Biden apuesta miles de millones a una recuperación estadounidense
La Casa Blanca se está tomando muy en serio la posibilidad de una interrupción en el suministro de semiconductores y la fabricación de microprocesadores. El lunes 8 de marzo, el gobierno del presidente Joe Biden anunció un plan para derivar a TSMC nada menos que 6.600 millones para ayudarlo a construir tres fábricas en Arizona.
Se trata de un acuerdo no vinculante con Taiwan Semiconductor Manufacturing Company para brindarle fondos para las plantas de fabricación en Phoenix, junto a unos 5.000 millones de dólares en préstamos gubernamentales.
Biden lamentó que "Estados Unidos inventó estos chips, pero con el tiempo pasamos de producir casi el 40 por ciento de la capacidad mundial a cerca del 10 por ciento, y ninguno de los chips más avanzados". Esta situación, enfatizó, expone al país "a importantes vulnerabilidades económicas y de seguridad nacional".
Gracias a esta inversión, señaló el mandatario, TSMC "también construirá una tercera fábrica de chips en Phoenix, aumentando su inversión total en Arizona a 65.000 millones de dólares y creando más de 25.000 empleos directos en construcción y fabricación, junto con miles de empleos indirectos".
Las instalaciones, adelantó, "fabricarán los chips más avanzados del mundo, lo que nos encaminará a producir el 20 por ciento de los semiconductores de vanguardia del mundo para 2030". Biden destacó que el acuerdo también dedica 50 millones de dólares para financiar la capacitación y el desarrollo de la fuerza laboral local.
Al día siguiente del anuncio sobre TSMC, se supo que la administración Biden planea otorgar más de 6.000 millones de dólares a la sudcoreana Samsung para expandir su producción de chips en Taylor, en el estado de Texas, como parte de la estrategia para aumentar la fabricación de chips en el país.
La prensa económica apuntó que el subsidio se destinará a la construcción de cuatro instalaciones en Taylor, incluyendo la planta de fabricación de chips de 17.000 millones de dólares que Samsung anunció en 2021, otra fábrica, una instalación de embalaje avanzado y un centro de investigación y desarrollo.
El apuro norteamericano en esta carrera se debe más que nada a la necesidad de cerrar la brecha con China y dejar de depender de las fábricas instaladas en Taiwan. Al fin y al cabo, como recordó Biden, hay que tener en cuenta que los semiconductores, "esos pequeños chips más pequeños que la punta de un dedo, hacen funcionar todo, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles, satélites y sistemas de armas".
En Pekín ya están preparados para afrontar esta batalla y hasta vienen redoblando las apuestas. A mediados de marzo último, la agencia Bloomberg reportó que el gobierno del gigante asiático pidió este año a los fabricantes locales de automóviles que aceleren la adopción de chips Made in China.
Esa directiva "se alinea con los ambiciosos objetivos de China de lograr la supremacía tecnológica y reducir las vulnerabilidades en su cadena de suministro -resumió en aquella oportunidad un informe de Newsweek-. La medida de China para reforzar su industria nacional de chips refleja la importancia estratégica de los semiconductores para lograr influencia geopolítica contra Estados Unidos", completó.