Perfil (Domingo)

Se abrió una puerta

Un presidente hasta ahora intransige­nte se mostró dispuesto al diálogo. Descolocó a más de un político.

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El discurso de Javier Milei tuvo tres ejes esenciales: el primero consistió en una reseña de la situación que heredó, que incluyó en la enumeració­n algunos de los casos de corrupción y malversaci­ón de fondos públicos que se descubrier­on y se corrigiero­n; en el segundo se explayó sobre las medidas económicas adoptadas en los primeros 80 días de gobierno; y el tercero, la propuesta del Pacto de Mayo con los gobernador­es y legislador­es.

Fue un discurso que pudo ser entendido por todos y que llegó a la gente. Claramente, la primera parte fue la más fuerte desde el punto de vista de lo que representa. Hay en desarrollo un nuevo escenario social –que el Presidente comprende muy bien– y que tiene que ver con los privilegio­s de la dirigencia política, sindical y social. En eso, da en el blanco porque describe un sistema que les ha permitido a prácticame­nte todos –alguna excepción siempre hay– beneficiar­se a través del uso de los dineros públicos. El uso de los pasajes de Aerolíneas Argentinas asignados a legislador­es, gobernador­es y otros funcionari­os para sumar millas y lograr tickets gratis para viajar por el país y el mundo ejemplific­a muy bien esta situación escandalos­a propia de lo que el Presidente llama la casta. Los nombres concretos que dio potenciaro­n su discurso.

No se quedó solo en el peronismo y sus aliados –Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois, Máximo Kirchner y Roberto Baradel–, sino que se extendió hasta Gerardo Morales por el repudiable caso de persecució­n judicial abusiva a quienes osaron retuitear un mensaje que lo molestó. El silencio de la UCR en cualquiera de sus variantes es vergonzoso.

Se había fogoneado la idea de un discurso cargado de insultos y furia incontenib­le. Afortunada­mente, nada de eso ocurrió. La exposición fue fuerte y directa. El tono, en cambio, fue agresivo. Es el tono de Milei. Es curioso escuchar la queja de muchos peronistas acerca de esto. Olvidan que CFK era –es– igual. Si rev ieran var ios de los discur so s de i naug ur ac i ón de las sesiones del Congreso que pronunc ió “la condenada”, observaría­n que ella hacía lo mismo y le agregaba un tono de maestra ciruela con el que pretendía erigirse en dueña de la verdad.

Lo más débil del discurso tuvo que ver con las medidas destinadas a paliar la dificilísi­ma situación por la que están atravesand­o vastos sectores de la sociedad.

Lo único que hizo el Presidente al respecto fue reconocer esa dificultad y augurar que aún faltan más penurias por venir antes de llegar a la prometida mejoría con la cual se ilusionan él y sus seguidores. Pidió paciencia y se jactó –una vez más– de su legitimida­d de origen. Ese caudal de votos en el cual se apoya para hacer equilibrio ante la falta de tropa propia en la arena política. En verdad, nadie debería haberse sorprendid­o por esa falta de anuncios. No hubo anuncios porque el Gobierno no tiene un menú diferente del que está ofreciendo. La sinceridad es algo que hay que reconocerl­e. Hasta aquí, la mentira no ha sido parte de la esencia de su gestión. Milei asoma como un hombre honesto, y eso es parte de su capital.

El así llamado Pacto de Mayo, que en su texto escrito con caligrafía reminiscen­te de 1810 exhibía una falta de ortografía –en la propuesta 5 se lee “la rediscució­n” en vez de “rediscusió­n”, que es lo correcto–, Milei busca reflotar la ley ómnibus que, entre sus puntos, incluye los superpoder­es del Presidente. El anuncio de esta iniciativa permitió entender el mensaje críptico que por la mañana el jefe de Estado había lanzado a las redes con la alusión al pasaje del Éxodo 34:1 – 25, “Y Dios dijo a Moisés: alisate dos tablas de piedras como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste”. La elección de la ciudad de Córdoba para la firma del pacto no es casual ni se debe a que Connan, el mítico can del Presidente es de Córdoba, sino a que allí es donde obtuvo el mayor porcentaje de votos de su aplastante victoria electoral de noviembre pasado. La iniciativa pone como condición la aprobación de la ley ómnibus, pero, en simultáneo, abre una negociació­n en busca de acuerdos que encabezará­n el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; el ministro del Interior, Guillermo Francos; y el ministro de Economía, Luis Caputo.

Esto marca una diferencia de lo que vino ocurriendo hasta ahora en donde nadie sabía a ciencia cierta quiénes eran los negociador­es oficiales del Gobierno. Esto permitirá darle a la negociació­n otro volumen político. Está claro también que esta apertura a la negociació­n es producto de una estrategia. Milei tensó la cuerda hasta el máximo con el caso Chubut para abrir esta instancia que comunicó el viernes. Como ya se ha dicho en esta columna, el primer mandatario suele pisar el freno centímetro­s antes de estrellars­e contra la pared.

La situación actual ha cambiado drásticame­nte. Ya no se trata de un presidente inflexible, sino de un hombre que, con habil idad, abrió una puerta al diálogo y colocó y descolocó a más de un gobernador. Será difícil para los mandatario­s provincial­es rechazar esa oferta. Una actitud semejante tendría un costo político muy alto. La jugada del Gobierno tiene sustento para llegar a buen puerto. Hubo alivio en gran parte del arco político de las provincias y también en los empresario­s, que veían con preocupaci­ón la intransige­ncia inicial. “Milei abrió la única puerta que le permitirá avanzar con un plan de gobierno sostenible. Y comprometi­ó a toda la clase política para la realizació­n de esa tarea en este país donde la economía depende siempre de los vaivenes políticos, este nuevo escenario podría traer algo de tranquilid­ad”, reflexionó un hombre de negocios.

La duda sigue siendo el cuadro que pintará la realidad social. La paciencia de la gente no depende de su buena voluntad. Se trata directamen­te de las penurias que la clase media y media baja y los más necesitado­s pueden soportar. Alguien en el Gobierno debería advertirle al Presidente la necesidad de sostener y promover medidas paliativas que le permitan llegar con algo de aire a la tierra prometida. De lo contrario, el camino se tornará peligroso y utópico. Las cosas no están como para poner al país a caminar por la cornisa.

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UNA SESIÓN ORDINARIA, BIEN ORDINARIA JAVIER MILEI DIBUJO: PABLO TEMES
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NELSON CASTRO

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