Camus, reescrito desde el punto de vista árabe
Kamel Daoud ofrece una nueva versión de El extranjero. El relato está construido como una prolongación de la novela, como si la hubiera escrito Meursault al salir de la cárcel.
Fue necesario que transcurrieran 54 años desde la muerte de Albert Camus para que la nueva generación de escritores argelinos pudiera establecer un diálogo con el autor de la novela El extranjero.
El promotor de esa iniciativa histórica es Kamel Daoud con su novela Meursault, contrainvestigación, que propone una reescritura de El extranjero desde el punto de vista árabe.
Camus había iniciado su novela, publicada en 1942, con tres palabras lacónicas: “Hoy murió mamá”. Ese íncipit se convirtió con el tiempo en uno de los comienzos más célebres de la literatura francesa. En forma deliberada –en un gesto de visible provocación– Daoud inicia su relato con una frase similar, pero de sentido totalmente inverso: “Hoy mamá sigue viva”.
A partir de esa ubicación en una perspectiva opuesta –como si fuera una de esas imágenes invertidas que envían los espejos–, Kamel Daoud desarrolla en 160 páginas una prolongación de la novela de Camus, como si la hubiera escrito Meursault, el protagonista de El extranjero, al salir de la cárcel después de haber asesinado a un árabe en una playa de Argel.
Los argelinos siempre criticaron a Camus por haberse referido a la víctima de Meursault como “el árabe”, sin darle nombre ni apellido. Esa actitud fue interpretada alternativamente como una manifestación de racismo colonialista o un símbolo de la incapacidad del escritor de elegir entre Francia y Argelia.
Daoud, que jamás menciona a Camus en su libro, lleva su osadía hasta el punto de darle una identidad al argelino –Moussa Ouled El-Assasse–, e inventarle una familia y un hermano, Haroun, que es en definitiva el verdadero protagonista del relato. Nada es gratuito en esa historia. Como Meursault, Haroun también cometió un crimen gratuito: el 5 de julio de 1962 (día de la independencia de Argelia), a las 2 de la tarde –la misma hora en que fue asesinado el árabe–, mató a un europeo designado como víctima expiatoria por su madre: “Sí, yo maté a Joseph porque había que equilibrar el absurdo de nuestra situación”. Todo el drama de la relación Camus-FranciaArgelia está resumido en ese episodio aparentemente banal.
Camus, considerado como uno de los principales teóricos del absurdo, hubiera apreciado esa referencia a uno de los ejes de su reflexión. “Ese divorcio entre el hombre y su vida, el actor y su decorado”, como dice en El mito de Sísifo, aparece en filigrana en El extranjero, y es el hilo de Ariadna que domina toda su obra.
No es casual que el autor más talentoso de la nueva generación de autores argelinos haya elegido ese recurso para acercarse a Camus. Ambos son hijos de familias paupérrimas que accedieron a la educación gracias a la ayuda del Estado. Daoud, como Camus, nació en una familia en la que nadie sabía leer ni escribir, tuvo el privilegio de acceder a una educación francesa y ser el único que pudo realizar estudios universitarios.
También escritor y periodista, como Camus, desde hace 17 años Daoud escribe en Le Quotidien d’Oran una columna política en la que critica ferozmente al presidente Abdelaziz Buteflika. Su estilo literario, a la vez clásico y novedoso por sus metáforas, no puede disimular la influencia de Camus, pero sin copiarlo. No es poco mérito inspirarse en el escritor favorito de los franceses (ver recuadro) que de esta manera tal vez empieza una nueva vida de ultratumba.