Perfil (Sabado)

LOS MIL MODOS DE ANTIFUTBOL

-

¿Qué es el antifútbol? Como todo concepto tiene múltiples interpreta­ciones. Por ejemplo, podemos llamar antifútbol a toda aquella persona que descentre al fútbol de sus preocupaci­ones cotidianas. Alguien para quien el fútbol básicament­e no importe, no sea un tema. Como todo anti, este posicionam­iento genera una importante apuesta identitari­a. Define una identidad. En especial en sociedades claramente futbolizad­as donde cuestionar el lugar hegemónico de la pelota y sus negocios es una forma de ejercer un f uer te cuestionam­iento a las estructura­s de poder vigentes. Este sentido exterior del antifútbol no es molesto para la comunidad futbolera. A lo sumo es depositari­o de alguna broma o de algún latiguillo del tenor: “No entiende el fútbol”.

Pero en ese acto de diferencia­ción ya comienza a vislumbrar­se otra matriz, otra estrategia: ¿qué es entender el fútbol y quién –y sobre quiénes– cree que lo entiende? La lógica de las comunidade­s muchas veces muestra una relación de inclusión y exclusión cuyo objetivo es la creación de un enemigo interno con un único objetivo: justificar­me a mí mismo. Por eso nunca es problema el que durante el Mundial está viendo Wimbledon o estrenando una obra de teatro, sino el que sostiene una lectura del fútbol antinómica. Las comunidade­s son básicament­e un campo de lucha de poder, donde en este caso los jugadores, la prensa, las dirigencia­s coinciden en una zona de conflicto por el sentido del fútbol. Y los sentidos triunfante­s se apropian de la corrección del buen fútbol y necesitan delimitars­e de su enemigo: el antifútbol.

En esta segunda acepción, se asocia antifútbol a todo esquema que no priorice el propósito estético del fútbol. Donde ya de partida se supone una sola forma de la estética (¿no puede haber belleza en una táctica?), pero sobre todo se soslaya que en ningún artículo del reglamento del fútbol se afirma que jugar lindo vale un gol. O peor, se pretende una supuesta igualdad de condicione­s entre equipos dispares, donde el más débil debería temerariam­ente no disponer de ninguna estrategia, sino salir a jugar de igual a igual. ¿Pero ambos “iguales” valen lo mismo? Está claro que no vale todo para ganar. El límite es la regla. O su interpreta­ción. Pero lo contrario tampoco es cierto: la regla no obliga a practicar el juego sólo de una única manera. Calificar de antifútbol tiene otro objetivo: el señalamien­to específico de aquellos que delinquen y que me afirman siempre del lado del bien y de la verdad. Es que si es “anti” es un delito. Y si es un delito, no es fútbol. El prefijo anti está señalando el quedar del lado de afuera de lo posible. El antifútbol vendría a ser una anomalía interior que habría que reparar. Pero si así fuera, ¿por qué no prohibirlo definitiva­mente por ley? ¿Por qué un árbitro no decide que un equipo pierda el partido porque no juega vistoso, o prioriza la defensa, o elabora una estrategia de juego de contraataq­ue o de pelota parada (¡cuánta belleza, de paso, en tanta jugada elaborada!)? ¿Por qué insistir entonces en soportar al antifútbol al interior del mundo del fútbol? ¿No será que el día que el bien venza finalmente al mal ya no tendrá entonces más sentido? ¿No necesita por ello mismo el bien que siempre exista el mal para poder seguir ejerciendo su lucha?

Justo me llama un amigo al que no le gusta el fútbol y me invita a almorzar el martes al mediodía para charlar de nuestras vidas. No puedo, le digo, juega Argentina. No entiende nada…

*Filósofo.

 ??  ?? DARIO SZTAJNSZRJ­BER*
DARIO SZTAJNSZRJ­BER*

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina