La emoción de las cosas
Hay una frase que me define, obviamente no es mía, que dice: “Solo recuerdo la emoción de las cosas”. La emoción de las cosas, en algunos casos, tiene que ver con la adolescencia.
Para mí empezó a los 14 años, probablemente con la foto de este carnet que perteneció a un señor, a quien le agradezco infinitamente que lo haya conservado para luego donarlo al Museo (ver página 62).
Hugo del Carril fue mi primer director. En Una cita con la vida (1958) interpreté a una niña que iba al colegio con Gilda Lousek. Ella era más grande que yo, era la protagonista de la película y era la más linda de las dos. Siempre sentí un agradecimiento enorme por Hugo, que vino a mi fiesta de 15 con su madre y su hermana. Bailar con él me produjo una emoción increíble.
Enseguida llegaron los primeros admiradores. Me da mucho pudor decirlo. Aparecieron cuando Chas de Cruz y Clara Fontana me eligieron Miss Diario del Cine en su programa de Radio Belgrano. Conocí a gente muy divina gracias a mi Club de Admiradores, a mis padrinos Hugo del Carril y Elida Gay Palmer, y a sus socios de honor: Enzo Viena, Chiquita (¡Qué bueno haberla tenido ahí!), Paquita Muñoz y el querido Pablo Moret que vive muy lejos, en Chile, pero a quien vi durante casi toda mi vida.
No me cuelgo mucho de esas cosas producidas por el ensueño del ego porque me parece que no son buenas. Sin embargo, hay otras que me hacen sentir muy bien: estar contenta con lo que hago, que la gente acepte mi trabajo, que lo manifieste cuando me ve… Siempre hace falta eso porque, finalmente, el amor es lo único que nos queda, lo único que nos une realmente.
Por eso doy las gracias por este carnet tan gracioso, con esa foto que debe ser de las primeras que me sacó Annemarie Heinrich. Ese corte de pelo me hace ver parecida a Audrey Hepburn. Entonces yo no debía tener más de 15 años… quizás menos.
En fin, no soy fanática de los números. Pero sí del recuerdo de todo lo linda y lo buena que fue la gente conmigo. No podría quejarme jamás de mis compañeros, de mis directores, del amor profundísimo que recibí. Revivir mis comienzos ha sido muy gratificante.
Todo gracias a este pequeño carnet.