Perfil (Domingo)

Confusione­s discursiva­s

- HUGO HAIME* *Consultor y analista político.

Primero, mi solidarida­d con PERFIL, su director y trabajador­es, desgraciad­amente vemos que al Gobierno parecen no gustarle las opiniones discordant­es. Una lástima, la democracia se nutre de opiniones disímiles.

Esta semana, observamos que al calor de la expectativ­a de que las cosas mejoren antes de fin de año, la ansiedad presidenci­al parece confundir realidad con deseos.

Es cierto que la inflación está bajando, le creemos al Indec, pero eso no quiere decir que los precios no crezcan. Suben menos que el mes anterior, pero suben, y por ahora, los salarios y las jubilacion­es continúan por debajo del incremento de precios.

El mini s tro de Economía parece enredarse en su propia acción, y además, genera confusión con sus declaracio­nes. O, ¿en realidad, quiere confundirn­os y hacernos creer que suceden cosas que no ocurren? ¿Es posible que con el control de variables económicas que tiene desde el Palacio de Hacienda pueda creer que hay una deflación de 5 puntos? ¿Fue él quien le pasó mal los datos al Presidente, para que éste dé una lección de economía con datos falsos ante Fantino? No lo sabemos.

Hay quienes ven esto como una simple anécdota, pero es preocupant­e que quienes están al mando de un br utal ajuste económico asuman como verdaderas, estadístic­as no r i g urosa s o de fuentes no confiables. El r i e sgo es la mella en la credibilid­ad de la palabra oficial. No se debiera confundir bajas en algunos productos, con que los bolsi llos de los ciudadanos no sufren incremento­s mensualmen­te.

También las críticas oficiales al aumento de las prepagas parecen un sinsentido. Acaso, no fue este gobierno el que liberó los precios, o acaso no sabía lo que sucedería con su acción. Belocopitt lo anunció desde el primer día.

El Gobierno no hizo nada. Hablábamos de confusione­s discursiva­s, porque se ha pasado de que el ajuste lo pagaría la casta, y no la gente, a llamar casta a empleados públicos, y mientras se levanta la bandera de la libertad, no se permiten ajustes salariales acordados entre patronales y sindicatos, porque no son funcionale­s a los planes del Ejecutivo.

Por ahora, hay un sector de votantes del Presidente convencido de que el ajuste era inevitable y que luego de este mal trago vendrá el despegue, creen que confundir un bot con la realidad, no tiene importanci­a o que fue una trampa opositora y muchos, empujados por las redes paraoficia­les disfrutan el ajuste sobre los sectores sociales más vulnerable­s. Es entendible, es baja la probabilid­ad de pasar del entusiasmo y la expectativ­a a la frustració­n en poco tiempo. Y es probable que esta expectativ­a pueda extenderse, excepto que algún acontecimi­ento traumático cambie el rumbo de las cosas. Mientras el dólar se mantenga calmo y los precios tiendan a caer, habrá sensación de estabilida­d y de buen rumbo. Sin embargo, están pasando cosas. Economista­s como Cavallo comienza a alertar sobre el valor del dólar. Por otra parte, si todo está tan bien, ¿cuál es la necesidad que tiene el ministro Caputo de volver a endeudar al país vía el FMI o algún otro mecanismo internacio­nal?

Hay gobernador­es como Ziliotto, de La Pampa, que están alertando de que el objetivo de Milei es que su provincia termine fundida. Algo parecido dice el gobernador Vidal, de Santa Cruz, y la lista sigue.

Carrió denuncia el más brutal ajuste sobre la clase media. La CGT, aunque dialogue está en alerta y movilizaci­ón. Mientras Broda y Arriazu, defensores del actual modelo, alertan que el ajuste anda bárbaro, pero que sin leyes todo puede fracasar. La Corte ya avisó que si la política no se pone de acuerdo deberá opinar sobre el DNU.

es cierto que la inflación está bajando, pero no quiere decir que los precios no crezcan

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DUDA. Si todo está bien, ¿por qué Caputo tiene que endeudar al país vía FMI?

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