El demonio arguediano
Autora: Betina Keizman Género: novela
Otras obras de la autora: El genio que nadie llamaba; Promesas radicales en las literaturas del presente; Los restos; Recurso de amparo; La mancha negra; El secreto de Marlene Rochoell Editorial: Entropía, $ 11.400
Hay un espectro que recorre América Latina con bombas radicales del futuro no tan lejano. El weird criollo saca las pezuñas, ante las oleadas neoliberales, y pone a los escritores en modo zombi. Reconocidos y noveles sacan pasajes de irrealidad macabra al fantasmal reverso de este mundo inmisericorde, estado chancho, consumidor de sangres puras y sonantes. En la pelu de Irene, en alguna ciudad latinoamericana sin banderas, pero con huellas, asciende “El diablo Arguedas” de Betiana Keizman. Y entre los perros y los lobos, que huelen avernos lovecraftianos, el escritor vuelve de la tumba, y rompe cercos de vivos y muertos, reales y virtuales, recordándonos que “a cada Edén le corresponde su depósito de basura”.
A la manera de Marcelo Cohen y su “Delta Panorámico”, en donde las palabras inventan una alegoría que subvierte espacio y tiempo, la novela avanza tahúr a la espera de la decisión fáustica de la peluquera, rodeada de plagas, bichas, tortugas hambrientas y policías cerveceros. Keizman también remodela una historia que nuestra literatura parodió desde sus inicios, con el “Fausto” de Estanislao del Campo, pero rumbea el camino inverso. Mientras la generación del 80 proponía despolitizar a los criollos, eludiendo las batallas culturales y políticas en un juego de las representaciones, la autora del policial “Recurso de amparo” (2018), en torno a la figura del notable indigenista peruano José María Arguedas, repone las luchas y marginaciones, los genocidios cotidianos. Vuelto el narrador y etnógrafo de los ríos profundos un demonio socarrón y “emprendedor”, nutrido por la versared, pregunta, “¿Es posible moderar lo que va del derroche a la mezquindad?”, con un almizcle éste diablo pariente del Payak toba, que inicia chamanes buenos y malos, como Irene o Miss Chanchullo.
Existe además en esta breve novela el contagio de la teoría y la ficción, el ensayo y la literatura, que caracteriza el weird fiction contemporáneo. Keizman, argentina residente en Santiago de Chi le , traductora y crítica literaria, en su último libro ensayístico, “Promesas radicale s en las literaturas del presente” (2022), explora estas cavidades crepusculares y desacopladas a l Nue vo Orden, cosmogonías latinoamericanas hibridadas e irreductibles, por citar, Mario Bellatín, Lina Meruane y, por supuesto, Cohen. Un continuo weird, de esa extrañeza que no debería estar ahí, y sin embargo están ahí, reclamando, “siempre piden tiempo y oro, yo se los dí, una y otra vez, tiempo y oro, amor, el oro y el moro. Y si el negocio se torna mal es porque la necedad extravía los deseos. Rebuznan una ambición y pretenden otra, descreen, se equivocan, o chocan las cabezas contra los muros ajustados de sus posibilidades ¡Las coyunturas! ¡Los patrimonios! ¿No tiene ojos para saber que el universo es amplio, móvil y vertiente”.
“Yo no soy un aculturado: yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en español y en quechua.” A este demonio arguediano, que nos ficha a los más de seiscientos millones de latinoamericanos, invocó Betina Keizman. Y ahora anda suelto entre nosotros, pica que te pica moscardón y verdad. ■
A la manera de Marcelo Cohen, la novela avanza tahúr a la espera de la decisión fáustica de la peluquera, rodeada de plagas, bichas, tortugas hambrientas y policías cerveceros.