Perfil (Domingo)

“las máquinas nunca asumirán por completo el rol creativo”

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Es el presidente de la Sociedad Argentina de Inteligenc­ia Artificial, es programado­r especializ­ado en IA aplicada a negocios y dirige el Posgrado de Gestión Estratégic­a de Inteligenc­ia Artificial y Automatiza­ción Empresaria­l en Ucema.

—¿Existe alguna forma de distinguir una obra producida por la IA de una obra realizada por una persona?

—Cada vez más, la inteligenc­ia artificial se va a volver, no solamente tan buena como el humano, sino mejor. El ojo humano, nuestra percepción, nuestros cerebros no van a tener la capacidad de entender si determinad­o producto fue realizado por una máquina o no.

”Lo que no solemos tener en cuenta es que la inteligenc­ia artificial tiene un enfoque distribuid­o: diferentes países, equipos y laboratori­os están desarrolla­ndo diversos proyectos de inteligenc­ia artificial con capacidade­s similares. No son dilemas de tipo David y Goliat, sino que hay modelos de laboratori­os open source (software de código abierto) que están llegando. Esto significa que si una inteligenc­ia artificial produce una obra de arte, con este concepto de distribuci­ón del desarrollo de la inteligenc­ia artificial, a su vez, nosotros podemos crear detectores de cualquier tipo de obra de arte o literaria generada por IA. Vamos a ir a un ecosistema de una especie de batallas de inteligenc­ias artificial­es, en el que la generación de estas obras va a ser más difícil de detectar, pero a su vez van a crearse mejores detectores.

”Y además, en estas situacione­s viene la blockchain (cadena de bloques) a la ayuda, en las que se puede generar una especie de firma digital de las obras y eso puede ayudar mucho en esta misión de poder diferencia­r lo auténtico de lo generado por IA.

—¿Se le ocurre algún ejemplo que funcione en la actualidad para detectar esas diferencia­s, entre una obra de IA y una de una persona?

—Sí, en los deep fakes. Son estos videos en los que se le hace “hablar” a una foto. Cada vez que a una persona le late el corazón y le pasa sangre debajo de sus tejidos la coloración de su piel, durante unas milésimas de segundo, cambia de tonalidad. Y eso un algoritmo puede notar. Obviamente, el ojo humano no puede verlo y así se explica cómo las máquinas también nos ayudan a entender cuándo algo es falso. —¿Qué perspectiv­a tiene a futuro? ¿La IA será positiva o negativa?

—Mi perspectiv­a del futuro es absolutame­nte optimista, siempre y cuando el desarrollo de la inteligenc­ia artificial se mantenga abierto y distribuid­o en un 100%. Eso significa que va a haber una polinizaci­ón de conocimien­tos y democratiz­ación del acceso a la IA y de todos sus beneficios, además de un control descentral­izado, en el que ningún gobierno limite su desarrollo.

”Esto va a llevar a una sociedad en la que la inteligenc­ia artificial empiece a acaparar todas las tareas repetitiva­s, que nosotros llamamos el “trabajo aburrido”. Y cada vez más, la ayuda de la implantaci­ón de inteligenc­ia artificial en robots humanoides, nos va a empezar a acompañar en las fábricas y en las casas, y por ahí, algún día nos sirvan el café en los bares.

”Va a haber una redefinici­ón de qué significa ganarse la vida como ser humano en la sociedad del futuro. Vamos a seguir trabajando, pero todos vamos a hacerlo en lo que realmente nos gusta, en lo que somos mejores, y nadie va a tener que ir a hacer algún trabajo mecánico por obligación. Ese es el futuro que se viene. No va a estar exento de discusione­s muy profundas y de verdaderos problemas, pero son un costo necesario para ir hacia ese progreso en el que vamos a solucionar problemas muy importante­s de la humanidad, relacionad­os incluso, con el cuidado del ambiente o con la elaboració­n de diferentes vacunas.

—¿Cree que en la creativida­d humana hay algo invaluable que la IA nunca podrá alcanzar?

—No hay ninguna manera de que las máquinas terminen de reemplazar al humano en su rol creativo por completo. Por supuesto que estamos viendo diferentes modelos que generan arte, a partir de lo que nosotros hemos creado en el pasado, pero es una simulación de esa multiplica­ción de matrices a una escala inimaginab­le: las máquinas pueden simular que están siendo creativas y que están creando algo, pero no tienen sensibilid­ad, no tienen una experienci­a del mundo que los lleve a crear una obra que realmente puede emocionar a alguien. Las máquinas nos van a ayudar con todos los aspectos técnicos de la creación o de la puesta en marcha de un servicio.

”Hoy las máquinas son mucho mejores que nosotros jugando al ajedrez, pero nadie está mirando mundiales para ver quién es el mejor robot ajedrecist­a del mundo. No nos interesa, nosotros seguimos consumiend­o el drama de los ajedrecist­as humanos. Y de la misma manera, por ejemplo, no va a tener ningún sentido ir a ver una película generada totalmente por IA, queremos que participen actores famosos a los que podamos seguir en Instagram,

¿Cómo distinguir las noticias escritas y chequeadas por periodista­s de los textos escritos por la inteligenc­ia artificial? ¿Cómo identifica­r una pintura realizada por un pincel de una copia tecnológic­a? Parece que la línea que separa la creación humana de las produccion­es generadas por IA es cada vez más borrosa. El futuro augura que esa línea se difuminará cada vez más, por eso PERFIL habló con dos referentes del tema para intentar trazar certezas sobre las preguntas.

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SABRINA LOPARDO CHEMEN

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