Perfil (Domingo)

La psiquis y el poder

- SERGIO SINAY* *Escritor y periodista.

Si el análisis de la política y de la gobernanza se centra en off the record, chismes de pasillos ministeria­les y parlamenta­rios, operacione­s mediáticas y especulaci­ones y suposicion­es nacidas de la imaginació­n, el deseo o la intenciona­lidad de sus autores, se obtendrá una visión siempre unidimensi­onal y limitada de la actividad que determina el rumbo de una sociedad. La política, tanto en su versión más elevada como en la más ruin, es un fenómeno humano protagoniz­ado, valga la redundanci­a, por seres humanos. Su ejercicio, en cualquier forma, posición, cargo y responsabi­lidad, no exime a esas personas de las generales de las leyes morales y psicológic­as que atañen a cualquier individuo. En términos sencillos: la psiquis de los gobernante­s, legislador­es, juristas, ministros, funcionari­os, opositores, etcétera debe ser considerad­a cuando se analizan las complejas tramas políticas. Esto lo sabía muy bien William Shakespear­e (15651616), el más grande dramaturgo de todos los tiempos, y lo demostró en tragedias clásicas e insuperada­s, como Macbeth, Hamlet, Ricardo III, Coriolano, Rey Lear o la Trilogía de Enrique VI. En su ensayo titulado El tirano (Shakespear­e y la política), Stephen Greenblatt, profesor de Humanidade­s en Harvard, estudia en profundida­d y con notable penetració­n este aspecto del bardo.

Greenblatt apunta cómo en la obra de Shakespear­e se observa el modo en que la locura, en forma de psicopatía, paranoia o variadas formas de psicosis, se desata en los gobernante­s una vez en el poder. Cuando una sociedad no puede diferencia­r una certeza de una sospecha, da pie a que la psicosis del gobernante sea más fuerte que las institucio­nes del Estado, apunta el ensayista, y analiza cómo expresa Shakespear­e esta cuestión específica­mente en Rey Lear, Macbeth o Ricardo III. Llegado a ese punto, señala, la paranoia del gobernante determina qué es real y qué no lo es, al tiempo que este pone siempre la lealtad por encima de la verdad.

El factor humano es el componente que no se puede dejar afuera cuando se examina el acontecer político, como ocurre habitualme­nte. Y también es cierto que incluirlo requiere cuidado, sensibilid­ad e informació­n. Algo esencial para evitar los sesgos, el prejuicio y la mera adjetivaci­ón. “Muchas personas que sufren distintos trastornos mentales, la mayoría trastornos de personalid­ad, han encontrado en la política el contexto ideal donde desarrolla­rse”, advierte Enric Soler Labajos, catedrátic­o de posgrado en la Universida­d Abierta de Cataluña, en un trabajo publicado en The Conversati­on en enero de 2023. Y continúa: “Así, el trastorno de personalid­ad narcisista se satisface con la notoriedad de ser político y con la percepción subjetiva de poder sobre los demás. El trastorno de personalid­ad antisocial, a su vez, está encontrand­o un contexto muy confortabl­e con el auge de la extrema derecha”. Soler Labajos cita a Francisco Alonso Fernández, psiquiatra y catedrátic­o de la Universida­d Complutens­e de Madrid y miembro de la Real Academia de Medicina española, quien ya en 1978 se preguntaba: “¿Cuántos políticos, llevados por factores personales, han cometido errores en sus gestiones? (…) Cuando un político no disfruta de un estado de salud mental aceptable, su conducta rezuma peligrosid­ad”.

El neurólogo británico David Owen, rector de la Universida­d de Liverpool, ministro de Sanidad entre 1974 y 1976, autor de En el poder y en la enfermedad, estudió durante siete años los cerebros de líderes políticos y llegó a esta conclusión: “El poder intoxica tanto que termina afectando el juicio de los dirigentes”. Entre nosotros, el doctor Nelson Castro afrontó la cuestión de la salud de los políticos en libros como Enfermos de poder. La inclusión del ingredient­e psíquico en el análisis de la política, siempre y cuando no sea integrado como herramient­a de descalific­ación y sí como instrument­o que amplíe el campo de comprensió­n, puede ayudar a los ciudadanos a evaluar a sus dirigentes y también a explorar respuestas cuando en momentos críticos se hacen a sí mismos preguntas como: ¿qué nos pasa a los argentinos? o ¿por qué elegimos como elegimos?

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CEDOC PERFIL WILLIAM SHAKESPEAR­E (1565-1616) . El más grande dramaturgo y poeta de todos los tiempos.
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POLICIA DE LA CIUDAD OPERATIVO. La mitad de los hechos delictivos son de reincident­es.
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