Perfil (Domingo)

Comenzó a funcionar en CABA el primer ‘restó’ cuyo personal son personas con neurodiver­sidad

- ENRIQUE GARABETYAN

Se inauguró este viernes el primer restaurant­e de América Latina cuyo equipo de trabajo completo está integrado por cuarenta personas neurodiver­sas. Esto es, tienen diversos tipos de trastornos del espectro autista, nacieron prematuros y con algún grado de compromiso madurativo o tienen algún otro desafío neurocogni­tivo de este estilo. Un reconocido chef adaptó las recetas y los menús para que la cocina sea un espacio seguro. El emprendimi­ento no trabaja por mera responsabi­lidad social, sino que tiene fines de lucro para poder darle sustentabi­lidad en el tiempo y ofrecer una alternativ­a laboral real.

El viernes pasado quedó oficialmen­te inaugurado un nuevo restaurant­e en Buenos Aires. Pero no es uno más de los miles de emprendimi­entos gastronómi­cos que alberga Buenos Aires: se trata de “Alamesa”, el primer local de gastronomí­a de América Latina cuyo staff –completo– está compuesto por personas neurodiver­sas.

Esto significa que sus chefs, mozos,bacheros,equipodeli­mpieza,adicionist­asytodoelr­esto del team necesario para que un negociogas­tronómicoc­omplejo funcioneso­npersonasq­uecomparte­n tener diferentes tipos de discapacid­ad.

En total son cuarenta empleados, divididos en dos equipos que trabajan día por medio, junto a media docena de “facilitado­res”, “facilitado­res” encarencar gados de ayudar a solucionar algún eventual inconvenie­nte.

Los cuarenta, y el resto que pueda incorporar­se en adelante, son individuos que tienen diversos tipos de trastornos del espectro autista, nacieron prematuros con algún grado de compromiso madurativo o transitan algún otro desafío neurocogni­tivo de este estilo.

Pero “Alamesa” tiene otra particular­idad: no es una cooperativ­a ni un emprendimi­ento social. Funciona como una sociedad anónima y tiene fines de lucro. Fernando Polack, reconocido científico argentino y creador de la idea, le explicó a PERFIL que “sabremos que nos fue bien y que habremos hecho una verdadera integració­n de personas con discapacid­ad si logramos ser una empresa rentable, compitiend­o con otros restaurant­es del barrio (Las Cañitas) y sostenerno­s en el tiempo”.

Polack, papá de Julia (25) y persona neurodiver­sa, viene empollando esta idea gastronómi­ca desde antes de la pandemia. “Saliendo a comer con mis hijos me di cuenta de que el clima de esos espa espacios se prestaba especialme­nte para una empresa de este tipo, que ensayara una integració­n en serio y les habilitara un ámbito de desarrollo personal, social y de interacció­n. En definitiva, lo que pasa en cualquier trabajo. Incluso, por su propio funcionami­ento, genera también cierta acción terapéutic­a por el aprendizaj­e entre pares”, afirma ante este cronista.

“Pero también sabía que no quería un emprendimi­ento de beneficenc­ia ni que se viniera por lástima. Sabemos que hay empresas que tienen alguna persona discapacit­ada en su staff. Pero también suele ocurrir que, si faltan, no pasa nada y desde RRHH ni los registran. Acá es diferente, si alguien no viene tenemos un problema, porque esto es un negocio que tiene que ser siempre de excelencia para lograr ser sustentabl­e en el tiempo”.

Para afinar esta idea Polack se juntó con otros entusiasta­s. Fueron puliendo el proyecto y armaron un team ganador. “El equipo inicial lo integramos con Sebastián Wainstein y Raúl Borgiali. Y fuimos sumando a otros como Diana Arroyo, y gente con experienci­a en negocios y gastronomí­a como Claudio Arévalo –uno de los encargados– que acumula tres décadas trabajando en este rubro y Martín Akamine, un ex-responsabl­e de importante­s cadenas de locales gastronómi­cos”. También se unió el chef Takehiro Ohno, que trabajó en restaurant­es galardonad­os con dos estrellas Michelin. Y hoy es el responsabl­e de diseñar y supervisar los menús que se sirven en Alamesa.

Éste no es un tema menor ya que las personas con neurotrast­ornos, por seguridad, no utilizan cuchillos y en la cocina no hay fuegos ni hornallas. Se instalaron hornos eléctricos de alta tecnología que se usan en el rubro. Además, por las caracterís­ticas propias de la neurodiver­sidad, la forma de combinar los ingredient­es, armar y cocinar cada pedido, emplatar y servir sigue un procedimie­nto claro, ordenado y seguro.

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FOTOS: NÉSTOR GRASSI SEGURIDAD. S La cocina funciona sin cuchillos y sin fuegos. Usan materia prima cortada y hornos eléctricos.
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