ENSUEÑO ISLEÑO
Una fantasía que puede ser real: cortar con el frío y aparecer en playas de arenas doradas y agua turquesa. En República Dominicana, Islas Caimán o Curaçao.
República Dominicana se ha vuelto sinónimo, y con rima, de Punta Cana, la playa más famosa del este de la isla La Española. Pero el país del merengue y la bachata reserva otros tres puntos muy convocantes aunque por ahora menos frecuentados: Santo Domingo, Samaná y Puerto Plata. La capital nacional, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, guarda los testimonios originarios de la llegada de los europeos al territorio americano, como la primera catedral, la Basílica Menor de Santa María, de 1523, o el primer castillo continental, el Palacio Virreinal de Don Diego Colón. Como atractivo natural, es imperdible el Parque Nacional Los Tres Ojos, una caverna inundada por aguas frías, colores y formaciones minerales. Además, a menos de media hora de la ciudad se puede disfrutar de la playa Boca Chica. Pero si de playas se trata, la península de Samaná es excepcional por su abundante oferta, su belleza y su relativa soledad. A Playa Rincón se puede llegar desde Samaná por ruta, a caballo por caminos selváticos o en bote cruzando el mar. Cerca, el salto El Limón, de agua dulce, cae sobre una pequeña laguna, en medio de un camino de plantaciones de café. Y en el kilómetro cuadrado de superficie de la isla Cayo Levantado, los hoteles y restaurantes de lujo resultan casi excesivos frente a tanta maravilla para disfrutar caminando, nadando o haciendo snorkel. En el Parque Nacional Los Haitises se reúnes bahías, cayos, manglares y cavernas, en medio de un bosque subtropical. Por su parte, Puerto Plata, en el norte de República Dominicana, reitera oferta de playas y agrega un teleférico que ofrece una vista panorámica de la región, y además cuenta con un misterioso edificio del siglo XVI, la Fortaleza de San Felipe, gran defensa contra viejos piratas que mira estratégicamente hacia el océano Atlántico. Vuelos a Santo Domingo con una escala, $ 18 mil. La hotelería es más accesible: como referencia, una habitación doble en el centro histórico de la capital cuesta unos $ 600 por noche.