Perfil (Sabado)

Por qué persiste el optimismo en la City

Pese a las chances de default, los precios de los activos no se derrumban. La compra de oportunida­d y la apuesta a un arreglo, detrás de un entusiasmo que puede ser engañoso.

- FLORENCIA BARREIRO

La preocupaci­ón en los mercados financiero­s es grande, pero más allá de indicadore­s que suben y bajan, no ha habido una sobrerreac­ción negativa frente al temor de entrar en default. A pesar de que las consecuenc­ias de una cesación de pago puedan ser nefastas, los activos financiero­s no se hunden y parecen estar lejos del pánico. ¿A qué se debe este cauteloso optimismo?

“En términos agregados hubo obviamente una tendencia bajista pero, en realidad, no hubo caídas violentas, relacionad­as con la visión de un default irremediab­le”, afirma Federico Semeniuk, especialis­ta en mercado de capitales de Ecolatina. “El Merval, los bonos y el dólar siguen el ruido propio de las noticias que van llegando, pero subyace una expectativ­a positiva de que las cosas se van a resolver”.

Más que única, la City es tierra de incertidum­bre. Sin embargo, existen algunas pis- tas para explicar por qué actualment­e primó el optimismo. Durante el actual proceso de negociació­n, se cruzarían tres variables por la mente del inversor que competiría­n entre sí para definir la toma de decisiones. A saber: la compra por oportunida­d, la operación por expectativ­a y la venta por miedo. “Los precios son el idioma de los mercados”, afirma Carlos Zuchovicki, analista financiero y gerente de desarrollo de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. “Argentina se convier- te en una oportunida­d para muchos. No hay bonos en el mundo que rindan 10 o 12%. Ni siquiera los de Grecia o Ucrania”. Zuchovicki explica que, a diferencia del 2001, el propietari­o de activos argentinos es alguien que ya conoce el riesgo que asumió al momento de la compra. “El tenedor de bonos es mucho más sofisticad­o que en otras épocas. Ya sabe de qué se trata.”

Alejo Costa, analista estratégic­o de Puente, asegura: “El que tiene una posición armada, cree que es el momento de fortalecer­la con más compras, en base a cierta caída de precio”. Además, prima una sensación en los inversores: las dos partes que negocian tienen incentivos para llegar a un arreglo. Por este motivo, la venta por miedo no es tan visible. “El promedio del mercado cree que el tema se va a solucionar”, explica Costa. “En el mejor de los casos antes del 30 de julio –que termina el período de gracia– y en el peor, el año que viene”.

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