También la yerba llevará la certificación del origen productivo
Mediante una resolución publicada esta semana en el Boletín Oficial, la yerba mate argentina obtuvo el certificado de reconocimiento a la Indicación Geográfica (IG) Yerba Mate Argentina, que podrán utilizar las marcas de manera voluntaria. Según el titular de la Secretaría de Agregado de Valor, Néstor Roulet, “esto es agregar valor, demostrarle al mundo las bondades que tiene este producto. Este sello significa que estamos produciendo yerba de calidad, que cuidamos el medio ambiente, que hay muchas familias que viven de esta actividad y que sin dudas hay que potenciarlo”.
Héctor Niubo, coordinador de la Oficina de Registro de IG que funciona en el Ministerio de Agroindustria de la Nación, describió en qué consiste el Certificado de Identificación Geográfica que fue otorgado esta semana: “Es un instituto de derecho y protección, que evita la usurpación de un nombre reconocido y con cierta reputación. También es una herramienta de desarrollo que se les brinda a los productores para que ellos puedan, con este sello, garantizar que detrás de lo que producen hay un protocolo que nos comenta cuáles son las facetas de la elaboración, así como todos los conocimientos empíricos que se van transmitiendo entre generaciones. Se unifican esos dos factores fundamentales: el natural, que agrupa suelo, clima, agua, y se conjuga con los conocimientos transmitidos que hacen a la generación del producto”.
En el caso de la yerba mate, el sello de Identifación Geográfica lo pueden utilizar todas las empresas que se dedican a la producción en Argentina, porque la certificación comprende la zona de producción de provincia de Misiones y norte de la provincia de Corrientes.
La cadena productiva de la yerba está conformada por muy pequeños productores (más de 17 mil registrados), que realizan un importante esfuerzo para mejorar día a día la calidad de su producto para que sea reconocido en el mundo.
Sólo tres países producen yerba mate con importancia económica: Argentina es el que más superficie cultivada aporta con más de 165 mil hectáreas, Brasil cuenta con 85 mil ha y Paraguay, con 35 mil ha.
Para Luis Prieto, titular del Instituto Nacional de la Yerba Mate, esta certificación “nos pide mayor responsabilidad, mucho cuidado de las acciones, control en cada uno de los pasos de la cadena, un trabajo concatenado con los sectores directos, cuidar el medio ambiente, la aplicación de los agroquímicos, así como la familia yerbatera y el legado que nos dejaron nuestros antepasados”.
En cuanto a la respuesta que tendrá en los establecimientos, Prieto sostuvo que “el grado de adopción de las marcas va a ser total, porque el sello es gratuito y voluntario. Hoy el consumi- dor está demandando calidad y protección y creo que con este paso estamos acercándonos a una demanda de muchos años”. De cara al comercio internacional, el titular del INYM expresó: “Las posibilidades de exportación vienen de la mano, porque los compradores se interesan en productos donde ven que hay atención, cuidados, esmero y un trabajo de coordinación y seguimiento, con una trazabilidad de dónde está el productor, cuánto produce, a qué secadero entrega y en qué condiciones, a qué molino va, cómo se estaciona y dónde están los galpones”.
En cuanto a agroalimentos certificados, cuentan con Denominación de Origen el chivito criollo del norte neuquino y el salame de Tandil. Por su parte, el salame típico de Colonia Caroya, en Córdoba, el melón de media agua de la provincia de San Juan y el cordero patagónico (todas las provincias de la región) poseen el Certificado de Identificación Geográfica.