Perfil (Domingo)

Quietud y movimiento

Travesía. Jugar con maldón

- MARIANO PACHECO

Autora: María Pía López Género: ensayos

Otras obras de la autora: José Carlos Mariátegui: lo propio de un nombre; Miss Once; Teatro de operacione­s; Habla Clara; Lugones: entre la aventura y la Cruzada Editorial: EME, $ 9.500

“La conversaci­ón se hace fantasma y persiste en la lectura”, escribe María Pía López en este breve, bello, profundo libro de ensayos en el que aparecen tematizado­s, narrados y pensados términos como la amistad, el tiempo, la traducción, el caminar y el nadar, el fuego, los gritos, las composicio­nes y genealogía­s, la enseñanza, los territorio­s, la crueldad, los nombres, la lucha, la memoria, la práctica misma de la escritura.

Lectura, escritura, conversaci­ón, un tríptico clave para ingresar a esta narración. Algo de la pregunta por la composició­n (de palabras, de cuerpos, de vidas, de relatos) está presente desde el inicio del libro. Dejar constancia en un archivo, saber registrar como modo de dar cuenta. ¿De qué? De experienci­as, de relatos, de luchas, de amistades, de conversaci­ones. Las vidas dañadas, insiste Pía, suelen ser aquellas que se despliegan sin red, y persisten frágiles y solitarias. “Hacer red”, entonces, es componer.

“Una narración sirve para explicar, contener, hacer circular la informació­n. También para construir militancia­s, acoger a otras personas, organizar la comprensió­n común”, escribe la autora, quien destaca que narrar es una labor política, en tanto “organiza un sentido para lo que hacemos y despliega una capacidad de compresión crítica”. Conversar, contar, narrar. Pero también caminar, para dejarse llevar por la curiosidad, para encontrar otras geografías, salirse de la propia zona, de la reflexión individual, de la práctica ensimismad­a. Como cuando se habita un aula desde una docencia que prioriza la curiosidad del otro, del estudiante. Y de nuevo el archivo, la conversaci­ón, la amistad. González y Rinesi (o Diego Sztulwark, quien escribe tras leer el libro la carta que termina funcionand­o como epílogo del libro). Horacio poniendo en circulació­n “la biblioteca que lo había conmovido, con la cual interpreta­ba el mundo”; Eduardo rescatando de su maestro común esa capacidad de hacer pasar “de unxs a otrxs un saber” (una perspectiv­a que es siempre compresión del mundo). Narrar, entonces, como capacidad “de tejer en relación a un espacio palabras que comprenden modos de habitarlo”.

Sumerg i r se en l a s p a - l ab r a s , escr itas o comentadas, como quien ingresa al mar para nadar. De la práctica del yoga a la de nadar en aguas abier tas. Pía insiste en lo impor tante de estas prácticas para su escritura, así como la de caminar. La quietud y el movimiento. Parir complicida­des.

Sería difícil de entender este libro sin los movimiento­s existencia­les que produjeron los feminismos en su última oleada, con la “marea verde”. Quizá por eso la inflexión del femenino resulta fundamenta­l en los nombres y las historias singulares y colectivas que aparecen en estos relatos: mujeres militantes setentista­s, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, piqueteras, hijas de detenidxsd­esaparecid­xs, secuestrad­as, presas, activistas trans, lesbianas, cantautora­s, escritoras, cineastas, docentes… Reconocida­s por el gran público y anónimas. Pía enhebra relatos donde el punto de vista feminista busca no ser excluyente, a la vez que se propone desbordar y recrear todo el “devenir punitivist­a” que encierra y victimiza la potencia arrollador­a de este nuevo/viejo fenómeno emancipato­rio.

Lectura, escritura, conversaci­ón, un tríptico clave para ingresar a esta narración. Algo de la pregunta por la composició­n (de palabras, de cuerpos, de vidas, de relatos) está presente desde el inicio del libro

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CEDOC PERFIL
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