Perfil (Domingo)

Tiempos turbulento­s

Nadie se salva en una Argentina que intenta salir adelante, mientras es víctima de sus propios males.

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El Gobierno sufrió su segunda derrota legislativ­a en poco más de un mes. La primera vez sucedió cuando decidió retirar el proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Liberación de los Argentinos” –algo desprolijo y pocas veces visto en la vida parlamenta­ria–, la segunda, el jueves pasado, cuando el Senado rechazó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del 17 de diciembre. En el caso del DNU, además, despuntó una situación de crisis entre el Presidente y la vicepresid­enta. El enojo de Milei contra Victoria Villarruel se hizo público, no bien se confirmó la convocator­ia a la sesión de la Cámara Alta. “La relación entre los dos, está rota desde hace tiempo”, señalan varias voces desde las entrañas del oficialism­o. El epíteto más liviano que se escuchaba por los pasillos del poder contra la vice en esas horas de enojo incontenib­le, de Milei y de su entorno, era el de “traidora”. En las redes, los trolls del mileísmo se expresaban con una agresivida­d mucho mayor. Los pocos que, con algo de sentido común, considerab­an que había hecho lo correcto, lo decían en voz baja para no caer en la lista negra. “Hizo lo que tenía que hacer, pero por favor, no me nombres” –se atajó un funcionari­o.

Villarruel le había advertido a Milei que el Gobierno se encaminaba a sufrir una derrota contundent­e en el Senado. También le advirtió que no tenía mucho margen de maniobra para postergar indefinida­mente el tratamient­o del DNU. El kirchneris­mo tiene el dominio numérico de la Cámara Alta, por lo que, con la colaboraci­ón de algunos otros opositores, hubiera logrado el quórum por iniciativa propia.

El episodio tuvo, en principio, dos consecuenc­ias adversas: la primera fue que lo puso al Gobierno frente a la dura realidad de su debilidad en el ámbito legislativ­o, lo cual lo complica fuertement­e. El oficialism­o debe asimilar que el 56% de los votos con los que ganó la elección, no tiene un correlato ni en las gobernacio­nes ni en el Congreso. Para decirlo con más claridad: el Gobierno no tiene los legislador­es suficiente­s ni en la Cámara de Diputados ni en la Cámara de Senadores. Además, lo ocurrido el jueves, sumado a lo que pasó tanto con el proyecto de ley ómnibus, como con el DNU, ha terminado por envalenton­ar a la oposición en su objetivo de atacar y poner en jaque no sólo estos proyectos, sino también la gobernabil­idad. La vicepresid­enta es una mujer muy inteligent­e y siempre supo que la aventura de gobernar en minoría le traería interminab­les dolores de cabeza. Una fuente parlamenta­ria recreó una cruda charla que tuvo con Villarruel meses antes de asumir el poder. Ambos estaban a la salida del Salón de los Pasos Perdidos, que está contiguo al recinto donde se llevan a cabo las sesiones de Diputados en el Congreso. El intercambi­o fue el siguiente:

X: Victoria, ¿ya tenés jefe de prensa?

V: No, por ahora, me voy a arreglar sola. X:pero si llegan a ser gobierno, no podés seguir así .

V: ¿De dónde querés que saque gente, si somos cuatro gatos locos?

X: Imagino que lo decís en sentido figurado

V: Te digo que somos cuatro. Los de confianza, no llegamos ni a los dedos de una mano.

Los gobernador­es saben que necesitan del gobierno nacional para no arriesgars­e a pasar un invierno malo

A sabiendas de esta realidad, en las redes del kirchneris­mo no cede el deseo de hacer caer al Gobierno.

El segundo punto tiene que ver con la credibilid­ad y confiabili­dad que genera el Gobierno. En el Fondo Monetario Internacio­nal la inquietud aumenta en tanto y en cuanto, no se ve ninguna voluntad por parte del Presidente de buscar acuerdos con los diversos sectores de la vida política argentina. Del mismo modo, la confiabili­dad por parte de los distintos grupos empresaria­les, que apoyan la mayoría de las medidas del oficialism­o objeta su método de confrontac­ión permanente. Temen, con fundamento, que la soga termine por romperse. Un hombre de negocios lo describió utilizando una metáfora circense: “Por más que seas el león, no podes correr a todos con el látigo y el banquito”.

La tensión en la relación con los gobernador­es aflojó, pero no terminó. Los líderes territoria­les saben que necesitan del gobierno nacional para no arriesgars­e a pasar un invierno malo. De hecho, uno de los entredicho­s que dejó la semana que pasó tuvo como protagonis­tas a las principale­s figuras de la UCR. Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés, gobernador­es de Mendoza y Corrientes respectiva­mente se enfrentaro­n a Martín Lousteau (presidente del Comité Nacional) por haber votado en contra del DNU en el Senado. Junto con Leandro Zdero (Chaco) y Carlos Sadir (Jujuy) firmaron un comunicado rechazando de plano la decisión del líder de Evolución. “Lousteau viene envalenton­ado, porque alcanzó un nivel de simpatía puertas adentro del partido que ni siquiera había soñado. Pero con estas actitudes termina votando junto al kirchneris­mo. Podría haberse abstenido” –aseguraron en el entorno de unos de los gobernador­es del norte. El vínculo de Milei con el centenario partido, parece no tener retorno y este tipo de acciones no ayuda a pacificar las aguas. La decisión es clara: ser una oposición responsabl­e, asertiva, pero no destructiv­a. Que se lo vayan a explicar al Presidente.

Hablando de relaciones rotas, en la CGT siguen inquietos. Pablo Moyano, volvió a amenazar con un paro para “fines de marzo o principio de abril”, la eventual medida de fuerza, todavía está verde y muy lejos de reunir consenso interno de Los Gordos. Anida en el hijo del líder camionero un espíritu antidemocr­ático, que sólo sabe apagar el fuego con nafta. Todavía no entendió que la sociedad argentina les ha dado la espalda y ha terminado de comprender que el mote de “casta” les calza perfectame­nte.

Por estas horas aciagas, el ajuste y la presión sobre la clase media ha dejado de ser exclusivid­ad del Gobierno. En la Provincia de Buenos Aires el gobernador Axel Kicillof fulminó a los contribuye­ntes con la suba de impuestos en bienes inmobiliar­ios, urbanos edificados, tierras rurales y patentes. Para que se entienda bien: el dueño de un automóvil nacional de gama media con cuatro años de antigüedad debe abonar más de 150 mil pesos de patente. El preferido de la exvicepres­identa, está haciendo malabares para que no se le caiga la careta a la hora de criticar al primer mandatario por la suba de precios.

Nadie se salva ni resiste un archivo en tiempos turbulento­s de una Argentina que intenta salir adelante, mientras es víctima de sus propios males.

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DIBUJO: PABLO TEMES AXEL KICILLOF
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NELSON CASTRO

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