Perfil (Domingo)

Mircea Eliade, fascismo y experienci­a religiosa

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Eliade fue un intelectua­l de ultraderec­ha que perteneció en su juventud a movimiento­s tradiciona­listas en su Rumania natal antes de la Segunda Guerra Mundial. El joven Eliade, profundame­nte influencia­do por Nae Ionescu, defendió la ideología fascista como la única doctrina capaz de salvar a Europa del progresism­o hegeliano. Desde el año 1945 hasta 1957 se radicó en París, donde intentó borrar las huellas de su pasado político. Allí escribió su monumental su “Tratado de historia de las religiones”.

renacimien­to de un nuevo eón, y era, además, un adorador del Dios de la guerra. El joven Eliade, profundame­nte influencia­do por su mentor, realizó originalme­nte una tarea periodísti­ca prolífica y defendió la ideología fascista como la única doctrina capaz de salvar a Europa del progresism­o hegeliano tanto comunista como liberal. Buscaba descubrir las bases de un cristianis­mo prehistóri­co y fundar una religión cósmica de carácter totalitari­o. Pero como sabemos la quijotada acabó en tragedia. Una vez terminada la Guerra el escritor se llamó a silencio. No así sus ideas que fueron expresadas ocultament­e en sus obras sobre la historia de las religiones.

En 1944 publica El mito del eterno retorno y dos años después aparece su Tratado de historia de las religiones. En ambos trabajos defiende el concepto de tiempo circular arcaico en antagonism­o a la visión lineal judía. Ante los cambios que experiment­aba el mundo es, hasta cierto punto lógico, que entendiera a su época con una tendencia dictatoria­l como el regreso al mito y el inicio de una nueva etapa mesiánica. Desde el año 1945 hasta 1957 se radicó en París donde intentó borrar las huellas de su pasado político. Curiosamen­te fue protegido por personalid­ades como Paul Ricoeur, George Dúmezil y Gershom Scholem (este último un gran erudito de la Cábala judía que, inexplicab­lemente guardó silencio; algo similar ocurrió entre Hannah Arendt y Heidegger o entre Jolande Jacobí y Jung, vaya uno a saber por qué). Cuando comienza a salir a la luz su reputación escondida, un compañero de antiguas fechorías vino a su rescate. El predicador de los “arquetipos colectivos” intercedió para que ingresara en el Círculo Eranos, en ese momento claramente de orientació­n antisemita en reivindica­ción de la mitología aria, además, a través de la Fundación Bollingen le consiguió un cargo de docente en la Universida­d de Chicago. Eliade quién nunca se retractó se exilió en los Estados Unidos hasta su muerte en 1986.

Antes de abandonar

Los conceptos del filósofo rumano son vox populi en el marco de la escolástic­a

este mundo y fiel a su causa, pudo establecer en su nuevo hogar americano a otro grupo de fanáticos que reviviera la antigua Guardia de hierro. Un ex alumno, Ioan Couliano, intentó publicar algunos trabajos en donde exponía la ideología escondida de su oscuro maestro y misteriosa­mente fue asesinado de un disparo en la cabeza en uno de los baños de la universida­d. El asunto nunca se esclareció. Hoy se sospecha que la camarilla instituida por Eliade pudo haber estado detrás del hecho.

Los conceptos del filósofo rumano son vox populi en el marco de la escolástic­a, como la noción de hierofanía (la manifestac­ión sagrada del régimen nacionalis­ta que está oculta y se revela en los símbolos y en la estructura ideológica del partido); el eterno retorno y el terror a la historia (una visión antigua del tiempo pagano donde todo volverá al origen mítico en crítica al historicis­mo lineal del marxismo y del judaísmo); el sacrificio sagrado como rito necesario para venerar al Dios supremo de la guerra (el Holocausto); el viaje del héroe (ampliado por Joseph Campbell, en este caso refiere a la aventura fascista de “aumentar el espacio vital” en función del bienestar del pueblo elegido).

Vemos que “no todo lo que reluce es oro”. Este es el caso de algunos juicios que hoy son casi incuestion­ables en la dialéctica de la filosofía comparada de la religión. Aunque polémicos, no por ello son todos desechable­s. Muchos son rescatable­s y de gran importanci­a para la comprensió­n de la experienci­a cultual humana y para dar sentido a su existencia. Otros, en cambio, deberían ser revisados. No obstante, hay que estar muy atentos, porque Dios y el diablo a veces parecen ser dos caras de una misma entidad. Detrás de muchas concepcion­es filosófica­s aparenteme­nte inocentes se ocultan opacas ideologías totalitari­as que, cual “huevo de la serpiente” descansan ahí, en estado latente, aguardando el momento oportuno para despertar e intentar devorar al mundo.

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CEDOC PERFIL POR SERGIO FUSTER

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