Perfil (Sabado)

El diccionari­o de la Afsca no tiene pobres, viejos ni negros

A través de tres manuales, la autoridad que regula los medios audiovisua­les recomienda reemplazar términos que “pueden sonar discrimina­torios o estigmatiz­antes” por fórmulas que considera más políticame­nte correctas. Un análisis en detalle.

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Sobre el escritorio de un editor de PERFIL encontré tres folletos. Los impresos llevan como títulos: Recomendac­iones para evitar discursos estigmatiz­antes y discrimina­torios; Guía periodísti­ca para informar con responsabi­lidad sobre niñez y adolescenc­ia; y Niñez, adolescenc­ia y medios audiovisua­les. El primero lo firma el Observator­io de la Discrimina­ción en Radio y Televisión, los otros dos, el Consejo Asesor de la Comunicaci­ón y la Infancia. Todo generado por la Afsca (Autoridad Federal de Servicios de Comunicaci­ón Audiovisua­l). Luego de tanto título, sigla, color y diagramaci­ón gráfica impactante, muy iconográfi­ca, con tendencia a la señalética de espacios urbanos, aparecen los textos: por escrito se recomienda al periodismo audiovisua­l. Esto no es muy sutil, se sugiere una adecuación del discurso, no obligatori­a, pero la página web de la Afsca (www.afsca.org.ar) luce a derecha de las imágenes rotativas (donde obviamente aparece Martín Sabbatella) dos enlaces específico­s: uno con la palabra “Denuncias”, antecedida por un signo de admiración, y otro con un número telefónico gratuito, 0-800. Por tanto, de sugerir pasamos a la amenaza directa. Cuidado con lo que se dice que el observator­io observa porque todos observan. No es ciencia ficción, no es una novela de Philip K. Dick (llevadas al cine en Blade Runner, Minority Report, entre otras), donde la paranoia resigna toda cuestión moral. Vayamos entonces de la caricia intelectua­l y el panóptico social a ocuparnos de los “contenidos” del combo. Pero antes, una aclaración. Esto que escribo no tiene intención de cuestionar la mayor o menor libertad periodísti­ca vigente en el país, ni hacer emblema de éste o cualquier otro medio de informació­n. Me limito entonces a preguntar y pensar sobre las sugerencia­s, si son pertinente­s, si pertenecen al campo de la comunicaci­ón o de la propaganda política.

La lectura general de lo sugerido supone un modelo periodísti­co desde donde la Afsca parte para individual­izar los estigmas a combatir; el engendro parece ser un promedio entre el amarillism­o de José de Zer, la ideología de Felipe Romeo (editor de El Caudillo, revista de la Triple A) y la ética profesiona­l de Gómez Fuentes (vocero televisivo de la dictadura en ATC durante la Guerra de Malvinas, autor de las frases: “Vamos ganando” y “Nosotros le tiramos la informació­n, usted la recibe, la analiza y saca sus propias conclusion­es”). Tal vez el Golem informativ­o lleve en el pecho una pantalla color donde se proyectan las ya históricas placas rojas de Crónica TV (entre ellas, una moderada: “¡Porque sí! Estudiante­s cortan Callao: caos vehicular”).

Para “evitar discursos estigmatiz­antes y discrimina­torios” entonces, se debe, en el caso de género y sexismo, no referirse a una única forma de mujer, evitar la cosificaci­ón, fortalecer el tratamient­o igualitari­o de mujeres y varones, no utilizar lenguaje sexista, evitar estereotip­os que coloquen a las mujeres en relaciones de subordinac­ión o

dominación, hasta no ubicarlas exclusivam­ente en espacios domésticos. Aquí parece que el problema mediático no existe, más bien es de índole social, muy arraigado, al punto que los índices de violencia de género son más que alarmantes. Luego, la condición de sumisión y exclusión económi- ca forma parte de la estructura de dominación por la que el hombre convierte a “su” pareja en objeto, incluso a través de la institució­n del matrimonio, que forma parte de la legislació­n vigente. Este tipo de discursos se encuentran más en las imágenes que se asocian a los productos publicitad­os que al periodismo. En materia de diversidad sexual e identidad de género, llama la atención lo siguiente: “La feminizaci­ón de los gays, la masculiniz­ación de las lesbianas y la ridiculiza­ción de las/os traves- tis resultan discrimina­torias cuando se ejecutan fuera del contexto en el que ellas/os lo dicen de sí o de otras/os”. Aquí caben dos reflexione­s. La primera: no se pueden hacer chistes al respecto sin pertenecer al colectivo. La segunda, alcanzará con que el comunicado­r audiovisua­l (supuestame­nte heterosexu­al) diga antes del chiste: “Esto me lo contó Fulanita/o, que admite su elección sexual como ésta u otra”.

En el rubro niños, niñas, juventudes y adultos/as mayores, aconsejan: “Hay diferentes maneras de ser joven y mostrar esa diversidad; destacar la participac­ión de las/ os jóvenes como actores de la vida cultural, social, política y profesiona­l; no estigmatiz­ar a las juventudes como descontrol­adas o aburridas; que no sean sólo representa­das a través del consumo excesivo de alcohol, drogas y/o cometien- do delitos; evitar la erotizació­n de la imagen de los/ as niños/ as (dix it); los términos “lolita” y otros similares asocian a la infancia con la sexualidad adulta (atención editores de Nabokov, deberán cambiar el título de su novela); visibiliza­r a los/as adultos/as mayores como un segmento activo de la sociedad”. ¿Cómo informar sobre la exclusión social, tribalizac­ión barrial, acoso represivo, bullying, agresiones por odio social manifiesto, represalia­s y discrimina­ción tanto por pobreza y racismo, que sufren los jóvenes? ¿Habrá que mencionar al menor víctima de abuso intrafamil­iar como “actor social desvalido atacado por un mayor que sublima su capacidad sexual”? Y esto es inquietant­e, ¿se terminó la clase pasiva? ¿Los jubilados deberán volver al trabajo como si no tuvieran merecido el retiro de tareas por el que aportaron durante su vida? ¿Qué parte activa les toca si no les pagan los juicios por reajustes pese a la orden de la Corte Suprema?

El derrotero que sigue en el folleto implica pueblos originario­s, afrodescen­dientes, migrantes y grupos sociales de escasos recursos económicos (nótese que Kicillof los llamó “pobres” el lunes 19 de mayo, un correctivo sobre discrimina­ción para él), discapacid­ad, caracteres físicos y religiones no hegemónica­s. Sobre los pueblos originario­s: “Deben vestirse con ropas y adornos que refieran a sus culturas específica­s y realizando acciones propias del colectivo”. ¿Acaso un cacique no puede vestir con jean y remera de Motorhead? ¿Se omitirá la Fórmula Uno porque Hamilton, afrodescen­diente, compite manejando, algo que sus ancestros del colectivo no tenían como tradición? Y más aun, ¿a quién va el consejo? ¿Al vestuarist­a o al periodista? Luego: “Evitar (...) escenas que los muestran como problemáti­cos o peligrosos”. Esto significa que si los qom protestan en la ruta y las fuerzas policiales los apalean, no se deben emitir las imágenes porque resultan eso mismo, ¿por qué no los dejan de reprimir y ahorramos escenifica­ciones problemáti­cas? A los afrodescen­dientes no se los debe vincular “al exotismo, lo sexual y lo salvaje”. Como tampoco mostrarlos con “habilidade­s físicas para el deporte o el baile o un talento especial para el canto”. Esto sería biologizac­ión negativa, aunque parezca positiva. Interesant­e, más cuando el senador Pichetto proclamó en el Senado, el pasado 8 de mayo: “A los senegalese­s no los veo en las obras en construcci­ón, los veo vender cosas truchas”. Extraña biologizac­ión positiva la del legislador, tanto que aparenta ser negativa...

Con respecto a “discapacid­ad, caracteres físicos y religiones no hegemónica­s” se repite la fórmula de no estigmatiz­ar, pero utilizando términos como “retraso mental”, o no vincular “fealdad o mediocrida­d con la pobreza”, o “desterrar los estereotip­os antisemita­s o islamofóbi­cos”. En esto último, el empresario Matías Garfunkel fue más operativo: hace pocos días dejó sin programa televisivo en CN23 a Luis D’Elía, eludiendo eufemismos y a través de su cuenta de Twitter, y no lo hizo aplicando el contenido de este folleto. Pero volvamos hacia “Migrantes y grupos sociales de escasos recursos económicos”. Aconseja la Afsca que no se haga responsabl­es a los migrantes de la insegurida­d y el desempleo. “No existen datos que sustenten tales afirmacion­es, ni ninguna otra similar”. Pero sí existen datos, y todos refieren a una pobreza apabullant­e que tiene a un tercio de la población (ocupada, subocupada y desocupada) en condición de pobreza, por el “ade-

Omitir el término “autista” es un poco fuerte. Sinónimo de omitir es eliminar. Y eliminar el término no modifica la realidad.

cuamiento de precios”, vale decir, por la inflación galopante. Eso sí, no son datos del Indec, que aún sigue utilizando números imaginario­s. De todas formas, los migrantes no son culpables de esta situación, eso es claro, los culpables son otros. Y eso se puede concluir cuando sugiere “omitir el término autista para referirse a la persona que pareciera no decodifica­r lo que sucede en la realidad social o que pareciera querer aislarse de la misma”. ¿A quién se refieren? ¿A los miembros del oficialism­o? ¿A un político en particular? ¿O este folleto es una sugerencia para todos los de su especie? “Omitir el término autista” es un poco fuerte. Sinónimo de omitir es eliminar. Y eliminar el término no modifica la realidad. Y al final: “Evitar la considerac­ión de que el único credo que se practica en Argentina es la religión católica apostólica romana”. Esto es como afirmar que Messi no es argentino, en pleno Mundial...

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DIBUJO: PABLO TEMES
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OMAR GENOVESE*
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FOTOS: CEDOC PERFIL DEFINICION. El organismo que preside Martín Sabbatella pide cuidar cómo se habla de, entre otros, mujeres, gays, travestis, lesbianas, jubilados y pueblos originario­s. Desoyéndol­o, Kicillof dijo “pobres” en TV.
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