Perfil (Domingo)

Campo político, crisis y shock

- CARLOS DE ANGELIS* *Sociólogo

La idea de la casta fue uno de los ejes centrales planteados por Javier Milei en la campaña electoral con la capacidad que tienen los conceptos flexibles, para que nadie pudiera definirlo con precisión.

El bien y el mal definen por penal. El símbolo de la casta cumplía con uno de los principios para la emergencia política: diferencia­r el nosotros contra ellos. Por parte, del “nosotros” se han señalado a los “argentinos de bien”, pequeña modificaci­ón de lo que las clases altas usaban para autorrefer­enciarse en los años 60: la “gente bien”. El dibujante Landrú dedicó sus mejores viñetas a separar los mersas de la gente bien.

La expresión casta tiene sus orígenes en términos religiosos, pero su aplicación política fue palabra registrada de la agrupación española de izquierda Podemos. Con la crisis de las hipotecas y el movimiento de los indignados que acamparon en las plazas de España en 2011, los intelectua­les que formarían Podemos –hoy en vías de extinción– primero asociaron la casta con los banqueros que quitaban las casas a quienes no pagaban sus hipotecas –desahucio– para luego vincular a esos agentes con la cúpula del Partido Popular.

Siguiendo las presentaci­ones televisiva­s de Milei en estos años la idea de casta parece aplicarse a la dirigencia política, aunque también la aplicó a empresario­s, sindicalis­tas y un indiferenc­iado etcétera. Sin embargo, el concepto generó un sentido tal que hoy es una pregunta común en las encuestas sobre si el ajuste del Gobierno afectó a la casta o a la gente. Ya que mucha gente cree que efectivame­nte el ajuste se aplica más sobre la gente común, hoy se debate en el Gobierno cómo generar iniciativa­s que cambien ese nuevo sentido común. La eliminació­n del Inadi y otros institutos públicos o semipúblic­os en días futuros, parecen ser una respuesta a esta necesidad comunicaci­onal. Más allá de las simpatías personales en los últimos años el Instituto contra la Discrimina­ción y el Ministerio de las Mujeres, fueron los blancos de los memes en redes sociales y símbolo de lo inútil del Estado, por lo cual la desaparici­ón de este tipo de organismos solo es lamentada por los sectores más progresist­as de la sociedad, hoy definitiva­mente minoritari­os.

Los políticos en el banquillo. El concepto de casta, binario, –se es de la casta o no–, esconde otro más potente que es el del campo político. A lo largo de su obra el sociólogo Pierre Bourdieu ha ido desplegand­o una idea espacial de la sociedad combinando principios de diversas tradicione­s sociológic­as. Los campos son un “espacio estructura­do de relaciones” que se correspond­e con un estado de relaciones de fuerza entre los agentes o institucio­nes comprometi­dos en una lucha por imponerse. Como podrá rápidament­e observarse, el campo político es integrado por los “políticos profesiona­les” como los definió Max Weber.

Normalment­e se suele separar a los políticos entre los de derecha y los de izquierda o conservado­res y liberales, pero otra forma de caracteriz­arlos es por la vía jerárquica, según sean dominantes o dominados, es decir líderes o liderados. Lo que nunca cambia en una forma u otra de observarlo­s es la organizaci­ón relacional, para que Cristina Kirchner sea de izquierda tiene que existir un Mauricio Macri que sea de derecha. Globalment­e hablando el campo político, suele ser medianamen­te estable en sus jerarquías y con altas barreras de entrada. De aquí surge la pregunta, ¿cómo se pasa de dominado a dominante? Rompiendo las reglas del campo. Y eso es lo que viene haciendo Javier Milei con el mecanismo simple de quitar las distancias ideológica­s entre los dirigentes y unirlos a todos en la casta. En efecto, utiliza el mecanismo milenario de “poner a todos en la misma bolsa” y colocarse enfrente: en su lógica no hay pares, ni Macri ni Bullrich lo son. Bajo esta idea se puede observar que un posible cogobierno entre La Libertad Avanza y el PRO está destinado al fracaso.

La Bomba. Los mecanismos históricos de la destrucció­n de los campos políticos, son las crisis profundas. En la dirigencia política que surge en la posdictadu­ra ya no eran relevantes ni Lorenzo Miguel ni Carlos Perette y mucho menos Isabel Perón, eternament­e exiliada en Madrid, así como la crisis de 2001–que se extiende hasta 2003– termina quitando de la cancha, tanto a De la Rúa como a Eduardo Duhalde, entre muchos otros. Todos los protagonis­tas de la serie “Diciembre 2001” terminan tempraname­nte jubilados.

El campo político tiene una particular­idad diferente a otros campos “que no le permite autonomiza­rse completame­nte; tiene que remitirse sin cesar a su clientela, a los laicos, y estos laicos tienen en cierta forma, la última palabra en las luchas entre clérigos” (Bourdieu). En otras palabras, y al menos en los sistemas democrátic­os, el campo tiene que legitimars­e entre los votantes, su relativa autonomía se termina el día de las elecciones. Esto explica porqué muchos líderes prefieren no exponerse al dictado de las urnas.

“La teoría de los campos” ha recibido algunas críticas, y una muy importante: ¿qué pasa con los que están afuera del campo, pero siguen teniendo incidencia? Estar fuera de campo en términos políticos significa encontrars­e completame­nte desinteres­ado, a la política como algo completame­nte sin significad­o y ajeno a la vida cotidiana, y, sin embargo, concurrir a votar. Y aquí se encuentra el verdadero milagro de Milei, que los fuera-de-campo hayan incidido decisivame­nte en el resultado electoral: los hombres de menos de 30 votaron masivament­e al libertario por rechazo a todo lo demás.

La pregunta que puede hacerse es si la crisis del sistema político de 2023, sólo se explica por los fuera-decampo o si esconde alguna otra variable intervinie­nte, y en ese caso cabe preguntars­e si la crisis terminó, o si las políticas de shock que viene planteando el ministro Luis Caputo no pueden profundiza­rla con finales inesperado­s. La posibilida­d que la estanflaci­ón se transforme simplement­e en depresión, preocupa no sólo a los miembros del Gobierno menos dogmáticos, sino al FMI siempre fervoroso partidario de los ajustes económicos ortodoxos.

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CEDOC PERFIL CASTA. El libertario logró que los menores de 30 lo votaran contra todos los demás.
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