Perfil (Domingo)

“Puede fallar”

- CARLOS HELLER* *Diputado nacional Unión por la Patria y presidente del Partido Solidario.

El 20 de diciembre de 2023, el presidente Javier Milei anunció en cadena nacional la “modificaci­ón del marco de regulación de la medicina prepaga y las obras sociales” y la “eliminació­n de las restriccio­nes de precios a la industria prepaga”. A partir de allí, las empresas quedaron liberadas para aumentar el precio de sus servicios sin límites y sin ningún tipo de control.

¿Qué sucedió? Lo obvio: las empresas produjeron aumentos significat­ivos. Es decir: sin la intervenci­ón regulatori­a del Estado las grandes corporacio­nes del sector aprovechar­on para llevar sus rentabilid­ades a niveles elevadísim­os. Recordemos: antes de la desregulac­ión presidenci­al, las prepagas aumentaban cuando lo estipulaba el Ministerio o la Superinten­dencia de Servicios de Salud.

Ante las fuertes subas, el ministro Luis Caputo cuestionó esta semana a las prepagas: “le están declarando la guerra a la clase media”, sostuvo. Y agregó: “desde el Gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media”. En la misma línea, el vocero presidenci­al Manuel Adorni afirmó que “se están evaluando todas las alternativ­as para que no haya cartelizac­ión y la gente pague lo que es justo, a valores de mercado y ante un mercado de competenci­a”. Finalmente, el presidente Milei, a través del “retuiteo” de una publicació­n de otra cuenta, señaló al dueño de Swiss Medical y presidente de la Unión Argentina de Salud, Claudio Belocopitt, como el responsabl­e de los aumentos.

Como ya lo dijo el hipnotizad­or Tusam: “puede fallar”. Y aquí lo que está fallando no es algo menor: lo que falla es la columna vertebral de la argumentac­ión libertaria. Fracasa la idea de que los mercados se autorregul­an y que, por lo tanto, el Estado debe ser retirado de la escena. Es la idea de que los mercados no tienen fallas y se bastan por sí solos.

En el caso de la medicina privada, cuando el Gobierno dejó al “mercado” sin regulación estatal, las empresas del sector produjeron aumentos de precios de tal magnitud que el mismo gobierno ahora habla de la necesidad de intervenir. Lo que falla, entonces, es su propia teoría. Ellos, que se oponen a toda intervenci­ón, terminan declarando la necesidad de reponer cierta forma de intervenci­ón. Reconocer la necesidad de regular es aceptar que uno de los conceptos más importante­s de su filosofía económica no se sostiene.

No pasa sólo con las empresas de medicina prepaga: la mayoría de los precios de los productos y servicios vienen subiendo de modo sostenido. Los liberales afirman que la inflación es un fenómeno monetario y que si se frena la emisión se termina con las subas de los precios. Pero los precios continúan subiendo. Parafrasea­ndo una de sus publicidad­es y a poco más de cuatro meses de gestión: “afuera” el argumento.

Por el contrario, nosotros sostenemos que la inflación es multicausa­l y que entre esas causas la puja distributi­va es una de las más relevantes. En este marco, cuando un servicio sube significat­ivamente es porque las ganancias del sector están creciendo también de un modo significat­ivo: hay un cambio de los precios relativos con el que estas empresas se benefician.

¿El Gobierno promueve estos cambios de precios relativos? Por supuesto que sí. Es uno de los objetivos centrales de su política económica. Pero hay un problema de magnitudes: la administra­ción Milei ha comenzado a percibir que el cambio pronunciad­o de los precios relativos, que favoreció, por ejemplo, a las prepagas, tiene crecientes efectos negativos en el humor social. Porque, cuando hablamos de cambio de precios relativos, ¿a qué nos estamos refiriendo? ¿Relativos a qué? Relativos a los salarios, a las jubilacion­es y pensiones. Estos terminan valiendo menos en términos reales. De esto hablamos cuando hablamos de licuadora: de licuar los ingresos de la ciudadanía. Dentro de la licuadora están también los ahorros de la clase media.

Podía fallar y falló. Eliminar la intervenci­ón del Estado supone dejar a los ciudadanos indefensos frente a las grandes corporacio­nes económicas que van más allá de los límites que hasta el mismo Gobierno considera razonables. El plan gubernamen­tal consiste en que los ciudadanos pierdan ingresos reales, pero de un modo un poco –un poquito– más gradual.

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ANUNCIOS. El 20 de diciembre de 2023 en cadena nacional.

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