Clint Eastwood siempre hace todo bien
Asus 84 años, Clint Eastwood no deja de sorprender. ¿Cuál habrá sido la razón que lo llevó a trasladar al cine el musical Jersey Boys, un éxito de Broadway a lo largo de diez años que aún permanece en cartel, basado en la biografía del grupo de pop-rock The Four Seasons, de Nueva Jersey?
La historia encaja en la demanda clásica de este tipo de espectáculos, en el que sus protagonistas son jóvenes que emergen de la pobreza y van detrás de un sueño.
Si el costado musical del film se apoya en los clásicos del grupo y detalla parte de la vida de sus integrantes, la estrategia de Eastwood incluye los hits de la pieza teatral, como Can’t take my eyes you, entre muchísimos otros, y se mete más en la intimidad de sus integrantes y en contar sus biopics de delincuencia, mafia, robos, infidelidades y una tenacidad que los llevó de cantar bajo la luz de un farol de la calle a los escenarios, de la mano del productor Bob Crewe.
Claro que en ese derrotero de vidas y canciones, para Eastwood, que contó con los guionistas originales del musical para su película, le era inevitable no perder de vista dos puntos esenciales: uno, que su biopic musical está basado en una obra de teatro –por eso, un acierto es incluir, a pesar de las críticas que recibió, a los actores hablando a la cámara, o sea al público– y el otro es ahondar, como a él le gusta, en esa intimidad convulsionada, barrial, de peleas, robos, cárceles y familia.
Si bien los temas esenciales están y se disfrutan, también es cierto que tal vez la música, para el gusto de muchos, no es la suficiente que se quisiera. A pesar de que se puede disfrutar de estos The Four Seasons de ficción en una estupenda recreación de época, incluido el protagónico de John Lloyd Young, en el papel del mítico Frankie Valli, histórico rol por el que ganó un Tony cuando debutó en la primera temporada del musical en Estados Unidos.
Precisamente Frankie Valli, con su voz de falsete, fue el que despertó el asombro y llevó a la cúspide a sus tres amigos.
El film de Eastwood no es melancólico, quizá sí le falta algo de ritmo, pero su tono de parodia en ciertas escenas le otorga un nuevo aval consagratorio al director de Bird, con la que llevó al cine la vida de Charlie Parker.