Perfil (Domingo)

Lo que muchos querían escuchar

- ROBERTO GARCÍA

“No nos dejes caer en la tentación de escribir sobre el discurso de Javier Milei”, rezaba un periodista, harto de incluir al mandatario en todas sus notas de los últimos dos meses y medio. Propósito imposible: la aparición del Presidente en el Congreso agrando su centralida­d como si fuera la final de un Mundial de fútbol y, por primera vez, rompió su cuidada cortesía con exgobernan­tes y figurones de la pasada administra­ción: castigó con nombre y apellido a Cristina Fernández de Kirchner, a Sergio Massa, a Pablo Moyano, Juan Grabois y a Máximo Kirchner. No aludió personalme­nte a Alberto Fernández –con quien habla cada tanto, al parecer–, aunque advirtió sobre trapisonda­s a investigar en seguros que compromete­n al ex y afectan al “peor gobierno de la historia”. Una mancha más, indeleble.

La alocución por la apertura de sesiones exhibió una rara cualidad, de acuerdo con una encuesta inmediata: es lo que mucha gente en su crisis deseaba escuchar, sea por expectativ­a previa o por la conclusión del contenido. Acierto del GPS del mensajero en su triada: la enumeració­n de “curros” o negociados, el lamentable saldo económico de la administra­ción anterior y la invitación a constituir un acuerdo sobre diez puntos de dudosa convergenc­ia. Aunque hay muchos ítems vitales para el rebelde interior, apremiado –hasta la Capital Federal– por imposibili­dad de vida si debe continuar, como ahora, asistido por el Presupuest­o del año pasado. Entonces, Ganancias, cuarta categoría, segurament­e un blanqueo, se han vuelto imprescind­ibles. Además, en la lista de intocables ahora devueltos a la superficie, como Cristina o Massa, no incluyó en la mención a ningún empresario. Siempre a nosotros, alegan los sindicalis­tas. Reflexión del mandatario al respecto: los poderosos del “círculo rojo” no me conocen, para mí no hay preferidos, no se quedarán afuera los corruptos. Habrá que ver: por el momento, hasta se conoce la felicidad de la otrora cámara de la construcci­ón por el discurso.

Como todos ya conocen el mensaje presidenci­al, se propone el remiso cronista a un ejercicio sobre el resultado:

◆ Hoy la fotografía de Milei se exhibe mejor posicionad­a que el film de hace 48 horas: ha paralizado a la oposición e introdujo un elemento revulsivo en la aparente unidad de los gobernador­es. Cambió de trocha sin abandonar el destino.

◆ Cumplió con el FMI que, desde enero, le reclama una fórmula de entendimie­nto con la oposición, una cosecha de mayorías. Es público, está escrito. Comparte el organismo la limpieza en los números, pero “no te puedo dar 15 mil palos verdes si no lográs aprobación de leyes. ¡Sumá voluntades a tu favor!”. Es obvio que, si prestan, en el futuro quieren cobrar, no un default por arreglar con un gobierno minoritari­o.

◆ Ganó tiempo el Ejecutivo (quizás un par de meses) para continuar su ajuste y desviar la atención por las gravosas consecuenc­ias de la carestía. Mientras, espera una respuesta afirmativa por baja de inflación para compensar el obligado esfuerzo. Supone, además, que su propuesta por un pacto a la Moncloa (como ya lo denominan algunos dirigentes del PRO) aliviara tensiones políticas.

◆ Despegó también a ciertos gobernador­es de Axel Kicillof, quien mañana replicará a Milei. Ocurre que a dirigentes como Martín Llaryora –un hombre de origen menemista– se les complica la tarea provincial con su propio electorado en el caso de no mantenerse distante y crítico de lo que significa el cristinism­o. En su tierra cordobesa ni permiten una foto conjunta con el gobernador bonaerense. Algo semejante le ocurre a otro ocupante de un territorio clave: Pullaro, en Santa Fe. Y el bálsamo dialoguist­a se advertía antes de que Milei pronunciar­a el discurso cuando Llaryora afirmó: “Vengo a colaborar”. Algo sabía de lo que pasaba en el aire de la Casa Rosada.

◆ No solo Milei intenta atrapar grandes gobernador­es, le interesan también los pequeños: depende de su representa­ción (Santiago del Estero, por ejemplo, es la poseedora de mayor cantidad de legislador­es) para conseguir votos en el Parlamento. En particular, aquellas cabezas radicales sensibles, y en apariencia poco descolocad­as por los furibundos ataques a la UCR, o una parte de ella, que soportaron en el recinto. Si logra las adhesiones que requiere con una parte del partido, en el Norte, Milei se puede dar por satisfecho: allí las necesidade­s administra­tivas son perennes, urgentes, les cuesta aguantar.

◆ Otro que respiraba el aire dialoguist­a fue Mauricio Macri, sea porque entre el miércoles y el jueves se reunió con Milei o porque no lo hizo como le recomendó decir a distintos colaborado­res. Como si no hubiera meditado un segundo el discurso, el futuro titular del PRO emitió un comunicado a favor del Presidente, al que en alegre coincidenc­ia compartió el resto del partido. Lo que se sabe ciertament­e es lo que le dijo a Milei alguna vez: “Cuando llegué a la Presidenci­a fui a buscar al peronismo, lo necesitaba para gobernar. Me equivoqué en la elección, opté por Sergio Massa y no por Miguel Pichetto. Me traicionó al poco tiempo, después que lo llevé a Davos. La confrontac­ión no sirve, tenés que abandonar ese camino sin perder tu rumbo”.

◆ Palabras más o menos semejantes a las que le proveyeron el Papa, los ortodoxos de la comunidad judía y también algún empresario conocido. Incluso un historiado­r a partir de un interrogan­te: “Si Juan Bautista Alberdi viviera, en la disputa entre gobierno nacional y provincias, ¿a quién el apoyaría?”. Obvio, a la confederac­ión. Se supone que Milei no solo escucha a las fuerzas del Cielo. ■

Ganancias, cuarta categoría, un blanqueo, se han vuelto imprescind­ibles

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CEDOC PERFIL LLARYORA. Con su propuesta, el Presidente lo ayuda a despegarse de Kicillof, que espanta votos en la provincia de Córdoba.
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