LOS EFECTOS DE VICTORIA OCAMPO
Jorge Lavelli cuenta cómo sucedió su alejamiento de la Argentina y su inserción en Francia: “Eso fue una cosa del azar, no fue algo pensado. En el año 60, tuve una beca del FNA, cuando una gran señora que se llamaba Victoria Ocampo presidía su jurado. Me dieron una beca de seis meses, con opción de elegir el país donde hacerla. Elegí Francia porque allí pasaban cosas teatralmente importantes y porque en París se hacía el Teatro de las Naciones. Antes de volverme, pasé por Madrid y recibí una carta, donde me decían que me renovaban la beca porque consideraban excepcionales los informes que yo había enviado sobre lo que yo hacía y veía. Cuando se me estaba por terminar esta nueva beca, hice un ejercicio teatral sobre el poeta Jean Tardieu, me vio un inspector del Ministerio de Cultura y me invitó a presentarme en un concurso. Mientras, monté una cosa de Ionesco que después Ionesco mismo vio y se trasformó en un verdadero amigo. Yo no tenía dónde caerme muerto, y encontré una obra: El matrimonio, de Gombrowicz, en una traducción hecha por algún profesor de francés, que se la había enviado Camus a Barrault [Jean Louis Barrault, director de Teatro de las Naciones], con una nota: ‘Aquí te envío esta pieza extraña pero interesante, tendrías que leerla’. Con esa obra gané el Gran Premio del Concurso de Jóvenes Compañías, del año ’63. De eso se escribió tanto, se publicaron tantas cosas, generó tanta polémica. Significó la introducción de Gombrowicz en toda Europa: traducciones, ediciones, conferencias en la Sorbona. Pasaron las décadas, y durante años la gente creía que yo era francés; me propusieron cosas que no se le proponen a un extranjero no nacionalizado, como la Opera de París. Cuando fui a pedir mi nacionalidad [en 1977], hice la cola y una empleada me detuvo: ‘Si usted quiere, el ministro del Interior con gusto se la dará en 24 horas’. Pero yo quise hacerlo como todo el mundo aunque el trámite durara un año”.