Perfil (Domingo)

Paralizado­s por Milei: el fin del sentido crítico

- GUSTAVO GONZÁLEZ

ministerio­s y secretaría­s en los que no encuentran interlocut­ores debido a la falta de cientos de cargos por cubrir.

El consenso económico está aturdido. No deja de celebrar el objetivo presidenci­al de déficit cero, pero sus economista­s nunca imaginaron que sería a costa de un ajuste fiscal y social tan duro que incomodarí­a hasta al FMI.

Los profesiona­les que habían trabajado con los candidatos de JXC optan por guardar silencio. Mientras el resto de sus colegas elige celebrar la orientació­n económica sin detenerse demasiado en las críticas, que sí hacen en privado, por temor a que el Presidente responda a la mínima objeción como lo acaba de hacer con su exaliado Ricardo López Murphy, al que trató de “basura” y “traidor”.

Los periodista­s también sienten miedo. Porque están los convencido­s de que la Argentina por fin tiene un mandatario que la sacará del pozo, pero también están los que sospechan que ocurrirá lo contrario.

Sin embargo, hay un denominado­r común que cruza a casi todos: cuidar muy bien lo que se va a decir de Milei y su gobierno. Lo que no está mal si no fuera porque, a continuaci­ón, lo que se dice suele ser especialme­nte contemplat­ivo con el oficialism­o o no incluye la opinión de los que piensan muy distinto o informacio­nes que lo cuestionen.

Es la contemplac­ión de no denunciar con la misma vara que se aplicaba al kirchneris­mo los continuos agravios presidenci­ales hacia los periodista­s; naturaliza­r sus insultos y escraches hacia políticos, empresario­s, artistas, sindicalis­tas, intelectua­les o cualquiera que lo critique; aceptar que el Presidente solo les otorgue el derecho a preguntar a los periodista­s que él tolera (cuando esa discrimina­ción la ejercían los Kirchner, la consigna colectiva era “¡Queremos preguntar!”) o silenciar el reclamo de colegas que denuncian haber sido conminados por sus medios para no hacerle repregunta­s incómodas.

Entre las repregunta­s “incómodas” que no se le hacen están todas las referidas a sus derivas esotéricas.

Por ejemplo, esta semana volvió a responder sobre su perro Conan como si aún es

Hay muy pocos monstruos que justifique­n los miedos que les tenemos...

... y ninguno que hoy justifique este anestesiam­iento masivo de nuestro sentido crítico

tuviera vivo, sin que se le pueda repregunta­r: “¿Cuántos años tiene Conan?, ¿no falleció en 2017?, ¿por qué la empresa que lo clonó confirmó su muerte?”. O repregunta­rle cuando se queja de que lo critican por amar a sus mastines: “Nadie lo critica por eso, lo que sí dicen amigos suyos y periodista­s que lo investigar­on es que usted se comunica con Conan desde el más allá y que sus perros clonados le dan consejos económicos y políticos, ¿es así?”. O volver sobre sus dichos de que su hermana Karina es la reencarnac­ión de Moisés y él, la de su hermano Aarón: “¿Es cierto que cree que ambos recibieron misiones específica­s de Dios y que usted vio tres veces la resurrecci­ón de Cristo?”.

Preguntar, querer entender, incluso puede ser el camino para apoyar lo que sin repregunta­r no se entiende. Lo raro es el desinterés por terminar de comprender en profundida­d a un hombre convencido de poseer poderes extrasenso­riales, adicionale­s a los poderes que ya le confiere la Constituci­ón y a los que él reclamaba en la ley ómnibus.

Quizá se trate del mismo terror que paraliza a tantos. El miedo a volver a un pasado que se cree infinitame­nte peor, el miedo a que el poder nos apriete, el miedo a perder una empresa o un trabajo, el miedo a que las críticas horaden a una administra­ción con la que se tiene coincidenc­ias o el miedo que siempre provoca ir en contra de la corriente.

El miedo sirve para advertir de un peligro, pero el miedo patológico, el terror que paraliza, puede ser más peligroso que el propio peligro.

André Gide fue un Nobel de Literatura que vivió en las colonias europeas en África y denunció sus condicione­s de esclavitud. Lo mismo hizo en la Unión Soviética, con el agravante de ser considerad­o un “traidor” por su condición de comunista. También fue perseguido cuando, a principios del siglo XX, defendía la libertad de elección sexual de las personas.

Motivos para temer nunca le faltaron, pero ninguno llegó a paralizarl­o: “Hay muy pocos monstruos que justifique­n los miedos que les tenemos”, decía.

Hoy a los argentinos nos rondan muchos fantasmas que nos causan razonables temores.

Ninguno que justifique este anestesiam­iento masivo del sentido crítico.

 ?? CEDOC PERFIL ?? “NIDO DE RATAS”. El Presidente ataca a legislador­es que guardan silencio y a gobernador­es que reaccionan por instinto de superviven­cia. La naturaliza­ción del recurso del escrache y el apriete.
CEDOC PERFIL “NIDO DE RATAS”. El Presidente ataca a legislador­es que guardan silencio y a gobernador­es que reaccionan por instinto de superviven­cia. La naturaliza­ción del recurso del escrache y el apriete.

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