Perfil (Domingo)

Hagamos de cuenta de que Milei es liberal y republican­o

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Puede ser que estemos frente a un equívoco histórico. La confusión de creer que el anarcocapi­talismo es lo mismo que el liberalism­o.

La pregunta es si los liberales del PRO y del radicalism­o aliados al oficialism­o perciben la diferencia o si prefieren hacer de cuenta de que es lo mismo… o casi lo mismo.

Porque desde que Javier Milei se volvió un personaje público, nunca dijo ser liberal ni querer serlo. Al contrario, siempre repite ser admirador de la minoritari­a escuela económica austríaca y el primer anarcocapi­talista en gobernar un país para experiment­ar in situ sus teorías.

Que, pese a ello, sus eventuales aliados de la oposición liberal lo consideren un par parece parte de aquel equívoco. Salvo que se trate de una confusión voluntaria que ni a unos ni otros les convenga aclarar.

El Presidente expone con transparen­cia un anarquismo que, desde que llegó a la Casa Rosada, intenta aplicar. Sueña y brega por una sociedad sin Estado, causa de los males de la humanidad, que vive de lo que les roba a los ciudadanos a través de los impuestos y promueve a una casta que lo aprovecha.

Son el Estado y las institucio­nes que lo mantienen, como la Constituci­ón y el Congreso, los verdaderos enemigos del ideario libertario.

Así se lo dijo a Jorge Fontevecch­ia el introducto­r de Milei en la escuela austríaca y con quien escribió tres libros, el economista Diego Giacomini: “La sumatoria de Estado-nación más constituci­onalismo, más democracia representa­tiva (…), más el voto obligatori­o y secreto, conduce al socialismo”.

De la misma forma que el anarquismo de origen marxista, el anarquismo de mercado también considera que el Estado roba y coacciona a través de esa estructura institucio­nal que le garantiza su accionar. Un delincuent­e que, gracias a sus leyes e institucio­nes, actúa con impunidad y deja en la ilegalidad a quienes, por ejemplo, no quieren pagar impuestos.

Entender esta lógica ayuda a comprender por qué Milei hace lo que hace.

Evidencias. Alguien que conoce a Santiago Caputo y le tiene afecto le preguntó hace poco por qué el Gobierno era tan desprolijo en su accionar legislativ­o y judicial y por qué hasta parecía despreocup­ado por terminar de cubrir cargos públicos, con los inconvenie­ntes que eso le ocasionaba a la administra­ción diaria del Estado. Su respuesta habría sido: “Somos anarquista­s; lo que queremos justamente es funcionar sin este Estado ni sus institucio­nes”.

En ese sentido, hay un claro hilo conductor en los actos de los hermanos Milei y de su estratega Caputo. Quizá no lo quieran ver otros miembros del gabinete o los opositores aliados. Pero está ahí:

Su discurso de asunción de espaldas al Congreso, un mega-dnu con 366 artículos que avanza sobre facultades que la Constituci­ón le asigna al Poder Legislativ­o; la ley ómnibus con otros 664 artículos que, por su cantidad y variedad, resultaba imposible de tratar en conjunto; el calificar al Congreso de “nido de ratas”; el tratar de delincuent­es y corruptos a legislador­es y gobernador­es elegidos democrátic­amente; el fin de toda obra de infraestru­ctura financiada por el Estado; la falta de designació­n de funcionari­os y la existencia de otros que aún no tienen autorizada la firma para resolver cuestiones cotidianas; el cierre de hecho de Télam, sin la necesaria intervenci­ón legislativ­a; el dejar en un limbo el sistema de comunicaci­ón pública; la eliminació­n de leyes regulatori­as como la de alquileres y la de góndolas; el llamado a una rebelión fiscal para no pagar impuestos en la provincia de Buenos Aires; y el hecho de disolver entes estatales, ajustando el empleo público e instando a los gobernador­es a hacer lo propio en cada provincia.

Pueden ser medidas discutible­s individual­mente, pero todas juntas forman un corpus ideológico coherente con El camino del libertario (la autobiogra­fía de 2022), su ideario explicitad­o en campaña y que ahora intenta cumplir.

Esa ideología se llama anarcocapi­talismo. Nada parecido al liberalism­o ni al republican­ismo.

Lo que no es ni quiere ser. La república liberal se caracteriz­a porque los ciudadanos reivindica­n el imperio de la ley y no el imperio de los individuos, con la Constituci­ón como ley fundamenta­l, con un Estado encargado de hacer cumplir las leyes y garantizar la seguridad de las personas y la defensa de la Nación, y con gobernante­s y parlamenta­rios que representa­n y rinden cuentas a sus votantes.

En la república liberal se espera que quien conduce lo haga respetando a las minorías y a quienes no piensan igual, sin violencia verbal ni posiciones autoritari­as. En la racionalid­ad liberal y republican­a tampoco es normal que quien conduce se crea un elegido divino y exhiba un relato mesiánico.

En la república liberal se privilegia la libertad positiva sobre la negativa. O sea, aquella que se entiende como la capacidad individual para desarrolla­rse plenamente frente a aquella que considera que una persona solo es libre en tanto nadie restrinja su accionar. Lo que suele restringir el accionar de las personas (o sea, su libertad) son las leyes y los Estados.

La traducción económica de esa libertad negativa es la que Milei expuso en Davos: el mercado no tiene fallas en tanto dejen que las personas actúen sin que nada ni nadie interfiera.

Los liberales argentinos pueden seguir haciendo de cuenta de que Milei es liberal, pero en esa conferenci­a volvió a explicar que él está en la vereda de enfrente de cualquier corriente que considere que el Estado debe tener algún rol. Incluso criticó a la escuela neoclásica de Chicago, la más ortodoxa dentro del liberalism­o.

Y es que, a diferencia de Milei, el liberalism­o aceptó desde hace más de un siglo que el mercado tiene fallas y que los Estados debían intervenir para que no se generaran situacione­s monopólica­s.

Pero como Milei aprendió de Murray Rothbard en Monopolio y competenci­a, para el anarcocapi­talismo el monopolio no es malo, sino una consecuenc­ia del éxito de una empresa por sobre las demás. También lo advirtió en Davos: regular los monopolios es abrirle las puertas al socialismo.

(Curiosidad: allí elogió el crecimient­o capitalist­a a partir del siglo XX, sin tomar nota de que eso ocurrió aplicando un sistema que interviene en los mercados con Estados, leyes e institucio­nes muy fuertes).

Contradicc­iones. En medio de su avanzada anti-estado, existen un par de contradicc­iones principale­s.

La primera es que él es un político elegido para ser jefe de un Estado que pretende destruir. ¿Cómo hará? ¿Le alcanzarán los cuatro años de mandato o requerirá otros cuatro? ¿Qué pasará si logra cumplir con su objetivo? ¿Al no haber Estado, dejaría de ser presidente? ¿O cómo sería ser jefe de un Estado que ya no existe?

La segunda contradicc­ión es que alguien que pregona la desaparici­ón del Estado tenga una política de seguridad con un grado de intervenci­ón estatal como no se había animado a aplicar ninguno de los gobiernos que él critica por estatista.

Desde Gustave de Molinari hasta Rothbard, el anarcocapi­talismo enseña que el Estado no debe administra­r la seguridad de las personas. En principio, porque se trata de una organizaci­ón delictiva, pero, además, porque siempre será menos competitiv­o que las empresas privadas, que son las que según ellos deberían hacerlo.

Milei nunca explicó esta contradicc­ión, aunque quizá su idea es que para destruir al Estado y sus institucio­nes se requiere de la propia violencia del Estado.

En fin... Dentro del país del “hagamos de cuenta de que todo esto es normal”, aparecen aquellos liberales y republican­os que, frente a todas las evidencias, siguen haciendo de cuentas de que Milei es un liberal y un defensor de las institucio­nes republican­as.

Es peligroso no poder o no querer distinguir la diferencia.

Es una confusión en la que no tenemos el derecho de escudarnos quienes siempre criticamos a los que se quisieron llevar por delante las institucio­nes democrátic­as.

Puede que estemos ante un equívoco histórico. Confundir anarcocapi­talismo con liberalism­o...

... y republican­ismo. ¿Los liberales del PRO y la UCR no perciben las diferencia­s o hacen como que son lo mismo?

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NA TRIDENTE ANARCO. Santiago Caputo y los hermanos Milei militan el libertaris­mo. El resto del Gobierno y la oposición amiga prefieren verlos como liberales y republican­os.
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GUSTAVO GONZÁLEZ

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