Pequeños dramas
Argentina es la patria de la novela policial. Pocos en el mundo adoptaron este género como savia, y realmente menos reflexionaron tanto desde Jorge Luis Borges a Rodolfo Walsh, desde Carlos Gamerro a Jorge Rivera. En este juego de los cautos y los complotados, que siempre estuvo ligado íntimamente a la actualidad y al ambiente real, como a la conciencia de la escritura, Luz Larenn incursiona sin visas con Diez días para no morir: el inquieto caso, bajo el actual mandato del plot twist, de unas jóvenes norteamericanas.
Esta es la primera novela de Larenn fuera de la trilogía de Audrey Jordan que la hizo conocida, en tramas de supervivencia y empoderamiento; si bien era de las muchas narradoras nativas digitales, con miles de seguidores. Entonces la fichó El Ateneo para A(r) mame, la primera novela de 2020. Tres años después Larenn decide cambiar de canal, dejar atrás a su esforzada psicóloga forense, y demuda parte de estas narrativas cibernéticas, embotadas de inmersividad fútil, “las personas ya estaban listas para el paso a otro nivel. Vivir los libros, no leerlos en un rol pasivo”, en la perspectiva de Harper Sloan, en la cabaña de los amantes. Y pista clave de esta novela de enigma que moja en los thrillers seriales.
Con algo del Stephen King a modo Feedlot, y una pizca de novela romántica con una antigua diva incluida, Eve –una pariente desmejorada de Norma Desmond–, el drama se precipita en los once días que Harper Sloan se entera por la prensa de su propia muerte en el antiguo pueblo, Saltwood. Y, a la mejor manera de serie de Hallmark, un lapso de diez años viene a poner las cosas en su lugar. Con ella y con su John.
Con las mayúsculas del cierre, el lector se siente amigo del inspector García Sáinz de El doble Berni, la genial policial de Elvio Gandolfo y Gabriel Sosa, con la carnadura de personajes a la que aspira Larenn: “Lo sacaba de quicio ese tipo de crímenes que parecían ocultar algo pero no ocultaban nada, porque todo e s taba ma l h e cho, si era eso lo que querían”. “Eve le había hecho prometer que brillaría tan fuerte c omo pa ra encandilar a lo s demás”, sale al mundo Harper, sale sobrecito de estas páginas trepanantes. Dosc i ento s cua r ent a y ocho que se embarcan en múltiples puntos de vista, y una cronotopía que revuelve traumas del pasado, en la adolescente tardía Harper.
“Tengo esta cosa en la que me hago mayor pero nunca más sabio” en la primera línea de Anti-hero, de Taylor Swift, una de las canciones de la playlist recomendada por Larenn. Swift profundiza los pequeños dramas posadolescentes perpetuados en la cultura 3.0, y captura con talento la época de caminar cangrejo, en la descafeinada glorificación pop global.
Escuche a máximo volumen a la cantautora, gemas como All too well, Coney Island o Exile, mientras acompaña cómo lidia Harper con los fantasmas estadounidenses en Diez días para no morir, de Luz Larenn, en la tierra del complot de Claudia Piñeiro y Leo Oyola.
“Vivir los libros, no leerlos en un rol pasivo”, en la perspectiva de Harper Sloan, en la cabaña de los amantes. Y pista clave de esta novela de enigma que moja en los thrillers seriales