Atraco sostenido por eficaces comediantes
Un thriller con elementos de la comedia brillante, filmado en una Mendoza ideal para exportar por sus escenarios de postal turística (termas de Cacheuta, El Parque General San Martín, el Valle de Uco, la Fiesta de la Vendimia), es lo que propone Ariel Winograd ( Cara de
queso, Mi primera boda). Sin obviar el humor y una posibilidad de romance que surge entre sus protagonistas, el director consigue un film elegante, que en sus encuadres y resoluciones escénicas guarda cierta relación con las películas de James Bond. Con un Daniel Hendler que en algunas escenas parece parodiar en actitud al 007 de Daniel Craig, y una Valeria Bertuccelli que se presta a un constante cambio de disfraces en su papel de una eficaz ladrona, la historia fluye a través de un diseño de producción de calidad internacional.
A lo mencionado se suma que el aspecto formal es lo más valioso de esta película que maneja bien la intriga, aunque por momentos su guión pierde de vista a algunos personajes que hubieran requerido de un mayor y más atractivo desarrollo; es el caso del investigador que hace Pablo Rago, o el coleccionista mafioso que le tocó en suerte a Juan Leyrado. Obviando estos detalles, se aclara que este thriller, con sutiles pinceladas de humor, llevadas a muy buen puerto por Bertuccelli y Hendler, dos buenos comediantes, parte del robo de una pieza arqueológica en un museo y continúa con el desafío de tener que lograr sustraer de la bóveda de un banco una codiciada botella de Malbec de Burdeos de mediados del siglo XIX.
La pareja de expertos en quedarse con lo ajeno se desafía uno al otro, en su capacidad profesional, lo que da lugar a una seguidilla de situaciones, que son el condimento más sustancioso de esta historia que entretiene y no defrauda al espectador, y cuya música de cierre recuerda a la Misión
imposible, del argentino Lalo
Schifrin.