Perfil (Domingo)

Mejor no decirlo

- RAÚL H. ÁLVAREZ

La frase: “Traigan comida para Ariel que se va a comer todo” que expresó Furia en “Gran Hermano” fue considerad­a gordofóbic­a y provocó que la participan­te perdiera gran número de seguidores en sus redes. Este suceso da una idea de la hipersensi­bilidad que existe en la gente en este siglo al oír que alguien dice las palabras “gordo, flaco o negro”, que antes eran considerad­as como expresione­s de afecto.

En el siglo pasado hubo artistas que, además de ser talentosos, usaron su gordura para atraer la atención. En el cine mudo Roscoe Arbuckle, a quien por su gordura lo apodaron “Fatty”, un sobrenombr­e que a él no le agradaba, cumplía sus escenas con gran agilidad, logró una popularida­d comparable a la de Charles Chaplin y fue uno de los actores mejores pagados de la época hasta que un escándalo cuando en una orgía fue acusado de violar y matar a una colega, puso fin a su carrera.

Oliver Hardy logró un gran éxito con Stan Laurel en películas cómicas en la que componían los personajes de “El gordo y el flaco” y él se destacaba de su compañero por su sensatez. En 1914, mucho antes de ser popular, viajó a Buenos Aires y actuó vestido de gaucho en el Pabellón de las Rosas y en el Parque Japonés. Su gordura perjudicó su salud. Cuando en 1956 con una dieta logró bajar de 159 a 95 kilos, sus amigos no lo reconocían y eso le provocó una gran depresión. A partir de entonces t uvo un derrame cerebral y un cáncer y su peso disminuyó hasta l legar a los 55 kilos cuando murió en 1957 a los 65 años.

Jo rge Porcel se inició en el popular programa de radio “La revista dislocada”. Sólo en los años 60, cuando su imagen apareció en películas y en televisión, el público pudo saber que era un hombre excedido de peso. Porcel sacó partido del personaje del gordo y no le molestaba que le aplicaran ese apodo. Inclusive en películas como “El gordo Villanueva” o “Los vampiros los prefieren gorditos”, ese calificati­vo figuraba en el título sin que él lo cuestionar­a.

Alicia Bruzzo en 1992 cambió su esbelta figura a partir de una intoxicaci­ón con jarabe de propóleos que la hizo aumentar de peso. Sin embargo, demostró su enorme talento desde sus inicios hasta sus últimos trabajos antes de que falleciera en 2007 a los 61 años.

A pesar de que hubo tantos casos de personas cuyo excesivo peso no fue un obstáculo para lograr una carrera exitosa, hoy a la gente le molesta que observen y comenten su gordura, como en la milonga “Se dice de mí”, que cantaba Tita Merello, y que decía: “Se fijan si ya la línea perdí”.

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CEDOC PERFIL Oliver Hardy.

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