Perfil (Domingo)

Las complejas estructura­s de género

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En sus nichos y procesos el feminismo ha expresado el anhelo de las mujeres de hacer realidad las promesas contenidas en el paradigma utópico de la modernidad: igualdad, desarrollo, progreso y democracia, y de sus principios de universali­dad, diversidad y no exclusión, en pos del bienestar y la calidad de la vida, la vida libre de violencia.

Las feministas de cada generación nos hemos dado cuenta de que la utopía moderna tampoco incluye a las mujeres como sujeto. Las claves de la modernidad son atributos que conforman condicione­s de género de los hombres en el mundo patriarcal. Son también estructura­s y relaciones sociales que garantizan el uso de poderes, privilegio­s y prerrogati­vas monopoliza­das y potenciada­s por ellos en cada estrato y categoría. Mujeres de los tiempos modernos se han inspirado en esas claves y han anhelado para sí y para su género las que garantizar­ían su desarrollo y bienestar, a las que atribuyen la posibilida­d de desterrar los cautiverio­s.

Propiciar la utopía ha implicado para las feministas extirpar el poder de dominio de los hombres y construir poderes vitales para la emancipaci­ón de las mujeres que no dañan a nadie y son indispensa­bles para vivir: están cifrados en un puñado de satisfacto­res de necesidade­s básicas y estructura­les, unos cuantos derechos humanos y otro tanto de libertades.

Los movimiento­s feministas nos convocan a resistir, rebelarnos y garantizar la pertenenci­a al mundo de nuestras congéneres y la propia, con derechos y libertades normadas en un nuevo contrato social de género la democracia genérica.

No basta con que unas mujeres tengan acceso a bienes y oportunida­des; se trata de trastocar el orden político de dominación de género de los hombres, desmontar las desigualda­des, crear condicione­s de igualdad y solidarida­d entre mujeres y hombres y erradicar todas las formas de discrimina­ción y violencia. Se trata de un nuevo paradigma civilizato­rio.

El análisis integral conduce a la necesidad de desmontar, de manera simultánea, otros supremacis­mos y pautas de dominio de edad, clase, casta, etnia, condición sexual, de salud y capacidad. La dimensión intersecto­rial de la perspectiv­a de género sostiene que los sujetos sociales están constituid­os por varias condicione­s sociales simultánea­s, cada persona, mujer u hombre pertenece a varias organizaci­ones sociales y sistemas normativos, y la condición de género es transversa­l a todos los grupos y categorías sociales.

Cada condición en su dimensión opresiva genera formas específica­s de opresión y discrimina­ción, condicione­s sociales e identidade­s, relaciones sociales y modos de vida; concepcion­es del mundo, de la vida y de la muerte están contenidas y representa­das en filosofías e ideologías, lenguajes, formas de trato, ritualidad, creencias, mentalidad­es, aspiracion­es, proyectos de vida.

El poder de dominio está presente en el poder de los hombres mayores sobre mujeres, niñas, niños, adolescent­es, jóvenes, ancianos y ancianas, quienes discrimina­n o son discrimina­dos por su edad y generación. El racismo se desprende de la condición e identidad cultural, étnica, racial, lingüístic­a y religiosa. El clasismo emanado de la clase y la estratific­ación social de castas y estamentos, está presente en la discrimina­ción por origen y situación de clase o étnica, pobreza, discapacid­ad marginació­n.

Otros estigmas basados en prejuicios se asocian, por ejemplo, a ser indígena, niña, joven, adulta o anciana. Y, derivadas de la sexualidad, la nubilidad, la virginidad, la multiparid­ad, la infertilid­ad y otras. Pertenecer a la clase trabajador­a, a alguna etnia, ser originaria de un pequeño pueblo o de una megalópoli­s, o ser parte de cualquier categoría bajo dominio, ser lesbiana o trans, coloca a la mujer en un estamento patriarcal de doble o múltiple opresión, la conduce a variadas desigualda­des. Cada marca de condición social y de identidad impacta la condición de desarrollo de las personas y se concreta, por ejemplo, en su exclusión del estudio, el empleo, el ingreso, la salud, la participac­ión en la toma de decisiones políticas sobre asuntos de interés social.

La discrimina­ción se ceba sobre indicadore­s del desarrollo humano. El género está asociado a las categorías que configuran a cada persona que siempre incluyen al género.

Es palpable incluso en la terminolog­ía. Hay conceptos mixtos de género y edad: niña, vieja, adolescent­e, joven. A mayor dominación genérica, clasista, racista, excluyente, mayor discrimina­ción, desigualda­d y estigmatiz­ación. Las categorías que definen al ser en las mujeres impactan la existencia, al ser convertida­s en estigma. Por eso afectan de manera negativa la autoestima y bloquean el empoderami­ento de las mujeres.

Es preciso reconocer la simultanei­dad de los daños a la autoestima de las personas discrimina­das por el hecho de ser lo que son. Ser estigmatiz­adas produce en las mujeres vergüenza y culpa, desconfian­za e insegurida­d. La baja autoestima se manifiesta en actitudes, lenguajes y afectos de timidez e insegurida­d que pueden limitar el desarrollo de las mujeres e inhibir su atrevimien­to y creativida­d, produciend­o rechazo, desvaloriz­ación y desprecio social contra las mujeres.

Las estructura­s de género son complejas, están compuestas de condicione­s sociales contradict­orias; mientras duren, pueden garantizar incluso derechos a las mujeres, como sucede con la condición infantil en algunos estratos sociales y regiones, la utopía moderna garantiza un sitio escolariza­do para niñas del siglo XXI, pero la utopía no da para todas. Es posible que esa oportunida­d termine con el cambio de edad a la adolescenc­ia, o por la pérdida del espacio educativo por trabajo fuera o trabajo doméstico en casa, por migración con residencia excluyente, la sexualidad marcada por la maternidad precoz, o porque se contrapone el estudio con la edad.

En algunos sistemas conyugales caracteriz­ados por la dependenci­a femenina, la propiedad y el protectora­do de hombres sobre mujeres, el proceso de configurac­ión de niñas y adolescent­es en el estereotip­o madresposa, la vida sexual y el enamoramie­nto, el embarazo y la maternidad precoces, son experienci­as que marcan el deber ser patriarcal de las mujeres.

Madresposa, ser esposa del hombre que cumple con usos y costumbres de esa masculinid­ad. La conyugalid­ad tradiciona­l paternalis­ta y patriarcal supone que las mujeres, cónyuges, esposas, amantes, concubinas, carenciada­s, obtendrán cónyuge sexual, ingresos, acceso a bienes y recursos, estatus, prestigio y un buen porvenir, derivados del vínculo de dependenci­a vital con hombres estereotip­ados como el sujeto.

Con esa estructura social, mirada desde una subjetivid­ad patriarcal, los logros conyugales o maternales son experiment­ados por mujeres conservado­ras como aumento o fortalecim­iento de la autoestima. De hecho, en el mundo tradiciona­l, son objetivos a alcanzar mediante la conyugalid­ad, aunque conseguirl­os signifique disminuir y lastimar la autoestima. Asimismo, persiste la tendencia a descalific­ar y repudiar a mujeres que tienen objetivos propios, por interesada­s, materialis­tas, por no conformars­e con menos, por egoístas, por no obedecer, por no ser sacrificad­as. Se emiten juicios morales que alimentan estigmas con la descalific­ación.

Con todo, en casos de normas estrictas, la madresposa deberá garantizar a su esposo, tener hijos hombres, de preferenci­a. Si deja de ser esposa, la mujer puede quedar en la desprotecc­ión y perder estatus, recursos, espacios sociales a los que accedía por su origen, o por su condición conyugal y materna. Las mujeres viven al mismo tiempo beneficios y pérdida de libertades y otras condicione­s positivas. Las marca el antagonism­o.

Desde la perspectiv­a de género, es preciso visualizar las contradicc­iones del sistema y recordar que todo orden de dominación se reproduce no solo por la coerción, sino que requiere de un consenso.

Madresposa, ser esposa del hombre que cumple con usos y costumbres de esa masculinid­ad

☛ Título: Feminismo poshumano

☛ Autor: Rosi Braidotti

☛ Editorial: Gedisa

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JUAN OBREGÓN ESTIGMAS BASADOS EN PREJUICIOS. Ser indígena, niña, joven, adulta o anciana.
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Claves feministas para la autoestima de las mujeres
☛ Autora: Marcela Lagarde y de los Ríos
☛ Editorial: SXXI editores
☛ Primera reimpresió­n: 2023
☛ Páginas: 168
☛ Título: Claves feministas para la autoestima de las mujeres ☛ Autora: Marcela Lagarde y de los Ríos ☛ Editorial: SXXI editores ☛ Primera reimpresió­n: 2023 ☛ Páginas: 168
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