y Horacio con el juego del amplio termina siendo ambiguo para algunos”. También deja una advertencia para Bullrich: “Cuidado con no tener límites… el kirchnerismo no tiene límites”. En sus trabajos todavía tiene que las imágenes de los dos “cohabitan”. “No hay una dicotomía en el elector, como parece hacia afuera. Pero ojo que si eso pasa se termina Juntos por el Cambio”, analiza.
Cerca del alcalde miran sondeos, grupos focales y entrevistas en profundidad para sostener que el panorama lo sigue posicionando como el más competitivo. “Los extremos son más bulliciosos, pero no tan voluminosos”, describen y destacan que Bullrich está competitiva “pero no tanto como se está reflejando”.
Se vienen meses intensos, donde cada movimiento en falso puede ser determinante. Mientras tanto, Larreta y Bullrich seguirán midiéndose, con desconfianza, y ante el temor de los aliados de que la interna los termine desgastando.
“las imágenes de los dos todavía cohabitan, no hay una dicotomía en el elector.”
D ANGELIS*
Una creencia extendida en el progresismo argentino es que la política y su ejercicio se iban a encargar de solucionar los problemas del país.
Esa idea de política se la ha asociado a la democracia y desde la definición fundante de Raúl Alfonsín que con la democracia se iba a comer, a curar y a educar, se esperó mucho desde una forma particular de gobierno. Casi cuarenta años más tarde de la recuperación de la democracia, prácticamente nadie sigue creyendo en que la dirigencia política argentina tenga las herramientas o el interés genuino en un proyecto de país que genere el bienestar de la sociedad, y que sepa cómo producir simultáneamente riqueza y equidad.
Pero la dirigencia política no nació de un huevo y de alguna forma reproduce tanto los valores generales de la sociedad como las correlaciones de fuerzas, todo puesto bajo el paraguas del sistema representativo.
La idea de representación siempre ha sido vaga, y no le quita ambigüedad que la palabra figure en el primer renglón del Preámbulo de la Constitución Nacional.
Al menos se puede pensar la representación en tres sentidos:
Primero, en el plano sociológico, donde el representante sería similar al representado (por clase o estrato social), elemento desde el vamos refutado.
En segunda instancia, que la coincidencia se vincule a la ideología, es decir, un pacto que asegure la correspondencia de un conjunto de ideas desde la izquierda hasta la derecha, desde los conservadores hasta los progresistas, etcétera.
Un tercer sentido de orden territorial, más cercano al marco político de la construcción de la CN de 1953 que reflejaba tanto los triunfos militares de la guerra civil de las tropas de Mitre y Urquiza sobre Rosas y