Como fantasmas: los prófugos que regresaron años después
Para la Justicia son prófugos. No importa si desaparecieron hace una semana o veinte años: están obligados a buscarlos pero todos sabemos que eso en la práctica pocas veces sucede. Después de un determinado tiempo, los investigadores se vuelcan por otras causas y la búsqueda queda en piloto automático.
La única manera en que el evadido caiga es que se relaje y cometa un error, como volver a robar en el caso de un delincuente o que se ponga en contacto con un viejo amigo o familiar. Una infracción de tránsito o una discusión en la calle puede ser fatal.
Como Abregú, hay otros homicidas, estafadores y secuestradores que lograron evadir la acción de la Justicia y que la causa finalmente prescriba.
El más recordado es el de Daniel “Maguila” Puccio, quien después de permanecer 13 años prófugo consiguió el certificado de la extinción de su condena pese a que solo pasó dos años en prisión.
Maguila era uno de los integrantes del clan familiar liderado por Arquímedes, que a fines de los años 80 sembró el terror secuestrando y asesinado a poderosos empresarios. El más joven de los hijos del líder recibió la pena más leve pero ni así la cumplió.
En 1990, el expolicía Héctor Oscar Ferrero (40) fusiló a Maximiliano Albanese, un joven de 17 años, en la puerta de una fiesta de estudiantes de la ciudad de La Plata. Pasó apenas siete meses detenido y recuperó su libertad porque la Justicia recartuló el hecho como “homicidio culposo”, con pruebas y testigos falsos, un sello de la vieja “Maldita Policía”. Cuando la imputación volvió a agravarse y la Justicia ordenó su detención ya era tarde: Ferrero había escapado a Brasil.
Si instaló en San Pablo. Rehízo su vida. Conoció a una mujer y tuvo hijos. En 2006, ya sabiendo que la causa había prescripto, llamó por teléfono a los padres de Maxi. “Lamento mucho haberle arruinado la vida. Ahora sé lo que es tener hijos y no me imagino cómo sería vivir sin ellos”, les dijo.
La comunicación fue rastreada y el expolicía pudo ser detenido en un taller mecánico y extraditado a la Argentina en 2006. Poco después recuperaría la libertad porque la acción penal estaba extinguida.