Paleoantiperonismo
El paleolibertarismo es una corriente que nace en los noventa en los Estados Unidos para iniciar una era de hegemonía de la derecha, tras la caída del Muro de Berlín. Unificaba a conservadores y libertarios y proponía ampliar la base electoral del voto antiprogresista por medios de una novedosa estrategias de comunicación que pudiera llegar fácilmente a la clase media, y especialmente, a la clase trabajadora.
¿Por qué referirse a una ideología estadounidense de hace tres décadas? Po rque son esas pautas las que ahora se imponen en la Argentina desde que Javier Milei irrumpió en la e s c en a política.
La B i - blia paleolibertaria fue escrita en 1992 por Rothbard –verdadero inspirador de Milei, al punto de que uno de sus perros clonados se llama Murray en su honor– y se titula Populismo de derecha: una estrategia para el movimiento paleo. “La estrategia adecuada de los libertarios y de los paleolibertarios es una estrategia del ‘populismo de derecha’, es decir: exponer y denunciar esta alianza profana de la ‘nueva izquierda’, y exigir que nos liberen a nosotros: la clase media y trabajadora”, sostuvo este economista fundador del anarcocapitalismo.
Rothbard siempre cabalgó sobre la capacidad de los libertarios para ganar a los sectores populares replicando los métodos de lo que denominaba populismo de izquierda. De hecho, en Populismo de derecha: una estrategia para el movimiento paleo, el autor fetiche de Milei propone seguir técnicas que había implementado el leninismo en la Revolución Soviética para congraciarse con las bases. La batalla cultural a la que ahora se refieren las voces que acompañan a Milei.
Pero la filosofía que dio sustento comunicacional al meteórico ascenso del Presidente no solo es fruto del fusionismo de la derecha estadounidense. El propio devenir de la trayectoria de la derecha argentina también es parte del fenómeno mileísta.
En Rayos en el cielo encapotado: la nueva derecha como una constante irregular en la Argentina, Sergio Morresi y Martín Vicente describen el camino de las corrientes de derecha locales. Un trayecto que hoy encuentra su momento cúlmine con el ascenso de Milei.
Los autores advierten que, desde principios del siglo XX, se perfilaron dos tendencias en la Argentina: por un lado, el liberalismo conservador que se ordenó en torno a una visión republicana, restrictiva de la política, capitalista y mercantil de la economía, y cosmopolita y elitista de la c u l - tura; y por otro lado , el nacionalismo reac - c i o - nario, constituido en torno a una pe r s - pectiva políticamente autoritaria, económicamente corporativa y dirigista, tradicionalista y localista en lo sociocultural. Estas dos familias se vieron atravesadas por las relaciones con el catolicismo político y las relaciones con las Fuerzas Armadas durante las primeras décadas del siglo pasado.
Hasta que llegó Perón y tomó algunas banderas nacionalistas reaccionarias (liderazgo fuerte, discurso centrado en la Nación) y descartó otras (temor al voto, antisemitismo) y se alió a referentes liberales conservadores, pero estuvo en las antípodas del republicanismo elitista. A partir del ingreso de Perón las “nuevas derechas” pasaron a ser opositoras acérrimas del peronismo, llegando incluso a aliarse al radicalismo, al socialismo y hasta al comunismo para vencerlo en las urnas, o derrocarlo en los cuarteles.
El antiperonismo fue clave en la mayoría de los golpes de Estado de la segunda mitad del siglo veinte. Y a partir del regreso de la democracia supo aliarse al menemismo, al macrismo y ahora al mileismo. El voto a Milei, por lo tanto, expresa el paleoliberalismo estadounidense con el antiperonismo argentino. Es que el paleoantiperonismo se amalgama en base a su rechazo sideral al kirchnerismo. Es su sustento.